Critica 145 - Revista Crítica
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ELIZABETH MIRABAL Y CARLOS VELAZCO<br />
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Ya desde antes la casa presentaba muy mal estado, incluso el piso de<br />
madera vieja de la planta alta tenía comején, y no había posibilidad de cambiarlo.<br />
Además del problema con el transporte. Mamá, que estaba enferma,<br />
se levantaba a las cinco de la mañana para llegar temprano a su trabajo en la<br />
Biblioteca Nacional, y regresaba a las siete u ocho de la noche, con buen tiem -<br />
po. Papá tenía carro, pero no lo podía usar porque no había gasolina. Noso -<br />
tros empezábamos la Universidad, y llegar de Arroyo Naranjo al Vedado,<br />
como ahora, era difícil. Cuando yo iba a la Cinemateca, mi padre me espera -<br />
ba en la parada de la guagua, porque de ahí a la entrada de la casa había una<br />
oscuridad terrible.<br />
Un comandante llamado Argibáez, me parece recordar, quien murió des -<br />
pués en un accidente, nos propuso, en 1968, una permuta cambiando propiedad<br />
por propiedad. Pensaba destinar el lugar donde se ubicaba nuestra<br />
casa para unas oficinas de la industria agropecuaria, pues quedaba cerca de<br />
avenida 100 y Calzada de Bejucal, y de unos planes agrícolas que se desarrollaban<br />
en Managua. Nadie nos obligó a permutar, fue una decisión que mis<br />
padres y mi abuela tomaron. Claro, abuela nunca estuvo de acuerdo con lo<br />
que se recibió a cambio. Porque entregamos aquella finca maravillosa con<br />
una casa enorme de dos plantas, estudio-garaje aparte y un jardín inmenso;<br />
y lo que se resolvió —que no fue fácil, nadie nos obligó tampoco— fue los<br />
bajos de una casa en El Vedado (pues en los altos vivía otra familia). Mis pa -<br />
dres pudieron pedir algo mejor. No tuvieron en cuenta que sus hijos se iban<br />
a casar, y que a su vez iban a tener hijos. Papá y mamá dormían en un cuarto,<br />
Rapi y Lichi juntos, abuela en un tercero, y yo en otro. Se acabó la casa.<br />
Lichi después construyó en el patio. Rapi levantó una barbacoa, dormían arri -<br />
ba él y su esposa, y abajo estaban la cuna de Ismaelito y la mesa de dibujo.<br />
Difícil de resumir y asumir porque, como ven, el cuento es largo. Respeto la<br />
decisión de mis padres, para nosotros fue mucho más cómodo. Yo iba caminando<br />
a la Universidad, a las fiestas, los estudios. Pero el hecho cierto es que<br />
para todos en la familia fue una verdadera tragedia abandonar Arroyo Naran -<br />
jo. Tía Fina dice en su poema “Mudada”: “Desmantelan/ la casa. / Nos desmantelan/<br />
a todos/ el alma.”<br />
—¿Qué comprende y qué les per dona El reino del abuelo a usted y a<br />
sus hermanos?