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Critica 145 - Revista Crítica

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ELIZABETH MIRABAL Y CARLOS VELAZCO<br />

58<br />

Ya desde antes la casa presentaba muy mal estado, incluso el piso de<br />

madera vieja de la planta alta tenía comején, y no había posibilidad de cambiarlo.<br />

Además del problema con el transporte. Mamá, que estaba enferma,<br />

se levantaba a las cinco de la mañana para llegar temprano a su trabajo en la<br />

Biblioteca Nacional, y regresaba a las siete u ocho de la noche, con buen tiem -<br />

po. Papá tenía carro, pero no lo podía usar porque no había gasolina. Noso -<br />

tros empezábamos la Universidad, y llegar de Arroyo Naranjo al Vedado,<br />

como ahora, era difícil. Cuando yo iba a la Cinemateca, mi padre me espera -<br />

ba en la parada de la guagua, porque de ahí a la entrada de la casa había una<br />

oscuridad terrible.<br />

Un comandante llamado Argibáez, me parece recordar, quien murió des -<br />

pués en un accidente, nos propuso, en 1968, una permuta cambiando propiedad<br />

por propiedad. Pensaba destinar el lugar donde se ubicaba nuestra<br />

casa para unas oficinas de la industria agropecuaria, pues quedaba cerca de<br />

avenida 100 y Calzada de Bejucal, y de unos planes agrícolas que se desarrollaban<br />

en Managua. Nadie nos obligó a permutar, fue una decisión que mis<br />

padres y mi abuela tomaron. Claro, abuela nunca estuvo de acuerdo con lo<br />

que se recibió a cambio. Porque entregamos aquella finca maravillosa con<br />

una casa enorme de dos plantas, estudio-garaje aparte y un jardín inmenso;<br />

y lo que se resolvió —que no fue fácil, nadie nos obligó tampoco— fue los<br />

bajos de una casa en El Vedado (pues en los altos vivía otra familia). Mis pa -<br />

dres pudieron pedir algo mejor. No tuvieron en cuenta que sus hijos se iban<br />

a casar, y que a su vez iban a tener hijos. Papá y mamá dormían en un cuarto,<br />

Rapi y Lichi juntos, abuela en un tercero, y yo en otro. Se acabó la casa.<br />

Lichi después construyó en el patio. Rapi levantó una barbacoa, dormían arri -<br />

ba él y su esposa, y abajo estaban la cuna de Ismaelito y la mesa de dibujo.<br />

Difícil de resumir y asumir porque, como ven, el cuento es largo. Respeto la<br />

decisión de mis padres, para nosotros fue mucho más cómodo. Yo iba caminando<br />

a la Universidad, a las fiestas, los estudios. Pero el hecho cierto es que<br />

para todos en la familia fue una verdadera tragedia abandonar Arroyo Naran -<br />

jo. Tía Fina dice en su poema “Mudada”: “Desmantelan/ la casa. / Nos desmantelan/<br />

a todos/ el alma.”<br />

—¿Qué comprende y qué les per dona El reino del abuelo a usted y a<br />

sus hermanos?

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