Critica 145 - Revista Crítica
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DIOSES CON OJERAS<br />
Laura se descalzó. Y fue como un au -<br />
gurio. Acabarían sin ropa. Era cuestión<br />
de tiempo.<br />
—Yo sí leo —exclamó ella—. Y<br />
de hecho me hubiera encantado que<br />
mis papás me tuvieran preparada una<br />
biblioteca así…<br />
—Llévate el que quieras. Pero<br />
ahorita ven. Siéntate conmigo.<br />
Laura descubrió la cámara es -<br />
condida, entre Las cajas y Las uvas<br />
de la ira. Él se puso rojo. No supo<br />
qué decir, el plan entero se le venía<br />
abajo. Quiso pedir perdón pero antes<br />
de que abriera la boca Laura ya se<br />
estaba bajando los pantalones y los<br />
calzones en un mismo esfuerzo.<br />
—Pero lo borras, ¿eh? —le dijo sonriendo.<br />
Él tomó asiento. A gatas, ella se le aproximó ronroneando y con maes -<br />
tría le bajó el cierre del pantalón utilizando los dientes.<br />
—¡Está de la mierda tener un hijo contigo! —exclamó Laura amenazando con<br />
arrojar el teléfono. Prefirió simplemente colgarle.<br />
Basilio estaba en la esquina, resguardándose debajo de un techito. Tenía<br />
hasta los calcetines mojados y unas inmensas ganas de orinar. Tomó el teléfono<br />
celular y volvió a marcarle. Desde ahí alcanzaba a observar la habitación<br />
de Laura, en el segundo piso. Primero oscura y luego momentáneamente ilu -<br />
minada por el tenue brillo del teléfono sonando. Después oscura de nuevo.<br />
“No va a responder”, pensó. Basilio lucía completamente pálido y trasnocha -<br />
do. La posibilidad de crear una vida le impedía dormir bien. Aún quedaban<br />
rastros de la granizada: escarcha apilada, hielo sucio y ni un solo peatón. Lau -<br />
ra no respondió a un tercer llamado. Basilio estuvo escupiendo a un charco.<br />
Le urgía echarse una meada, tenía dolor de cabeza. Ni siquiera bebió tanto.<br />
Cerró los ojos, apretándolos como si fueran sus puños. Hizo una llamada te -<br />
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