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médico. Mustafá Desuque, un reconocido doctor de la ciudad, sufrió la enfermedad.<br />

cia, los dos hombres solían protegerse con repelente, pero un<br />

descuido resultó suficiente. "Se me ocurre que tal vez me picó<br />

mientras cruzaba las vías del tren, porque tengo que pasar por<br />

ahí al menos dos veces por día", aventura Desuque, y precisa<br />

que siete de cada diez de los habitantes del pueblo se atienden<br />

en el hospital público y que el total de enfermos en la localidad<br />

asciende a más de 7 mil. "Es difícil pedirles que se ocupen de<br />

combatir el mosquito a aquellos que no tienen para comer.<br />

Acá hay un bolsón de gente pobre", opina. Para el cirujano,<br />

quien supo ser jefe de guardia del Hospital de Morón, en la<br />

provincia de Buenos Aires, los vecinos con mayores recursos<br />

corren con ciertas ventajas: "La gente pudiente no tiene cacharros<br />

en el patio ni necesita tener fuentones de<br />

agua, donde es más fácil que se críen las larvas<br />

del mosquito. Además, sin duda tenemos mayor<br />

información al respecto".<br />

Sin embargo, en la familia de Rodríguez encontraron<br />

la parte llena del vaso: "Me parece que los<br />

pobres somos más fuertes y soportamos más el<br />

dolor. La gente de plata no aguanta tanto", analiza<br />

Delia, la dueña de casa, y aclara: "Nosotros<br />

tenemos que salir a juntar vidrio, hierro y cosas<br />

para vender porque si no, nos quedamos sin nada<br />

y morimos todos juntos".<br />

Recién después de una semana de suplicio, los<br />

dos hombres empiezan a reponerse, pero saben<br />

que deben cuidarse al menos por los próximos<br />

Me parece que los<br />

pobres somos más<br />

fuertes y<br />

soportamos más el<br />

dolor. La gente de<br />

plata no aguanta<br />

tanto”.<br />

25<br />

seis meses, porque una nueva picadura en ese lapso puede<br />

infectarlos con el dengue hemorrágico, sin contar que la primera<br />

infección baja las defensas lo suficiente como para que<br />

cualquier otra enfermedad sea peligrosa. Desuque sigue inapetente<br />

-"Hace cuatro días que no como nada", dice-, aunque<br />

se obliga a hidratarse con aguas saborizadas, mientras que<br />

Rodríguez ya logra levantarse mejor: "Me animé a comer un<br />

pedazo de pan y disfrutar con mis hijos de unas rondas de<br />

mate", cuenta el changarín antes de la siesta, las cuatro horas<br />

sagradas, entre la una y las cinco de la tarde, en que los charatenses<br />

silencian la ciudad.<br />

Antes de despedirse, el médico avisa que los fumigadores ya<br />

pasaron por su casa pero teme que el veneno no<br />

alcance en los hogares más necesitados. "Para<br />

que sea efectivo, se tiene que fumigar en todo el<br />

pueblo", advierte, y se despide explicando por<br />

qué decidió quedarse en Charata, cuando algunos<br />

habitantes se mudaron a provincias vecinas<br />

y su hija le reclamaba que se instalara con ella<br />

en Buenos Aires: "Sería muy cómodo irme y que<br />

se embromen los demás. Yo nací acá y le aconsejo<br />

a la gente que no se vaya. Si nos vamos los<br />

médicos, ¿qué hacen los enfermos?"<br />

La carpa<br />

"La peluquera está con dengue", anuncia un<br />

cartel escrito a mano, pegado en la puerta de<br />

22-27-Dengue-120409.indd 25 08/04/2009 10:18:19 p.m.

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