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instalado en Barcelona —que en principio sólo iba a ser una ciudad de residencia provisoria donde estudiar español— y había conocido al argentino Pablo Dobner, quien además de su pareja y padre de su hija, sería su socio en la productora Lust Films. Así se metió en el gueto y, con la idea de revertir las reglas del género, elaboró una suerte de manifiesto estético: “Frente a una mamada hasta el fondo de la garganta, propongo sexo oral practicado a la chica; frente a mansiones de lujo, propongo una habitación con interiorismo moderno; frente a los mafiosos, traficantes, espías, militares, carceleros, propongo a chicos normales a nuestro alrededor; frente a las rubias putas, las ninfómanas, las lesbianas que follan con tíos, agentes secretas asesinas, propongo mujeres modernas, trabajadoras, emancipadas; frente a los coches deportivos, motos acuáticas, helicópteros y jets privados, propongo un iPhone , una Mac, un Mini, una Vespa; frente a un cine donde las mujeres están siempre dispuestas, propongo otro donde haya que ganarse el sexo porque ‘no me abro de piernas sólo porque tú me lo pidas’”, enumera desde su oficina de Barcelona. Y aunque los chicos de la industria protestaron y hasta la tildaron de sexista y retrógrada por filmar para mujeres —¡lo que implicaba discriminarlos a ellos!—, a Erika no le fue nada mal: su opera prima Cinco Historias Para Ellas (en la que no hay rubias pérfidas aullando ni detectives musculosos, pero sí chicas gozando con orgasmos reales) ganó premios en festivales de Barcelona, Berlín, Nueva York y Toronto. Después vino Barcelona Sex Project (“una película con elegantes escenas de masturbación”) y está previsto que en octubre de este año se estrene Seis voces femeninas. “Somos muchas mujeres dirigiendo cine adulto, incluso existen los Feminist Porn Awards en Toronto, o sea que el fenómeno ya es mundial y no hay quien nos pare”. —¿No había porno para mujeres porque las mujeres no lo consumen o porque no se pensó en ellas como consumidoras? —No había porque los que definen qué es el porno son los hombres. Pero creo que les ha llegado el momento de dejarnos a las mujeres entrar y participar en ese mundo secreto. Como ya pasó con la política, las mujeres queremos acceso a ese coto privado masculino y en cuanto lleguemos queremos cambiar cosas, porque ¡no estamos contentas! ¡No estamos satisfechas! —¿Cuáles son los principales clichés que intentás desterrar con tus películas? —Las mujeres queremos ver a hombres modernos que com- partan nuestros valores y que nos resulten atractivos, no hace falta que sean príncipes azules. Y no queremos ver personajes femeninos que pertenecen al imaginario colectivo masculino y a su mundo fantástico ideal sexual: putas; babysitters adolescentes cachondas; alumnas con coletas, minifaldas y chupa-chups; ninfómanas; anima- Somos doras del equipo que se follan a todo el banquillo; camareras multiorgásmicas; vigilantes de la playa neumáticas… ¡Noooooo! ¡Ya basta de putificarnos de esa manera en vuestro cine porno, chicos! O mejor dicho, seguid haciendo ese cine, habrá a quien le guste, yo y otras mujeres modernas queremos vernos reflejadas a nosotras mismas en nuestro nuevo cine para adultas. Queremos ver a la dueña de un restaurante, a una ejecutiva inteligente, a una jefa de Estado, a una madre soltera, a una madre casada, a una diseñadora gráfica, a la empleada de una erotic boutique... Queremos ver a mujeres normales protagonizando historias de sexo reales, con buenos guiones, donde la intimidad sea la clave, donde conozcamos a los personajes antes de verles follando. —¿Pero no se podría pensar un cine porno unisex? —Se podría pensar, igual que podríamos pensar en un fútbol unisex, pero a veces es más fácil segregar nuestros hobbies. Además del costado combativo, Erika también desarrolló una faceta didáctica para aquellas mujeres que nunca se animaron a ver películas eróticas. Como parte de la cruzada, acaba de publicar Porno para mujeres, un manual de iniciación —con un cómico tono de autoayuda— que se plantea preguntas como ¿Se puede ser feminista y que te guste el porno, o son cosas incompatibles? ¿El porno es una perversión o puede ayudarnos a aprender cosas sobre la sexualidad? ¿Crea adicción o puede hacernos disfrutar más en la cama? ¿Es sucio y mata el deseo o ayuda a despertar nuestra líbido? ¿Tenemos que protestar contra el porno y prohibirlo o debemos participar en este fenómeno masculino, para cambiarlo y modelarlo a nuestro gusto? Y, obviamente, las responde (se puede comprar o leer el primer capítulo en www.pornoparamujeres.com). Con el combo del libro y las películas, Erika espera que las mujeres se conviertan, al menos, en masturbadoras informadas: “Mujeres que no sienten culpa con el placer sexual y saben dónde buscar sus ayudas para el orgasmo, entre ellas el buen porno para una buena masturbación. En resumen: saben lo que quieren y cómo conseguirlo”. —¿Y vos mirás porno? —Últimamente tengo mucho trabajo en Lust Films y con mi hija Lara, o sea que bastante poquito. muchísimas mujeres dirigiendo cine adulto. El fenómeno es mundial”. Para ver Las películas eróticas recomendadas por Erika Lust: Un clásico imprescindible: Tras la Puerta Verde (de los hermanos Mitchell, 1972) Lo mejor de los 70: el cine de Russ Meyer. La más divertida: Garganta Profunda (de Gerard Damiano, 1972) La más estética: Aria (de Godard, Altman, entre otros, 1987) Algún título destacable del cine reciente: Nine Songs (de Michael Winterbottom, 2004) Un título imprescindible para ellas: Cinco Historias para Ellas (mi película) Una buena película para ver en pareja: Short Bus (de John Cameron Micthell, 2006) Los títulos preferidos del cine erótico: La serie de Emanuelle y El Amante, de Bertollucci. 52 50-53-Porno-120409.indd 52 08/04/2009 09:14:46 p.m.
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