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llevar al público a una "evolución de las costumbres" en el<br />

beber. El Estado haría que los orientales comenzaran a tomar<br />

más vino, cerveza y jugos de fruta "en lugar de líquidos destilados<br />

de alta graduación alcohólica".<br />

Grapa y caña<br />

Una parte del plan se cumplió a la perfección. En 1932 Ancap<br />

ya estaba fabricando sus propias bebidas alcohólicas. Se<br />

empezó por la grapa. En 1934 se sumó la caña. Las bebidas<br />

eran de buena calidad, una novedad en el mercado uruguayo.<br />

En 1936 ya se fabricaba toda la caña y la grapa que se consumían<br />

en el país y hasta se exportó a la Argentina.<br />

Pero la segunda parte del plan se olvidó por completo. La<br />

historiadora Martínez, que ha estudiado el asunto, explicó<br />

que Ancap nunca intentó desarrollar un combustible basado<br />

en el alcohol. En 1939, el gobierno intervino la empresa y el<br />

interventor, el coronel José Trabal, fue categórico en su dictamen:<br />

"Ni siquiera se ha estudiado jamás, con alguna base<br />

seria, el problema vital del Carburante Nacional". Trabal,<br />

según recoge Martínez en sus investigaciones, acusó a Ancap<br />

de haber "defraudado el interés nacional".<br />

Pero la intervención de Trabal concluyó y nada cambió.<br />

Ancap siguió importando petróleo y refinándolo, repartiéndose<br />

el mercado con las grandes empresas petroleras, con las<br />

cuales había firmado acuerdos secretos. "Uno tiene que ser<br />

cuidadoso con las conclusiones que saca, pero yo creo que aquí<br />

hubo un problema de intereses", dice la historiadora.<br />

En 1942, el gobierno volvió a reclamarle a<br />

Ancap que hiciera un carburante nacional en<br />

base a alcohol porque el petróleo escaseaba<br />

como consecuencia de la Segunda Guerra<br />

Mundial. Pero el entonces gerente general de la<br />

compañía, Carlos Vegh Garzón, consideró que<br />

no valía la pena. Sus excusas se revelan hoy<br />

como muy falsas para el análisis histórico. Dijo<br />

que faltaba materia prima, pero bien se podía<br />

plantar más cereales o comprarle maíz a la<br />

Argentina, que tenía grandes excedentes que<br />

vendía a bajo precio.<br />

"A uno le queda la sensación de que siempre<br />

hubo un entramado de intereses que no dejaron<br />

que el carburante nacional funcionara", insiste<br />

la historiadora Martínez.<br />

En aquellos un uruguayo llamado Alejandro<br />

Muzzolón había inventado un carburador especialmente diseñado<br />

para funcionar con una mezcla de alcohol y nafta. Este ingenio<br />

fue probado con éxito, pero nunca pudo ser fabricado en serie<br />

debido a la oposición de las petroleras y la desidia de las autoridades<br />

uruguayas. Muzzolón escribió un libro contando su pesadilla.<br />

Allí narra que un jerarca de Ancap le confió una vez: "No podemos<br />

hablar del alcohol carburante porque es mala palabra".<br />

En cambio, lo que nunca se detuvo fue la fabricación de<br />

bebidas alcohólicas. Convertida ya en un fin en sí misma y sin<br />

ninguna vinculación con el olvidado carburante nacional, la<br />

producción siguió adelante.<br />

Whisky sanitario<br />

La tercera parte del plan tampoco salió del todo bien. Si<br />

bien el estándar de calidad que se fijó Ancap ayudó a que la<br />

producción local de licores mejorara, el Estado no logró que<br />

Que el Estado<br />

tuviera el<br />

monopolio<br />

alcoholero era un<br />

viejo sueño del<br />

presidente Batlle<br />

y Ordoñez”.<br />

46<br />

los uruguayos bajaran su alto consumo de bebidas de alta<br />

graduación alcohólica, whisky en particular, un hábito que<br />

aún hoy continúa.<br />

Hoy se bebe más whisky en Uruguay que en cualquier otro<br />

país del Cono Sur. En América del Sur, los uruguayos solo son<br />

superados por Colombia y Venezuela, que hoy compite por el<br />

primer puesto en todo el mundo.<br />

En promedio cada uruguayo toma bastante más de un litro<br />

de whisky por año. El país tiene tres millones de habitantes y<br />

en 2008 se vendieron 4,4 millones de litros de whisky en<br />

almacenes, autoservicios, supermercados y bares en localidades<br />

de más de 5.000 habitantes, dijo Gustavo Rodríguez, de<br />

la consultora Id Retail, que monitorea el mercado de bebidas<br />

espirituosas.<br />

Pero Rodríguez explicó que el consumo real es aún mayor,<br />

porque estas cifras no toman en cuenta lo que se vende en los<br />

free shops de las localidades fronterizas, como el Chuy. Estas<br />

tiendas tienen prohibido vender a los uruguayos, pero lo<br />

hacen en forma habitual. "Y por cada botella que se vende en<br />

un bar o un supermercado, se venden diez en los free shops",<br />

dice Rodríguez.<br />

Este altísimo consumo de whisky tiene una explicación<br />

lógica según Celso Domínguez, propietario de la licorería Los<br />

Domínguez, la más tradicional de Montevideo.<br />

"Las bebidas alcohólicas que se fabricaban en Uruguay<br />

siempre fueron de muy mala calidad, insalubres en muchos<br />

casos. El vino era malo, artificial. Los padres y los abuelos de<br />

los bodegueros que hoy ganan medallas iban<br />

presos dos por tres por las chanchadas que se<br />

mandaban", relata. "Entonces, ante ese panorama,<br />

el público se refugió históricamente en el<br />

whisky importado".<br />

Por eso, el consumo de whisky en Uruguay es<br />

mucho mayor que en el resto de los países de la<br />

región. "En Argentina –continúa Domínguez–<br />

siempre hubo buen vino, buena ginebra, buen<br />

fernet, por eso el consumo de whisky siempre fue<br />

mucho más bajo".<br />

Con ese panorama, no fue raro que Ancap<br />

comenzara a fabricar whisky, además de caña,<br />

grapa y cognac. La primera partida se vendió en<br />

1946. Un par de años más tarde también se<br />

comenzó a producir ron.<br />

Hubo algunas críticas, pero la empresa siguió<br />

adelante. Silvio Moltedo, vicepresidente de la compañía en<br />

1953, dijo entonces: "A veces se toma el término de 'bebidas<br />

destiladas' como una mala palabra para la institución, pero<br />

debemos hablar claro. Si la Ancap no fabrica bebidas destiladas,<br />

las bebidas destiladas vienen del extranjero y se venden<br />

dentro del país, y si no vienen del extranjero por la aduana,<br />

vienen de contrabando, sin tener más finalidad que la del<br />

lucro. Por el contrario, si las bebidas destiladas las hacemos<br />

desde el Estado, tienen como finalidad básica y primordial<br />

que (…) sean higiénicas porque nos interesa primero la salud<br />

del consumidor y después evitar que haya fuga de divisas".<br />

En aquellos años de vacas gordas, la fabricación de brebajes<br />

alcohólicos estatales no era una rareza: era la expresión de<br />

un modelo que veía al Estado participando en toda actividad<br />

económica. El hoy diputado del Frente Amplio Juan José<br />

Bentancor trabajó décadas en la refinería de petróleo de<br />

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