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Diego se fue a Brasil por trabajo. Estará afuera todo<br />

el fin de semana. Por eso estoy llegando sola -tortita<br />

de chocolate en mano- a la casa de Vicky y su<br />

marido: flamante matrimonio recién llegado de Mendoza,<br />

donde el hombre de la casa -mejor conocido como rana<br />

René por su particular vestimenta verde- trabaja la mitad<br />

de la semana. La idea de venir sola no me entusiasmaba,<br />

las cosas entre Vicky y yo siguen medio jodidas. ¿Pero qué<br />

iba a hacer? Se supone que ambas queremos recomponer<br />

las cosas. Lo primero que debo hacer es empezar a llamar<br />

al marido por su nombre, ya no será más rana René. Vicky<br />

me abre la puerta, le digo que está linda, que se ve feliz y esas cosas que<br />

supongo que debo decirle.<br />

–Gracias, Carito, mi amor –me da un beso sonoro y me recibe la torta.<br />

Entro. Viven en un departamento en Barrio Norte. Sobra decir que<br />

ascendió. No es un palacete pero es un poco más de lo que cualquiera<br />

hubiese imaginado para Vicky: y cuando digo cualquiera me refiero<br />

incluso a ella misma. René, en adelante Luis, sale a saludarme.<br />

–Carolina, bienvenida.<br />

Pregunto cómo estuvo el viaje, los dos lanzan exclamaciones al unísono:<br />

–¡Bien!/¡Genial!/¡Fabuloso!/¡...oso! –y así. Vicky anuncia que tiene<br />

fotos. Luego trae una bandeja con picadita. Luis trae vino. Sirve tres<br />

copas de cuatro que había en la mesita ratona del living.<br />

–Pensamos que vendrías con Diego –se disculpa Vicky.<br />

–Está de viaje –digo yo. Ella hace un gesto de complicidad como si<br />

pensara que es una disculpa.<br />

–Está de viaje, Vicky, ¿por qué pensás que es mentira?<br />

Vicky niega con la cabeza exagerada.<br />

–¡No, no, no! –vuelve a exclamar. En esta casa habría que barrer<br />

algunos signos de admiración. Qué efusividad, qué plomazo. Tomo vino<br />

y veo que la cara de Luis, y más atrás la de Vicky, se transforman en<br />

frunces gigantescos. ¿Qué mierda hice ahora?<br />

–Ay, queríamos brindar –dice Vicky, en un gemido demasiado agudo<br />

para ser real.<br />

–Ok –digo. Luis me rellena la copa, se aclara la garganta y me mira<br />

directo a los ojos.<br />

–Por el principio de una larga amistad.<br />

Qué brindis pedorro... ¡Salud!/¡lud! El coro gritón ataca de vuelta<br />

sobre el tintineo de las copas. Vicky cruza y descruza las piernas, me<br />

pregunto si le pica algo.<br />

–Carito, todos nos han dicho que la fiesta estuvo fabulosa, ¿a vos qué<br />

te pareció?<br />

La verdad es que esa fiesta ya se me olvidó, ¿cuánto pasó ya? ¿Un<br />

mes? La gente pregunta cada cosa... ¿Qué podría decir, además? ¿Que<br />

la fiesta me pareció un bodrio?<br />

–Estuvo muy bien, todo genial, Vicky.<br />

–Y la luna de miel, Caro, vos te morís si te cuento lo que fue...<br />

Luis estaba mirando de cerca la etiqueta del vino recién servido, como<br />

si quisiese enterrársela en el entrecejo. Así, sentado como estaba, con<br />

las piernas levemente abiertas, parecía verdaderamente una rana.<br />

mi vida y yo<br />

por carolina balducci<br />

El ocaso de una larga amistad<br />

–¿Ah sí? Qué bien –digo... A veces ni yo entiendo por<br />

qué me ha durado tanto la mala onda con la pobre Vicky,<br />

tan inocente y buena que es. Sigo tomando vino, quizá si<br />

la visual se me abruma un poco puedo fingir emoción<br />

sincera.<br />

–Bueno, pero contame de Diego, ¿cómo están las<br />

cosas?<br />

Luis pide permiso, dice que va a ver cómo va la cena y<br />

que así nos deja para que hablemos de cosas de chicas.<br />

Vicky lo mira alejarse, arrobada. Yo me aclaro la garganta.<br />

Ella se vuelve hacia mí.<br />

–Sí, sí, ¿me decías?<br />

–No decía nada.<br />

–Claro, por eso, pero te preguntaba por Diego.<br />

El angelito blanco de mi conciencia me dice dale, dale, hacete amiga, no<br />

seas tan pelotuda, es Vicky no Doña Clotilde. El diablito rojo sólo quiere<br />

emborracharse con ese vino que debe ser muy fino. ¿Quién ganará?<br />

–¿Te acordás de Doña Clotilde? –le digo.<br />

–¿La del chavo?<br />

–La misma.<br />

Vicky se ríe y de repente se para en seco.<br />

–No vas a empezar con eso de la rana René...<br />

–No, Vicky, por Dios, son dos programas muy distintos.<br />

–Ok. Pero, igual, mejor contame de Diego.<br />

–Qué se yo...<br />

–Dale, contame.<br />

Está bien, el angelito reacciona. Dejo la copa en la mesa y miro a mi<br />

amiga dispuesta a abrirle mi corazón presuntamente enamorado.<br />

–Es perfecto. Me encanta, no puedo quitarle las manos de encima y...<br />

–¿Ya cogieron?<br />

–No, pero hubo preámbulos. Todo muy prometedor.<br />

–Genial, ahora tenés que enfocarte, Carito, éste tiene que ser.<br />

–¿Que ser qué?<br />

–Bueno, ya no sos una pendeja, Carolina, quiero decir que tenés que<br />

hacer las cosas bien con este chico para que podás...<br />

–¿Echarle el lazo al cuello al mes y medio como si estuviera hambrienta<br />

de marido?<br />

El diablito se arrebata. Trato de contenerlo con un buen trago de vino.<br />

Vicky balbucea algo. El vino es como nafta para el angelito malo que<br />

dicta frases a mi conciencia y además se ríe.<br />

–Ja, es que como vos fundaste la religión de las treintonas desesperadas,<br />

ahora querés propagar la palabra, ¿no?<br />

Luis regresa al living, dice que la cena está servida. Vicky se levanta.<br />

–¡Entonces cenemos!<br />

Vuelve a aullar. Yo manoteo la botella de vino que quedó en la mesa<br />

ratona y me la llevo al comedor. Está decidido, he entregado esta amistad<br />

al diablito rojo y borracho que retoza en mi inconciente.<br />

–¿Todo bien, Carito?<br />

Me pregunta Luis, lanzándole una mirada mezquina a la botella de<br />

vino. Yo relleno mi copa casi hasta el tope y camino al comedor.<br />

–Todo bien –le digo–, perfecto. <br />

c. actualidad a diario, es una publicación propiedad de Papel 2.0 s.a. Maipú 271, ciudad de Buenos aires.<br />

registro de la propiedad intelectual 722.212. impresión: Kollorpress s.a. uruguay 126 - avellaneda. distribuidora sanabria s.a.<br />

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ilustracion fidel sclavo

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