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Por Cristian alarCón<br />
Fotos leandro sánChez<br />
Hace muchos años, cuando era el líder de una<br />
banda hardcore, escatológica y tan ruidosa<br />
como un tractor de gritos y lata, Gabo Ferro<br />
solía desnudarse en el escenario. Lo hacía<br />
con tal hábito que aún hoy cuando busca<br />
grabaciones viejas de su pasado rockero le cuesta encontrar<br />
una en la que esté vestido. Casi todas las crónicas sobre este<br />
performer, cantante, escritor, historiador y poeta que se ha<br />
vuelto un sujeto de culto para miles de fans comienzan con<br />
una escena mítica en la que el se queda mudo en medio de un<br />
recital de Porco y sale corriendo por la avenida Callao para<br />
recluirse en los estudios académicos y volver, seis años más<br />
tarde, convertido en un ángel que entona salmos de amor. Pero<br />
ninguna crónica dice la verdad: él nunca corrió, el jamás huyó;<br />
es más, no es que se haya quedado mudo. Simplemente cambió<br />
de piel. Así suena su voz, como la última expresión de un ser<br />
que vino de la muerte. Que murió alguna vez, y sin embargo<br />
aquí está, con la guitarra, bajo una luz cenital que apenas<br />
muestra sus ojos mapuches, la barba encanecida, la nariz<br />
pequeña, la boca que al abrirse pareciera partir los ojos de los<br />
que lo miran encandilados, silenciosos. Mudos, todos. Canta<br />
él. El amor amante.<br />
Gabo Ferro no tiene fans; tiene amantes. Las personas que<br />
dicen gustar de su música, ir a todos sus conciertos, hacerse<br />
de cada uno de sus cinco discos –tres ediciones especiales, uno<br />
con DVD incluído–, cuando confiesan su preferencia no dicen<br />
"me gusta", dicen: "Lo amo". Es frecuente. Su fama –si la hay–<br />
no está sustentada en la manteca gruesa que unta la industria<br />
discográfica en las radios y medios para promocionar artistas<br />
de temporada. Su trascendencia parece fundada en pilares<br />
clásicos, de una modernidad perdida, revolucionarios por su<br />
profundidad sincera, y no por un planteo estético desmesurado<br />
o una imagen construida con lo que el mismo llama "lo pro"<br />
de la producción en la industria cultural. La producción de<br />
Gabo va por dentro, y a lo largo. Su propia vida es un material<br />
que lo construye como la greda.<br />
Cosa de hombres<br />
La performance de Gabo Ferro es una fiesta que tiene dos<br />
formas: él con su banda, seis músicos que lo acompañan mientras<br />
él toca la guitarra y canta. Él y su guitarra acústica. En su<br />
primer disco hubo banda. En el último, solo su guitarra. El<br />
show es ese chico de jean, remera, zapatillas de caña, sentado<br />
con su instrumento ante un público que solo interviene, como<br />
en un concierto de música clásica, para aplaudir en cada intervalo<br />
entre canción y canción. Su primer disco, en el 2005, se<br />
llamó Canciones que un hombre no debería cantar, que es lo<br />
que le dijo Edith Piaf sobre Jacques Brel cuando lo escuchó<br />
entonar Ne me quittez pas. Son doce temas en los que se anuncia<br />
una voz única, casi andrógina: potente, feroz y virginal, su<br />
timbre sostiene palabra y discurso: las letras de sus canciones<br />
son el corazón de su obra. El amor comienza a ser el tema que<br />
le gana al artista aún ante su discurso más folk y de protesta,<br />
donde el contenido importa siempre. En sus letras hay amor<br />
y muerte, despecho y desengaño, repertorio romántico que<br />
viaja hasta el más cortés de los amores del siglo XVIII. Uno de<br />
los personajes preferidos de la literatura para Gabo es la ena-<br />
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morada y trágica mujer que creó Chordelos De Laclos, que fue<br />
interpretada en el cine por Michel Pfeiffer en Relaciones<br />
Peligrosas. Es tan imposible el amor de la dama que su amante<br />
joven se suicida.<br />
–¿Por qué te gusta tanto?<br />
–Es un personaje romántico que vive en una sociedad rococó.<br />
La obra es de fin del siglo XVIII y el personaje de Madame<br />
de Tourvel, sufre como loca porque ella se enamora en un<br />
medio donde el amor es solo performativo. Le van a faltar 30<br />
o 40 años a la civilización para que el amor esté circulando.<br />
Ella tiene una sensibilidad vanguardista con su propia historia.<br />
Ahora ya no somos vanguardia los que amamos de esa manera.<br />
Somos retardados de la historia. Aquellos que elegimos<br />
comprometernos y perdernos de ciertas cosas, o que esas cosas<br />
se pierdan de nosotros seremos un clásico en un bajo profundo<br />
a lo largo de toda la historia.<br />
–Uno de los temas de tu primer disco se convirtió en un clásico<br />
para los que te escuchan: "Calvas margaritas". ¿Qué lo<br />
inspiró?<br />
–"Calvas.." es el tema que en vivo o termino rompiendo una<br />
cuerda, o una guitarra vuela como una serpentina, siempre<br />
pasan cosas extrañas. Es una canción sobre la impotencia,<br />
donde uno trata de que el azar y el esoterismo manipulen la<br />
realidad en beneficio del amor de uno. "Me quiere, no me<br />
quiere", y cuento al revés para que me de que me quiera. Como<br />
si esas cosas cambiaran la realidad. Es la fantasía del amor en<br />
la vida cotidiana.<br />
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