+Bayly

tiempo
Simple, bello, funcional
Los diseños de Frank Muller, Roger Tallon,
Philippe Starcke o Issey Miyake que deslumbraron
hasta a los suizos.
El mejor diseño habla en
francés, italiano y
japonés. No hay con
qué darle. Y los suizos,
maestros indiscutibles en el
savoir faire relojero, no
tienen más remedio que
mirar de reojo y tragarse las
ganas de gritar de envidia
cuando ven las soluciones
que los diseñadores
-gráficos, textiles,
industriales, de interiores-
han encontrado para
resumir las relaciones entre
forma y función en el
pequeño universo de un
artefacto de pulsera
destinado a medir los
tiempos. Esas piezas que
se roban todas las miradas.
Claro que hay una larga
lista de marcas suizas que
sentaron las bases del
design relojero moderno,
desde la gota de oro clásica
de Movado -un modelo de
los años cincuenta con
cuadrante negro y como
único indicador, un aplique
dorado en las doce- hasta
los juegos tipográficos de
Frank Muller, que distorsiona
los tamaños de los números
arábigos en sus cajas
rectangulares, pasando por
la gracia minimalista de la
gráfica Mondaine, en relojes
de color negro, blanco y un
touch de colorado. Y sólo
por citar algunos, que ni
siquiera se encuentran entre
la liga de las grandes casas
históricas.
Por el lado francés, los
modelos Lip son un ícono
indiscutible por su
originalidad, su audacia y su
variedad: pocas colecciones
se atreven a balancearse
entre semejantes extremos,
por miedo a perder
identidad. Esta marca tiene
modelos esenciales creados
en los setenta por Roger
Tallon (la cabeza creativa
detrás del diseño de los TGV,
los trenes de alta velocidad
franceses), autor de su línea
más emblemática, Mach
2000, que debutó en 1973.
Aquellos son sus
protuberantes esferas de
colores -pulsadores y
corona- ubicados en una
caja asimétrica de sólido
acero inoxidable. Ahora que
la marca desembarcó en
Estados Unidos por primera
vez en sus 142 años de
historia, los Mach 2000
volvieron a la primera línea,
acompañados por
DarkMaster, uno de los
modelos más futuristas de la
marca que, lógicamente, no
puede verse ahora menos
que vintage y que tiene
funciones de cronógrafo.
Tallon fue uno de varios otros
diseñadores prominentes,
arquitectos y decoradores
que ficharon con Lip para
colaborar en distintas
colecciones que terminarían
transformándose, cada una,
en una usina de objetos de
culto. Hoy mueve la batuta
una mujer, Prisca Briquet, a
cargo de la dirección de
diseño, desde la cual se
reeditan -con precios que no
suelen superar los 300
euros- las colecciones
vanguardistas de los setenta.
En Italia hay mucho para
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destacar, pero quizá es
Alessi la marca que
incursionó con
extraordinario resultado en
el diseño relojero que más
se conoce por estas
pampas, sobre todo gracias
a sus divertidos accesorios
de cocina, esos que los
argentinos solían traer de
los viajes cuando el mundo
era otro. Fundada en 1921
en Omegna, tienen en su
staff unos 200 diseñadores
entre los que se encuentra
Enzo Mari, Jasper Morrison,
Ettore Sottsass, Ron Arad y
Philippe Starck. Entre sus
productos hay una pequeña
línea de relojes delgados
que ofrecen funciones de
alta precisión garantizadas
por mecanismos japoneses.
Al creador de los interiores
del Faena Hotel le gustaron
tanto los relojes que creó
una etiqueta propia, Montres
Philippe Starck, desde la
cual presenta una serie de
piezas que llevan su
impronta de excelencia.
Desde Japón,
diseñadores como Issey
Miyake produjeron algunas
de las series más
innovadoras de relojes de
pulsera, tarea para la cual
también fueron convocados
arquitectos, diseñadores
industriales y de interiores,
así como artistas plásticos.
El diseño de la línea TO es
uno de los más notables,
con su monocromía
decidida a dejar en manos
de los reflejos de la luz la
personalidad cambiante de
cada pieza, elegantes e
incuestionables. Pero sin
duda la serie más famosa es
Twelve (diseñada por Naoto
Fujasawa y desarrollada a
nivel industrial por el gigante
Seiko), que ya lleva unos
años en el mercado y es cita
obligada en cada
enumeración de las
bondades del diseño
industrial contemporáneo y
nipón. Piezas como esa,
emblemáticas del diseño
relojero moderno, sintetizan,
con tres adjetivos, el abc del
mejor diseño: simple, bello,
funcional. Lo demás es puro
cuento.
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