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cada vez más prescinde de la "producción" a la hora de tocar<br />
lo suyo.<br />
–Te vi dos veces. La primera con la banda, en el Konex. Luego,<br />
con la guitarra en el ND. La espectación del público parece más<br />
intensa cuando estás solo.<br />
–En la industria le dan tanta importancia a la pro–ducción,<br />
a todo lo "pro". Prefiero que sea todo "pre". Y por eso elijo tocar<br />
solo con la guitarra, para poner un poco más el valor en el<br />
hombre y menos el valor en la electricidad, en la técnica.<br />
De esa posición política "pre" a la decisión de hacer un disco<br />
defintivamente dedicado al amor hubo apenas un año. El<br />
manifiesto ahora sí tuvo su rostro en pleno canto, y en primer<br />
plano. De pelo aún largo –como lo tenía cuando cantaba versos<br />
como "me arrancaré los pelos del pubis por ti Evaristo/ Me<br />
arrancaré los pelos del culo también por ti", en Porco– Gabo<br />
dice en estado de enamoramiento en el primer tema: "Para<br />
traerte a casa he escrito un cuento. Un cuento que ha germinado<br />
entre el deseo y el tiempo. Donde un cazador lastima a<br />
una paloma dormida. No tira para matarla, tira solo para<br />
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herirla". Si en ese disco Gabo Ferro toma la decisión confesa<br />
de cantarle al amor, el camino que inicia y continúa hasta hoy<br />
lo lleva a dar la vuelta completa al sentimiento más universal,<br />
hasta acercarse, como solo un romántico que parece salido de<br />
los rincones ingleses en los que se vareaban Shilley y Lord<br />
Byron en pleno siglo XIX, a la muerte.<br />
Nada más parecido a la muerte que una separación dolorosa.<br />
El duelo resulta tan dramático para el enamorado como la<br />
misma partida. Gabo no quiere hablar ya de la traición y el<br />
engaño que lo dejó sin casa y sin amante; del infierno que lo<br />
llevó a escribir las doce canciones de Amar, temer, partir. Ha<br />
dicho que se trató de una "arquitectura de mentiras", una<br />
"construcción de deshonestidad complejísima". De ese edificio<br />
derrumbado por el engaño Ferro pasó a un retiro en la casa<br />
paterna. Volvió a Mataderos.<br />
–¿Cómo fue regresar al barrio y deshacerte de los recuerdos?<br />
–Tengo como una casa aparte donde tenía mi biblioteca. Y<br />
preferí no quedarme con nada de lo que tenía, apenas los discos<br />
y los libros. Un amigo dice que tengo el mapa fóbico hiperactivo,<br />
todo me remite a... Todo está pregnado y preñado de<br />
historia, por eso no quiero nada de lo viejo. Me apropio de los<br />
lugares no muy fácilmente, y cuando lo hago, es mío, los pregno<br />
con mucho amor. A no ser que crea que ya no es mío, entonces<br />
lo dejo ir.<br />
–¿Cómo entendés esa relación tan cercana entre amor y<br />
muerte?<br />
–En el hardcore yo trabajaba la escatología. Eramos adolescentes.<br />
Fuimos la primera generación sin instrucción de prevención<br />
contra el VIH SIDA. Sin exagerar, nos encontrábamos<br />
mucho más en hospitales, sanatorios y velorios que en fiestas<br />
y muchas veces la erótica se encontraba en esos lugares de<br />
duelo, se cruzaba el deseo y la erótica con la muerte. Había<br />
levantes en entierros, en velorios, en sanatorios. Es la tristeza<br />
de esa generación, que se abría a la erótica y el deseo en un<br />
momento en el que el Estado no se hacía cargo de lo que estaba<br />
pasando. No sabía cómo atenderlo.<br />
–¿Y esto se expresa en canciones?<br />
–Mis nuevas canciones son sobre la muerte. Hay varias muertes,<br />
muchas muertes: hay una muerte vulgar, y hay grandes<br />
muertes. En algun costado la vida y la muerte pueden estar en<br />
manos de uno mismo. Lo sé porque cuando a mi me pasó todo<br />
eso, yo sabía que no quería matarme, pero sabía que no quería<br />
vivir más. Ahí creo que anidó la idea de una muerte que uno no<br />
quiere para sí, y en ese sentido no es la vida. Pero no querer la<br />
vida: ¿es la muerte? Es lo que me estoy preguntando.<br />
–No deja de ser romántico.<br />
–Sin duda que sí. Y creo que el romanticismo sin duda es mi<br />
lugar.<br />
Sangre y cortejo<br />
Sus primeras visiones estéticas llegaron cuando estaba en el<br />
comienzo del secundario, una escuela pública pero de elite de<br />
la que no quiere hablar: son cruentas imágenes de la guerra<br />
civil española. Rojos muertos. Masacres. Esa sangre que se<br />
puede oler todavía en ramalazos tibios mezclados con el olor<br />
a bosta de las vacas que van a morir al matadero, parece haber<br />
sido siempre una marca. La sangre, es el tema que investigó<br />
en su tesis de maestría como historiador, y que, otra vez ligada<br />
al romanticismo, no se aparta del camino del artista, sino que<br />
parece completarlo. La publicó como libro este año: se llama<br />
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