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tras cartón<br />

Los pescadores del Sur<br />

La mano pintaba jodida:<br />

dos días de paro<br />

docente, un feriado en<br />

el diome, un viernes<br />

impoluto y un fin de<br />

semana largo, larguísimo…<br />

¿Qué iba a hacer con mis<br />

críos en un depto de dos<br />

ambientes? Serían los días<br />

más insoportables de mi<br />

vida. Así que hice la gran<br />

Chacho Alvarez y me rajé.<br />

¡Que al paro docente lo<br />

soporten los padres con<br />

vocación!<br />

Me fui al superconsti y<br />

me tomé un tren hacia<br />

Bahía Blanca, a la casa de<br />

mi querido amigo, Chicho<br />

López, el editor atolondrado<br />

de poesía que deberían<br />

conocer las masas. Y es<br />

que, señores, la lectura<br />

desprolija e indiscriminada<br />

de poesía descalibra a la<br />

gente. Con solo decirles<br />

que mi querido Chicho<br />

piensa que Alejandro<br />

Rubio, Martincito<br />

Gambarotta, Daniel Durand,<br />

Seba Morfes y otros luzers<br />

importantes son seres<br />

imprescindibles porque…<br />

¡escriben poesía!<br />

Pero si me senté en este<br />

cyber carísimo del centro<br />

de Monte Hermoso es para<br />

hablarles de los poetas de<br />

verdad, los de carne y<br />

hueso, los que son<br />

capaces de luchar contra<br />

un tiburón, un rey pulpo de<br />

cincuenta brazos, y se<br />

meten cinco mil leguas<br />

submarinas más allá del<br />

espigón: los amigos de mi<br />

amigo.<br />

El Hugo, el Pelado, alias<br />

Alexis y el Aldo, a ellos los<br />

conocí en la playa de<br />

Monte Hermoso y desde<br />

que los conocí mi vida<br />

cambió para siempre.<br />

Estábamos con mi amigo el<br />

Chicho, contando gaviotas<br />

en la playa, criticando a<br />

Susana Villalba. La playa<br />

vacía en abril, los turistas<br />

se habían ido a la concha<br />

de su hermana y un día<br />

ventoso con sol le hacía<br />

sacar la cabecita a las<br />

sardinelas, a los pejerreyes,<br />

a las palometas, a los<br />

lenguados y las<br />

pescadillas, cuando de<br />

pronto, zas… Imaginen que<br />

esto que escribo es una<br />

película y de pronto ven en<br />

el horizonte marítimo una<br />

camioneta echando mudas<br />

ráfagas de polvo de arena.<br />

Una rastrojera de esas que<br />

ya no se usan más, pero<br />

equipada. Nos tocaron<br />

bocina para no pisarnos y<br />

las cuatro ruedas colearon<br />

y murió a la vera de la<br />

espuma del mar.<br />

Unos muñecos nos<br />

levantaron la mano a unos<br />

cien metros de nosotros y<br />

sacaron una red de<br />

quinientos metros de largo.<br />

Se pusieron unos trajes de<br />

neoprene y se<br />

sumergieron en las aguas<br />

heladas de nuestra ex<br />

Patagonia querida;<br />

nuestras ex cien mil<br />

hectáreas que tiene<br />

Benetton. ¿Cómo es<br />

posible que un muñeco<br />

de Italia tenga cien mil<br />

hectáreas en una tierra de<br />

mapuches? ¡Un disparate!<br />

Benetton, ambicioso e hijo<br />

de mil putas, acaparador,<br />

desde esta paginita, te<br />

reto a duelo. Algo que nos<br />

pertenece a todos, la tierra,<br />

que debe ser para que las<br />

28<br />

familias se alimenten y no<br />

para esquilar ovejas o<br />

plantar soja.<br />

Pero no me senté para<br />

hacer política sino para<br />

elogiar, demostrarles mi<br />

admiración a esos tres<br />

grandes patriotas del mar: los<br />

pescadores furtivos de Monte.<br />

Nos gritaron al Chicho y a<br />

mí: “¡Gallego!... y el negrito<br />

que está al lado, vengan a<br />

ayudarnos. Hoy vamos a<br />

invitar a todo el barrio con<br />

lenguados”.<br />

Comenzamos a arrastrar la<br />

red más grande que vi en mi<br />

vida, una red que tenía unos<br />

rulemanes pesados como<br />

neumáticos, que no entendía<br />

cómo podía cargar la<br />

rastrojera. “¡Hasta el<br />

espigón, no para nadie!”,<br />

gritó nuestro líder natural, El<br />

Hugo, con el agua hasta la<br />

nariz. Nos arengaba<br />

mientras nos temblaban los<br />

huevos como a vizcacha<br />

camorrera. Muchachos, les<br />

puedo asegurar que no hay<br />

nada más frío que el agua<br />

del mar en abril. ¡Los turistas<br />

no son boludos!<br />

“¿¡Para qué vas al<br />

gimnasio todos los días!?”,<br />

le gritaba El Hugo al Alexis,<br />

gran nadador y levantador<br />

de mancuernas en el gym.<br />

Y cuando salimos del<br />

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