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mi viaje
La otra ruta del vino
No sólo en Mendoza se puede hacer una viaje al estilo Entre Copas, visitando
bodegas y terruños, y probando todo. Salta, desde Cafayate hasta Cachi, es un
viaje inolvidable.
Por ELisABETH cHEcA
No es para turistas
obvios en patota,
Salta es una meca
para viajeros sensibles del
mundo, que la están
descubriendo. Bowles
distinguía muy bien la
diferencia entre turistas y
viajeros. Ante todo, Salta, la
ciudad, está muy
cambiada. Linda. Y es el
punto de partida de una
ruta del vino no muy
explorada por ahora, o al
menos no tanto como la de
Mendoza.
En la ciudad resulta
esencial visitar el Museo de
Alta Montaña, donde se
encuentran los hallazgos de
1999 en el volcán de
Lullaillaco: las momias de
esos chicos que se
sacrificaban a los dioses en
la cultura Inca. Las momias
crearon en algún momento
cierta inquietud entre los
pueblos originarios. Tienen
razón: a nadie le gustaría
que exhibieran el cadáver
de algún antepasado,
aunque sea en un museo.
Pero hay que decir, de
todos modos, que la
información es muy precisa
y el museo está bien
montado. Estremecedores
esos ritos de la muerte, los
chicos con sus posesiones,
que fueron encontrados a
más de cinco mil metros
de altura, conservados
por el frío.
El museo está en la
amplia plaza 9 de Julio,
diseñada según el clásico
esquema de las ciudades
coloniales, con la iglesia, el
Cabildo y su recova ahora
bien iluminados. En las
calles céntricas se pueden
pispear algunos patios de
las viejas casas con
resabios de arquitectura
colonial, mora y andaluza,
patios con aljibe y azulejos.
Muchas de estas casas
donde vivían y viven los
patricios salteños fueron
convertidas en galerías o
shoppings; otras en hoteles,
como la vieja casa de
Patrón Costas, donde se
instaló el Hotel Portal de la
Plaza, austero y confortable.
Otro hotel boutique a tener
en cuenta es Legado
Mítico, de 11 habitaciones,
con amplios espacios, entre
ellos un patio mágico, y
todas las habitaciones
diferentes e inspiradas en
figuras emblemáticas: el
Básicos
Micro: semicama, $195; cama,
$315.
Aéreo: Aerolíneas Argentinas,
desde $ 624; Lan, desde $604.
Alojamiento
En la ciudad hay una amplia oferta
hotelera. Desde modestos lugares
hasta hoteles boutique y cinco
estrellas. Hay hostels por $45. El
hotel Colonial cobra desde $170
hasta $ 300 la doble. Hay Bed &
Breakfast sofisticados a alrededor
de $300.
-Los circuitos turísticos incluyen en
general caminos de cornisa no
asfaltados. Se tarda mucho de un
punto a otro, hay que avanzar
despacio. El paisaje compensa.
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gaucho, la capitana, el colla,
el poeta… todos los salteños
son poetas, pero no todos
son el Cuchi. Menos
novelesco pero bien
confortable —ahora con una
buena gastronomía de
fusiones novoandinas—, el
Sheraton se encuentra en
una ubicación estratégica:
frente al monumento a
Güemes. En la amplia
piscina climatizada se puede
nadar con la ciudad a los
pies.
La bulliciosa calle
Balcarce, conocida como la
Balcarce, es el centro de la
movida para autóctonos y
foráneos, merodeadores
nocturnos de sus peñas y
restaurantes. Las peñas
devinieron híper turísticas y
excesivamente ruidosas.
Para escuchar el verdadero
folclore ni piense en ir a
Valderrama, hace mucho
que ya fue. Hay que imitar a
los salteños o algunos
turistas iniciados y visitar La
Casona del Molino —un taxi
desde el centro no es caro
y es seguro—, un lugar
donde músicos
espontáneos con guitarra y
bombo tocan para ellos
mismos, sin alborotos, en
cualquiera de los salones
de la vieja casa o en el
patio. Y hay buena
gastronomía folclórica,
especialmente el locro y las
empanadas. No es caro;
depende del vino.
Al día siguiente se puede
visitar y regatear en la feria
de artesanías y en el
Mercado Provincial de
Artesanías, menos lujurioso.
Hay de todo: desde mantas
y aguayos antiguos hasta
truchadas.
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