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Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia ...

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a otros en Europa; la llaga era profunda y no bastó este<br />

remedio. El americano odió más al gobierno español<br />

en su corazón, y sólo callaba porque lo hacía callar<br />

la bayoneta. Este odio silencioso pero concentrado<br />

empezó a explayarse un poco con los sucesos <strong>de</strong> Quito<br />

<strong>de</strong>l 10 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1809, las prisiones <strong>de</strong> Nariño, <strong>de</strong><br />

Miñano, Gómez, <strong>de</strong> Azuero, <strong>de</strong> Rosillo y <strong>de</strong> otros<br />

inflamaron los ánimos, pero sin salir el <strong>de</strong>scontento<br />

general <strong>de</strong>l recinto doméstico; se murmuraba con calor<br />

pero al oído. La escena trágica y sangrienta <strong>de</strong> Pore<br />

hizo hablar más recio; los movimientos <strong>de</strong> Caracas, <strong>de</strong><br />

Cartagena, <strong>de</strong>l Socorro y <strong>de</strong> Pamplona reanimaron los<br />

corazones, hasta el punto que una sola palabra bastó<br />

para romper nuestro silencio y los diques <strong>de</strong> nuestro<br />

sufrimiento el 20 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1810.<br />

Día 20 <strong>de</strong> julio<br />

Don José Llorente, español y amigo <strong>de</strong> los ministros<br />

opresores <strong>de</strong> nuestra libertad, soltó una expresión<br />

poco <strong>de</strong>corosa <strong>de</strong> nuestra libertad, soltó una expresión<br />

poco <strong>de</strong>corosa a los americanos; esta noticia se<br />

difundió con rapi<strong>de</strong>z y exaltó los ánimos ya dispuestos<br />

a la venganza. Grupos <strong>de</strong> criollos paseaban alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> la tienda <strong>de</strong> Llorente con el enojo pintado en sus<br />

semblantes. A este tiempo pasó un americano, que<br />

ignoraba lo sucedido, hizo una cortesía <strong>de</strong> urbanidad<br />

a este español; en el momento fue reprendido por<br />

don Francisco Morales, y saltó la chispa que formó<br />

el incendio y nuestra libertad. Todos se agolpan a<br />

la tienda <strong>de</strong> Llorente; los gritos atraen más gente,<br />

y en un momento se vio un pueblo numeroso,<br />

reunido e indignado contra este español y contra sus<br />

amigos. Trabajo costó a don José Moledo aquietar<br />

por este instante los ánimos e impedir las funestas<br />

consecuencias que se temían. Llorente se refugió en<br />

la casa inmediata <strong>de</strong> don Lorenzo Marroquín.<br />

68 Colección Bicentenario

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