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Y entonces los dos hermanos se detuvieron<br />
frente a dos volúmenes que descansaban,<br />
uno junto a otro, sobre el mismo estante.<br />
—¿Qué te parece? —preguntó Gutemberg.<br />
Ambos libros tenían más o menos el<br />
mismo grosor. Muchos dólares cabrían en<br />
sus páginas. Uno era una Biblia. El otro era<br />
Das Kapital.<br />
—Es uno de éstos —dijo Flaubert. Estaba<br />
seguro.<br />
¿Cuál de los dos? ¿Cuál sería la ironía, al<br />
final? ¿El capital bien protegido entre las páginas<br />
de su decreto de muerte o cayendo a<br />
los pies de quien hojease el libro sagrado en<br />
busca de consuelo espiritual? ¿Cuál la lección?<br />
¿Cuál el mensaje? ¿Cuál de los dos libros<br />
su padre estuvo seguro de que jamás sería<br />
abierto por alguien de la familia?<br />
—Tú busca en uno mientras yo busco en<br />
el otro —dijo Gutemberg, más joven y más<br />
práctico.<br />
Los dólares no estuvieron en ninguno de<br />
los libros, y tampoco fueron tantos como la<br />
viuda había pensado. Lo único que restaba era<br />
un billete de cien, en medio de Lo que el viento<br />
se llevó... Y hasta ahora no lo han encontrado.<br />
84<br />
De Falsísima antología de Veríssimo.<br />
Caracas, Ediciones Angria, 1992.<br />
Traducción de Sergio Jablon.