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La Celestina - 10 reglas de oro para el exito

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PLEBERIO.- Subamos e Lucrecia con nosotros.<br />

MELIBEA.- Mas, si a ti plazerá, padre mío, mandar traer algún instrumento <strong>de</strong> cuerdas con que se sufra mi dolor o tañiendo<br />

o cantando, <strong>de</strong> manera que, avnque aquexe por vna parte la fuerça <strong>de</strong> su aci<strong>de</strong>nte, mitigarlo han por otra los dulces sones e<br />

alegre armonía.<br />

PLEBERIO.- Esso, hija mía, luego es hecho. Yo lo voy a mandar aparejar.<br />

MELIBEA.- Lucrecia, amiga mía, muy alto es esto. Ya me pesa por <strong>de</strong>xar la compañía <strong>de</strong> mi padre. Baxa a él e dile que se<br />

pare al pie <strong>de</strong>sta torre, que le quiero <strong>de</strong>zir vna palabra, que se me oluidó que fablasse a mi madre.<br />

LUCRECIA.- Ya voy, señora. [207]<br />

MELIBEA.- De todos soy <strong>de</strong>xada. Bien se ha a<strong>de</strong>reçado la manera <strong>de</strong> mi morir. Algún aliuio siento en ver que tan presto<br />

seremos juntos yo e aqu<strong>el</strong> mi querido amado Calisto. Quiero cerrar la puerta, porque ninguno suba a me estoruar mi muerte. No<br />

me impidan la partida, no me atajen <strong>el</strong> camino, por <strong>el</strong> qual en breue tiempo podré visitar en este día al que me visitó la passada<br />

noche. Todo se ha hecho a mi voluntad. Buen tiempo terné <strong>para</strong> contar a Pleberio mi señor la causa <strong>de</strong> mi ya acordado fin. Gran<br />

sinrazón hago a sus canas, gran ofensa a su vegez. Gran fatiga le acarreo con mi falta. En gran soledad le <strong>de</strong>xo. Y caso que por<br />

mi morir a mis [208] queridos padres sus días se diminuyessen, ¿quién dubda que no aya auido otros más cru<strong>el</strong>es contra sus<br />

padres? Bursia, rey <strong>de</strong> Bitinia, sin ninguna razón, no aquexándole pena como a mí, mató su propio padre. Tolomeo, rey <strong>de</strong><br />

Egypto, a su padre e madre e hermanos e muger, [209] por gozar <strong>de</strong> vna manceba. Orestes a su madre Clistenestra. El cru<strong>el</strong><br />

emperador Nero a su madre Agripina por solo su plazer hizo matar. Estos son dignos <strong>de</strong> culpa, estos son verda<strong>de</strong>ros<br />

parricidas, que no yo; que con mi pena, con mi muerte purgo la culpa, que <strong>de</strong> su dolor se me pue<strong>de</strong> poner. Otros muchos<br />

cru<strong>el</strong>es ouo, que mataron hijos e hermanos, <strong>de</strong>baxo <strong>de</strong> cuyos yerros <strong>el</strong> mío no parescerá gran<strong>de</strong>. Philipo, rey <strong>de</strong> Macedonia;<br />

Hero<strong>de</strong>s, rey <strong>de</strong> Ju<strong>de</strong>a; Constantino, emperador <strong>de</strong> Roma; <strong>La</strong>odice, reyna <strong>de</strong> Capadocia, e Me<strong>de</strong>a, la nigromantesa. Todos<br />

estos mataron hijos queridos e amados, sin ninguna razón, quedando sus personas a saluo. Finalmente, me ocurre aqu<strong>el</strong>la<br />

gran cru<strong>el</strong>dad <strong>de</strong> Phrates, rey <strong>de</strong> los Parthos, que, porque no quedasse sucessor <strong>de</strong>spués dél, mató a Oro<strong>de</strong>, su viejo padre e a<br />

su vnico hijo e treynta hermanos suyos. Estos fueron <strong>de</strong>lictos dignos <strong>de</strong> culpable culpa, que, guardando sus personas <strong>de</strong><br />

p<strong>el</strong>igro, matauan sus mayores e <strong>de</strong>scendientes e hermanos. Verdad es que, avnque todo esto assí sea, no auía <strong>de</strong> remedarlos en<br />

lo que malhizieron; pero no es más en mi mano. Tú, Señor, que <strong>de</strong> mi habla eres testigo, ves mi poco po<strong>de</strong>r, ves quán catiua<br />

tengo mi libertad, quán presos mis sentidos <strong>de</strong> tan po<strong>de</strong>roso amor <strong>de</strong>l muerto [2<strong>10</strong>] cauallero, que priua al que tengo con los<br />

viuos padres.<br />

PLEBERIO.- Hija mía M<strong>el</strong>ibea, ¿qué hazes sola? ¿Qué es tu voluntad <strong>de</strong>zirme? ¿Quieres que suba allá?<br />

MELIBEA.- Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adon<strong>de</strong> yo estó, que estoruaras la presente habla, que te quiero fazer.<br />

<strong>La</strong>stimado, serás breuemente con la muerte <strong>de</strong> tu vnica fija. Mi fin es llegado, llegado es mi <strong>de</strong>scanso e tu passión, llegado es<br />

mi aliuio e tu pena, llegada es mi acompañada hora e tu tiempo <strong>de</strong> soledad. No haurás, honrrado padre, menester instrumentos<br />

<strong>para</strong> aplacar mi dolor, sino campanas <strong>para</strong> sepultar mi cuerpo. Si me escuchas sin lágrimas, oyrás la causa <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong> mi<br />

forçada e alegre partida. No la interrumpas con ll<strong>oro</strong> ni palabras; si no, quedarás más quexoso en no saber por qué me mato, que<br />

dol<strong>oro</strong>so por verme muerta. Ninguna cosa me preguntes ni respondas, más <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong> mi grado <strong>de</strong>zirte quisiere. Porque,<br />

quando <strong>el</strong> coraçón está embargado <strong>de</strong> passión, están cerrados los oydos al consejo e en tal tiempo las frutuosas palabras, en<br />

lugar <strong>de</strong> amansar, acrecientan la saña. Oye, padre mío, mis vltimas palabras e, si como yo espero las recibes, no culparás mi<br />

yerro. Bien [211] vees e oyes este triste e dol<strong>oro</strong>so sentimiento, que toda la ciudad haze. Bien vees este clamor <strong>de</strong> campanas,<br />

este alarido <strong>de</strong> gentes, este aullido <strong>de</strong> canes, este gran<strong>de</strong> estrépito <strong>de</strong> armas. De todo esto fuy yo la causa. Yo cobrí <strong>de</strong> luto e<br />

xergas en este día quasi la mayor parte <strong>de</strong> la cibdadana cauallería, yo <strong>de</strong>xé, oy muchos siruientes <strong>de</strong>scubiertos <strong>de</strong> señor, yo quité<br />

muchas raciones e limosnas a pobres e enuergonçantes, yo fuy ocasión que los muertos touiessen compañía <strong>de</strong>l más acabado<br />

hombre, que en gracia nasció, yo quité a los viuos <strong>el</strong> <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> gentileza, <strong>de</strong> inuenciones galanas, <strong>de</strong> atauíos e brodaduras, <strong>de</strong><br />

habla, <strong>de</strong> andar, <strong>de</strong> cortesía, <strong>de</strong> virtud, yo fuy causa que la tierra goze sin tiempo <strong>el</strong> más noble cuerpo e más fresca juuentud,<br />

que al mundo era en nuestra edad criada. E porque estarás espantado con <strong>el</strong> son <strong>de</strong> mis no acostumbrados <strong>de</strong>litos, te quiero más<br />

aclarar <strong>el</strong> hecho. Muchos días son passados, padre mío, que penaua por amor vn cauallero, que se llamaua Calisto, <strong>el</strong> qual tú<br />

bien conosciste. Conosciste assimismo [212] sus padres e claro linaje: sus virtu<strong>de</strong>s e bondad a todos eran manifiestas. Era tanta<br />

su pena <strong>de</strong> amor e tan poco <strong>el</strong> lugar <strong>para</strong> hablarme, que <strong>de</strong>scubrió su passión a vna astuta e sagaz muger, que llamauan<br />

<strong>C<strong>el</strong>estina</strong>. <strong>La</strong> qual, <strong>de</strong> su parte venida a mí, sacó mi secreto amor <strong>de</strong> mi pecho. Descubría a <strong>el</strong>la lo que a mi querida madre<br />

encobría. Touo manera cómo ganó mi querer, or<strong>de</strong>nó cómo su <strong>de</strong>sseo e <strong>el</strong> mío houiessen efeto. Si él mucho me amaua, no viuía<br />

engañado. Concertó <strong>el</strong> triste concierto <strong>de</strong> la dulce e <strong>de</strong>sdichada execución <strong>de</strong> su voluntad. Vencida <strong>de</strong> su amor, dile entrada en<br />

tu casa. Quebrantó con escalas las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tu huerto, quebrantó mi propósito. Perdí mi virginidad. D<strong>el</strong> qual <strong>de</strong>leytoso yerro<br />

<strong>de</strong> amor gozamos quasi vn mes. E como esta passada noche viniesse, según era acostumbrado, a la bu<strong>el</strong>ta <strong>de</strong> su venida, como<br />

<strong>de</strong> la fortuna mudable estouiesse dispuesto e or<strong>de</strong>nado, según su <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada costumbre, como las pare<strong>de</strong>s eran altas, la noche<br />

escura, la escala <strong>de</strong>lgada, los siruientes que traya no diestros en aqu<strong>el</strong> género <strong>de</strong> seruicio e él baxaua pressuroso a uer vn<br />

ruydo, que con sus criados sonaua en la calle, con <strong>el</strong> gran ímpetu que leuaua, no vido bien los passos, puso <strong>el</strong> pie en vazío e

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