ventas e compras <strong>de</strong> tu engañosa feria no prósperamente sucedieron, como aqu<strong>el</strong>, que mucho ha fasta agora callado tus falsas propieda<strong>de</strong>s, por no encen<strong>de</strong>r con odio tu yra, porque no me secasses sin tiempo esta flor, que este [219] día echaste <strong>de</strong> tu po<strong>de</strong>r. Pues agora sin temor, como quien no tiene qué per<strong>de</strong>r, como aqu<strong>el</strong> a quien tu compañía es ya enojosa, como caminante pobre, que sin temor <strong>de</strong> los cru<strong>el</strong>es salteadores va cantando en alta boz. Yo pensaua en mi más tierna edad que eras y eran tus hechos regidos por alguna or<strong>de</strong>n; agora visto <strong>el</strong> pro e la contra <strong>de</strong> tus bienandanças, me pareces vn laberinto <strong>de</strong> errores, vn <strong>de</strong>sierto espantable, vna morada <strong>de</strong> fieras, juego <strong>de</strong> hombres que andan en corro, laguna llena <strong>de</strong> cieno, región llena <strong>de</strong> espinas, monte alto, campo pedregoso, prado [220] lleno <strong>de</strong> serpientes, huerto florido e sin fruto, fuente <strong>de</strong> cuydados, río <strong>de</strong> lágrimas, mar <strong>de</strong> miserias, trabajo sin prouecho, dulce ponçoña, vana esperança, falsa alegría, verda<strong>de</strong>ro dolor. Céuasnos, mundo falso, con <strong>el</strong> manjar <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>leytes; al mejor sabor nos <strong>de</strong>scubres <strong>el</strong> anzu<strong>el</strong>o: no lo po<strong>de</strong>mos huyr, que nos tiene ya caçadas las volunta<strong>de</strong>s. Prometes mucho, nada no cumples; échasnos <strong>de</strong> ti, porque no te podamos pedir que mantengas tus vanos prometimientos. Corremos por los prados <strong>de</strong> tus viciosos vicios, muy <strong>de</strong>scuydados, a rienda su<strong>el</strong>ta; <strong>de</strong>scúbresnos la c<strong>el</strong>ada, quando ya no ay lugar <strong>de</strong> boluer. Muchos te <strong>de</strong>xaron con temor <strong>de</strong> tu arrebatado <strong>de</strong>xar: bienauenturados se llamarán, quando vean <strong>el</strong> galardón, que a este triste viejo as dado en pago <strong>de</strong> tan largo seruicio. Quiébrasnos <strong>el</strong> ojo e vntasnos [221] con consu<strong>el</strong>os <strong>el</strong> caxco. Hazes mal a todos, porque ningún triste se halle solo en ninguna aduersidad, diziendo que es aliuio a los míseros, como yo, tener compañeros en la pena. Pues <strong>de</strong>sconsolado viejo, ¡qué solo estoy! Yo fui lastimado sin hauer ygual compañero <strong>de</strong> semejante dolor; avnque más en mi fatigada memoria rebu<strong>el</strong>uo presentes e passados. Que si aqu<strong>el</strong>la seueridad e paciencia <strong>de</strong> Paulo Emilio [222] me viniere a consolar con pérdida <strong>de</strong> dos hijos muertos en siete días, diziendo que su animosidad obró que consolasse él al pueblo romano e no <strong>el</strong> pueblo a él, no me satisfaze, que otros dos le quedauan dados en adobción. ¿Qué compañía me ternán en mi dolor aqu<strong>el</strong> Pericles, capitán ateniense, ni <strong>el</strong> fuerte Xenofón, pues sus pérdidas fueron <strong>de</strong> hijos absentes <strong>de</strong> sus tierras? Ni fue mucho no mudar su frente e tenerla serena e <strong>el</strong> otro respon<strong>de</strong>r al mensajero, que las tristes albricias <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su hijo le venía a pedir, que no recibiesse él pena, que él no sentía pesar. Que todo esto bien diferente es a mi mal. Pues menos podrás <strong>de</strong>zir, mundo lleno <strong>de</strong> males, que fuimos semejantes en pérdida aqu<strong>el</strong> Anaxágoras e yo, que seamos yguales en sentir e que responda yo, muerta mi amada hija, lo que <strong>el</strong> su vnico hijo, que dijo: como yo fuesse mortal, sabía que hauía <strong>de</strong> morir <strong>el</strong> que yo engendraua. Porque mi M<strong>el</strong>ibea mató a sí misma [223] <strong>de</strong> su voluntad a mis ojos con la gran fatiga <strong>de</strong> amor, que la aquexaba; <strong>el</strong> otro matáronle en muy lícita batalla. ¡O incom<strong>para</strong>ble pérdida! ¡O lastimado viejo! Que quanto más busco consu<strong>el</strong>os, menos razón fallo <strong>para</strong> me consolar. Que, si <strong>el</strong> profeta e rey Dauid al hijo, que enfermo lloraua, muerto no quiso llorar, diziendo que era quasi locura llorar lo irrecuperable, quedáuanle otros muchos con que soldase su llaga; e yo no ll<strong>oro</strong> triste a <strong>el</strong>la muerta, pero la causa <strong>de</strong>sastrada <strong>de</strong> su morir. Agora per<strong>de</strong>ré contigo, mi <strong>de</strong>sdichada hija, los miedos e temores, que cada día me espauorecían: sola tu muerte es la que a mí me haze seguro <strong>de</strong> sospecha. ¿Qué haré, quando entre en tu cámara e retraymiento e la halle sola? ¿Qué haré <strong>de</strong> que no me respondas, si te llamo? ¿Quién me podrá cobrir la gran falta, que tú me hazes? Ninguno perdió lo que yo <strong>el</strong> día <strong>de</strong> oy, avnque algo conforme parescía la fuerte animosidad <strong>de</strong> <strong>La</strong>mbas [224] <strong>de</strong> Auria, duque <strong>de</strong> los ginoveses, que a su hijo herido con sus braços <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la nao echó en la mar. Porque todas estas son muertes que, si roban la vida, es forçado <strong>de</strong> complir con la fama. Pero ¿quién forjó a mi hija a morir, sino la fuerte fuerça <strong>de</strong> amor? Pues, mundo, halaguero, ¿qué remedio das a mi fatigada vegez? ¿Cómo me mandas quedar en ti, conosciendo tus falacias, tus lazos, tus ca<strong>de</strong>nas e re<strong>de</strong>s, con que pescas nuestras flacas volunta<strong>de</strong>s? ¿A dó me pones mi hija? ¿Quién acompañará mi <strong>de</strong>sacompañada morada? ¿Quién terná en regalos mis años, que caducan? ¡O amor, amor! ¡Que no pensé que tenías [225] fuerça ni po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> matar a tus subjectos! Herida fue <strong>de</strong> ti mi juuentud, por medio <strong>de</strong> tus brasas passé: ¿cómo me soltaste, <strong>para</strong> me dar la paga <strong>de</strong> la huyda en mi vegez? Bien pensé que <strong>de</strong> tus lazos me auía librado, quando los quarenta años toqué, quando fui contento con mi conjugal compañera, quando me vi con <strong>el</strong> fruto, que me cortaste <strong>el</strong> día <strong>de</strong> oy. No pensé que tomauas en los hijos la vengança <strong>de</strong> los padres. Ni sé si hieres con hierro ni si quemas con fuego. Sana <strong>de</strong>xas la ropa; lastimas <strong>el</strong> coraçón. Hazes que feo amen e hermoso les parezca. ¿Quién te dio tanto po<strong>de</strong>r? ¿Quién te puso nombre, que no te conuiene? Si amor fuesses, amarías a tus siruientes. Si los amasses, no les darías pena. Si alegres viuiessen, no se matarían, como agora mi amada hija. ¿En [226] qué <strong>para</strong>ron tus siruientes e sus ministros? <strong>La</strong> falsa alcahueta <strong>C<strong>el</strong>estina</strong> murió a manos <strong>de</strong> los más fi<strong>el</strong>es compañeros, que <strong>el</strong>la <strong>para</strong> su seruicio enponçoñado, jamás halló. Ellos murieron <strong>de</strong>gollados. Calisto, <strong>de</strong>speñado. Mi triste hija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto todo causas. Dulce nombre te dieron; amargos hechos hazes. No das yguales galardones. Iniqua es la ley, que a todos ygual no es. Alegra tu sonido; entristece tu trato. Bienauenturados los que no conociste o <strong>de</strong> los que no te curaste. Dios te llamaron otros, no sé con qué error <strong>de</strong> su sentido traydos. Cata que Dios mata los que crió; tú matas los que te siguen. Enemigo <strong>de</strong> toda razón, a los que menos te siruen das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa dança. Enemigo <strong>de</strong> amigos, amigo <strong>de</strong> enemigos, ¿por qué te riges sin or<strong>de</strong>n ni concierto? Ciego te pintan, pobre e moço. Pónente vn arco en la mano, con que tiras a tiento; más ciegos son tus ministros, que jamás sienten ni veen <strong>el</strong> <strong>de</strong>sabrido galardón, que saca <strong>de</strong> tu seruicio. Tu fuego es <strong>de</strong> ardiente rayo, que jamás haze señal dó llega. <strong>La</strong> leña, que gasta tu [227] llama, son almas e vidas <strong>de</strong> humanas criaturas. <strong>La</strong>s quales son tantas, que <strong>de</strong> quien començar pueda, apenas me ocurre. No solo <strong>de</strong> christianos; mas <strong>de</strong> gentiles e judíos e todo en pago <strong>de</strong> buenos seruicios. ¿Qué me dirás <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong> Macías <strong>de</strong> nuestro tiempo, cómo acabó amando, cuyo triste fin tú fuiste la causa? ¿Qué hizo por ti
Paris? ¿Qué Elena? ¿Qué hizo Ypermestra? ¿Qué Egisto? Todo <strong>el</strong> mundo lo sabe. Pues a Sapho, Ariadna, Leandro, ¿qué pago les diste? Hasta Dauid e Salomón no quisiste <strong>de</strong>xar sin pena. Por tu amistad Sansón pagó lo que mereció, por creerse <strong>de</strong> quien tú le forçaste a darle fe. Otros muchos, que callo, porque tengo harto que contar en mi mal. D<strong>el</strong> mundo me quexo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a M<strong>el</strong>ibea, no nascida no amara, no amando cessara mi quexosa e <strong>de</strong>sconsolada postrimería. ¡O mi compañera buena! ¡O mi hija <strong>de</strong>spedaçada! ¿Por qué no quesiste que estoruasse tu muerte? ¿Por qué no houiste lástima <strong>de</strong> tu querida e amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cru<strong>el</strong> con tu viejo padre? ¿Por qué me <strong>de</strong>xaste, quando yo te havía <strong>de</strong> <strong>de</strong>xar? ¿Por qué me <strong>de</strong>xaste penado? ¿Por qué me <strong>de</strong>xaste triste e solo in hac lachrymarum valle? [229] [231] Pues aquí vemos quan mal fenescieron aquestos amantes, huygamos su dança, amemos a aqu<strong>el</strong>, que espinas y lança, açotes y clauos su sangre vertieron. Los falsos judíos su haz escupieron, vinagre con hi<strong>el</strong> fue su potación; porque nos lleue con <strong>el</strong> buen ladrón, <strong>de</strong> dos que a sus santos lados pusieron. No du<strong>de</strong>s ni ayas verguença, lector, [230] narrar lo lasciuo, que aquí se te muestra: que siendo discreto verás qu' es la muestra por don<strong>de</strong> se ven<strong>de</strong> la honesta lauor. De nuestra vil massa con tal lamedor consiente coxquillas <strong>de</strong> alto consejo con motes e trufas <strong>de</strong>l tiempo más viejo: escriptas a bu<strong>el</strong>tas le ponen sabor. Y assí no me juzgues por esso liuiano; más antes z<strong>el</strong>oso <strong>de</strong> limpio biuir, z<strong>el</strong>oso <strong>de</strong> amar, temer y seruir al alto Señor y Dios soberano. Por en<strong>de</strong>, si vieres turuada mi mano, turuias con claras mezclando razones, <strong>de</strong>xa las burlas, qu' es paja e grançones, sacando muy limpio d' entr' <strong>el</strong>las <strong>el</strong> grano. FIN Concluye <strong>el</strong> autor Aplicando la obra al propósito por que la acabó Alonso <strong>de</strong> Proaza corrector <strong>de</strong> la impresión. Al lector
- Page 1 and 2:
La Celestina Fernando de Rojas Intr
- Page 3 and 4:
La edición de Sevilla de 1502 fue
- Page 5 and 6:
Talavera, desde el 15 de Febrero al
- Page 7 and 8:
de Calisto son todavía menos roman
- Page 9 and 10:
hiziesse, antes distraydo de los de
- Page 11 and 12:
Amonesta a los que aman que siruan
- Page 13 and 14:
Argumento de toda la obra Calisto f
- Page 15 and 16:
SEMPRONIO.- Destemplado está esse
- Page 17 and 18:
SEMPRONIO.- A los que las vencieron
- Page 19 and 20:
ELICIA.- ¡Ay! ¡Maldito seas, tray
- Page 21 and 22:
de vidrio, de arambre, de estaño,
- Page 23 and 24:
PÁRMENO.- Por esso lloro. Que, si
- Page 25 and 26:
Cata el cornudo: sola la dexa. Dale
- Page 27 and 28:
CALISTO.- Tú, Pármeno, ¿qué te
- Page 29 and 30:
¿Tengo otra casa o viña? ¿Conóc
- Page 31 and 32:
Celestina, andando por el camino, h
- Page 33 and 34:
ay, señora!, si lo dicho viene aco
- Page 35 and 36:
Pues auísale que se aparte deste p
- Page 37 and 38:
CELESTINA.- Señora, sofrite con te
- Page 39 and 40: vn mote, reprehendiéndolo Semproni
- Page 41 and 42: sus seruidores verdugos de mi postr
- Page 43 and 44: CELESTINA.- Avnque no lo esté, deu
- Page 45 and 46: es la que más la sostiene. Cata, h
- Page 47 and 48: AREUSA.- Bien me dizes, señora tí
- Page 49 and 50: CELESTINA.- ¿Qué es eso, Areusa?
- Page 51 and 52: SEMPRONIO.- Según tu opinión, sí
- Page 53 and 54: SEMPRONIO.- Señor, no es todo blan
- Page 55 and 56: AREUSA.- Pues no la has tu visto co
- Page 57 and 58: CELESTINA.- ¿Trabajo, mi amor? Ant
- Page 59 and 60: jamás que podía dolor priuar el s
- Page 61 and 62: CELESTINA.- Yo lo tengo pensado, yo
- Page 63 and 64: alcançar e tenías sofrimiento? Ag
- Page 65 and 66: atento, que no las sientan todas pe
- Page 67 and 68: SEMPRONIO.- Todas las vertí por yr
- Page 69 and 70: CELESTINA.- Pídelo, hijo, a tu amo
- Page 71 and 72: TRISTÁN.- Ya voy, señor. CALISTO.
- Page 73 and 74: MELIBEA.- Los ángeles sean en su g
- Page 75 and 76: necessarias muchas prueuas e que fu
- Page 77 and 78: no quiso dar parte a Sempronio ni a
- Page 79 and 80: en vano. Por demás es la cítola e
- Page 81 and 82: visitación siempre me alegrarás e
- Page 83 and 84: temido de hombres e querido de muge
- Page 85 and 86: qué de abraços te dará! Saltos d
- Page 87 and 88: lugar, que serás sentida. Señora,
- Page 89: cayó. De la triste cayda sus más
- Page 93: No quiere mi pluma ni manda razón