principales leyendas y mitos chilenos - Dean Amory
Compilacion de las leyendas y mitos populares de Chile.
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La llorona - 2<br />
Aproximadamente en el año 1800 llegó a la villa de San José de Maipo, desde<br />
Santiago, acompañada por su esposo y sus<br />
hijos, una mujer llamada Norma. San José era un pequeño y tranquilo poblado en<br />
el que vivían unas pocas familias campesinas y los mineros del yacimiento de<br />
San Pedro Nolasco. Norma y su familia se instalaron en una pequeña casita cerca<br />
del río, en lo que hoy llamamos “Camping del Río”. Allí, como cualquier mujer<br />
de la época, se dedicó a criar a los hijos y a plantar y cuidar su huerto, mientras<br />
su marido trabajaba en la mina y se aparecía muy de vez en cuando por casa. Se<br />
sabe, sin embargo, que la soledad, la paz, suele hacer surgir desde lo más hondo<br />
de la psique humana aspectos desconocidos y a veces siniestros de la<br />
personalidad. Eso fue lo que aconteció con Norma.<br />
El tiempo pasaba. Ella no lo notó al principio, pero de pronto un día se dio cuenta<br />
que su marido cada vez venía menos a casa. Comprendió que su ausencia se<br />
debía al mucho trabajo que él tenía, pero eso no la consoló. La mujer entristeció<br />
al principio, mas quizás qué defensa interior oculta hizo que se fuera poniendo<br />
cada vez más agresiva, y nadie sabe cómo, terminó mezclándose en magia negra.<br />
Esto último fue la gran noticia-copucha que comenzó a rumorearse por esos días<br />
por San José, que la tal Norma que vive cerca del río practica la magia negra y<br />
todo tipo de asuntos raros con el fin de dominar a las personas. Se decía que<br />
cuando sus hijos se dormían, ella iba río arriba, hacia el sur, y sacrificaba<br />
guaguas al mismísimo Satanás, a quien también se ofrecía en cuerpo y alma.<br />
Asimismo, contaban que encendía una hoguera y cumplía extraños ritos con los<br />
animales.<br />
Fue un largo tiempo el que pasó mientras Norma se dedicaba a sus oscuras<br />
actividades y su esposo no se aparecía, hasta que un buen o mal día, éste llegó de<br />
visita. Antes de ir a casa, en un lugar de mal beber, se puso al tanto de todas las<br />
atrocidades que se rumoreaban sobre su mujer. Cuando llegó al hogar a orillas<br />
del río conversó con ella, pero ésta negó todo. Sin embargo, la intranquilidad ya<br />
se había apoderado del corazón del hombre. Por eso, un día, después de que su<br />
mujer se levantó a medianoche, él la siguió hacia el lugar donde practicaba sus<br />
ritos oscuros, y vio, con horror, cómo quemaba unos bebés en la hoguera y luego<br />
se entregaba a juegos prohibidos con un macho cabrío negro de ojos rojos<br />
mientras invocaba al Señor de la Oscuridad.<br />
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