principales leyendas y mitos chilenos - Dean Amory
Compilacion de las leyendas y mitos populares de Chile.
Compilacion de las leyendas y mitos populares de Chile.
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ella y su familia ahora? ¿muertos tal vez? ¿enterrados o ahogados? ¿destrozados y<br />
carbonizados? ¡sólo Dios lo sabe!<br />
Mientras él, se encontraba en estos instantes en lugar seguro delante de su choza<br />
como petrificado, imposibilitado de poder ayudar a nadie. También en esta ocasión<br />
expedía el volcán hacia el cielo nocturno con estruendo ensordecedor rocas<br />
candentes y lava candente. Algunos de ellos ya habían alcanzado el lago Paimún.<br />
Con tremendos silbidos se volcaban hacía él. Enormes nubes blancas de vapor<br />
emanaban del lago. Como un enorme telón impedían de tiempo en tiempo la visión<br />
del horrendo drama de la naturaleza. Zigzagueantes sombras de diversos colores y<br />
originadas por el humo y vapor ondeante dieron vida real a la terrible escena,<br />
cambiando permanentemente la pavorosa imágen del suceso.<br />
Repentinamente lo rodearon dos tibios brazos de mujer desde su espalda. El viejo<br />
cacique temblaba, mientras un suave rostro se plegaba cariñosamente al suyo,<br />
curtido por el sol y el viento. ¿Por qué estás temblando, papá? ¿Por aquel cerro<br />
furioso?. Ya se volverá a calmar de nuevo!” “Es cierto, Zulema; pero piensa en los<br />
seres que residen allí en sus laderas!” “Entre ellos tu hermana mayor y su familia.<br />
¿Todos aquellos, que caprichosamente volvieron a edificar al pie del volcán están<br />
inevitablemente perdidos! terrible y furioso como hoy no lo tengo en memoria<br />
cuando niño. Cuando el desastre se devoró la mitad de nuestra gente. ¿O será que<br />
aún fui tan pequeño, que no pude apreciar y comprender a magnitud de aquella<br />
destrucción? ¡Si el cerro sigue enfurecido varios días como en estos momentos no<br />
se salvará ni una sola alma de los que residen allá!”. Sus últimas palabras fueron<br />
acompañadas de un espantoso tronar, mientras el suelo oscilaba en un vaivén, como<br />
si la costra terrestre fuera hecha de cartón ondulado. Nahuel se había levantado<br />
sobresaltado. Repentinamente ambos se encontraron abrazados. Los movimientos<br />
ondulantes de la tierra iban en aumento. Enormes árboles milenarios se movían<br />
amacándose de un lado a otro como si fueran tiernas plantas azotadas por el viento.<br />
Lentamente iba mermando y alejándose el tronar subterráneo. Súbitamente un<br />
inmenso haz de fuego se elevó del cráter. Se mantenía erigido contra el cielo<br />
nocturno como una enorme antorcha para luego hundirse en la oscuridad.<br />
Con materna ternura abrazaba Zulema a su padre. Con ojos desorbitados se<br />
mantenía parado el pobre viejo como petrificado. “Querido padre”: un pañuelo.<br />
“Ningún poder humano es capaz de desviar el destino. El destino de uno está<br />
marcado ya desde su nacimiento. Yo presiento el mio!” Nuevamente, temblaba el<br />
anciano en sus brazos, sollozando como niño asustado. El también presentía<br />
aproximarse algo terrible, algo inevitable, atroz y perverso.<br />
El volcán se portó similar a la erupción anterior durante su niñez. Con todo su<br />
ímpetu enfurecido actuó durante tres días y tres noches. Expulsó de su interior<br />
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