CULTURA - CREA - Universidad UNIACC
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5. La entrada a otro mundo.<br />
La <strong>Universidad</strong> es la puerta a la aristocracia. Entiendo como tal la decisión por los<br />
mejores, y no planteo ni una cuestión de sangres más o menos teñidas ni una de<br />
privilegios hereditarios: por el contrario, lo que planteo es que somos, a través de<br />
la estrecha puerta de la Academia, el punto de acceso abierto a todos y que lleva,<br />
al que franqueó la primera barrera, al sentido final de la educación, y de lo que no<br />
puedo sino llamar alta cultura, que es la creación de una persona integral.<br />
Frente a lo que un autor llamó el desánimo, frente a lo que se nos ha querido<br />
presentar como el fin de la historia, cortándonos el futuro, y frente a un post<br />
modernismo que quiere borrar el pasado, no podemos sino afirmar los conceptos<br />
mismos que crean al hombre: a la base de nuestras esperanzas y de nuestra<br />
grandeza está la capacidad de crear, de hacer y de interpretar el mundo como una<br />
creación humana, como una cultura alta por su complejidad y por su fuerza en<br />
llevarnos a preferir aquello que es mejor a aquello que es mediocre, o transitorio.<br />
La cultura de cada pueblo es la cultura de sus grupos dominantes. No se trata<br />
de una aserción clasista, sino simplemente de una reflexión sobre el hecho de<br />
que son las clases altas las que determinan gustos, sentimientos, y lenguaje, en<br />
cada sociedad. Nos encontramos con una contradicción interna inevitable, ya que<br />
una vez asimilada por las otras clases lo que es la cultura más compleja, aquella<br />
Hochkultur que mencionaba y que fue bautizada en el gran siglo de la burguesía<br />
ilustrada, los grupos dominantes cambian de interés; la cultura, entre otras<br />
funciones, cumple con la de separar al que la detenta del resto de los mortales.<br />
La tesis básica de estas reflexiones es que la cultura tiene como característica<br />
principal, o como núcleo central, el lenguaje. La diferencia entre Alta Cultura<br />
y Cultura Popular se hace evidente en el uso de las palabras y nuestra forma<br />
de pronunciarlas. No es el hábito el que hace al monje, es su conocimiento del<br />
latín, como lengua mágica, o de la que sea la lengua que domina en un momento<br />
determinado, y que, a través del poder de quienes la hablan, adquiere su propia<br />
magia. Porque la Alta Cultura también se sirve de la magia y de los símbolos para<br />
hacer ver la diferencia, los rituales son parte de la diferenciación entre el que los<br />
conoce, y efectúa, y el que se deja encantar por ellos.<br />
Toda cultura, como se planteaba más arriba, es un compendio de culturas, es un<br />
torrente creado por muchas vertientes, menores y mayores. Así se forman también<br />
las lenguas, y a través del uso de esos símbolos que son las palabras podemos<br />
seguir las líneas de la dominación cultural.<br />
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