CULTURA - CREA - Universidad UNIACC

14. La baja y la alta, del guitarrón al clavecín.
Veíamos como la Alta Cultura y la Popular se confunden, siendo ambas modos
de vida y de comprensión del mundo basadas en tradiciones entremezcladas.
De la Plaza a Palacio hay menos diferencia de la que pretenden los cronistas de
Vida Social, las genealogías olvidan descuidos y plenilunios y los que viven en los
barrios altos suelen tener peores maneras que los que viven en la población. Así
como es difícil definir cultura en general, es complicado marcar los límites de la
Alta Cultura.
Por una parte, está la moda, que determina que algunos grupos sean los que deciden
lo que es Alta, y lo que se excluye. Estos grupos no son necesariamente los mejores
calificados, pero suelen ser los que tienen el poder de decisión, eventualmente el
control de los medios. Lo que no aceptan, simplemente desaparece. Aclarando
que es una desaparición temporal, porque la elegancia de la cultura se impone por
sobre los caprichos pasajeros. Para entender estas posiciones debemos recordar
que la cultura es una manera de diferenciarnos; ya recordé que cuando los grupos
dominantes ven que su cultura se extiende hacia abajo, la cambian, así como
varían el vocabulario cuando éste es comprendido, y utilizado, por todos.
La Alta varía también en la medida en que cambia el mundo de la creación, nuevas
obras, nuevos estudios, hacen que comencemos a reconocer la importancia de
culturas que habíamos pasado por alto. Para dar sólo dos ejemplos, el Gótico,
reconocido como la voz del silencio más poderosa producida en una época en
Europa, recibió su nombre como un insulto, porque lo gótico era lo bárbaro, y
porque se creaba algo totalmente distinto. Llegaron los románticos, con su amor
por la Edad Media y su rescate del arte popular, y lo gótico fue apreciado, estudiado
y además imitado.
Así como en los estilos, en los autores. Shakespeare pasó siglos de olvido, Góngora
fue ridiculizado, en una época en que los que se consideraban, y seguramente
eran, cultos, no querían reconocer el poder del barroco.
Se hace difícil entonces discutir sobre el tema. Lo que no impide que nadie
confunda la música seria con los productos comerciales en boga (o casi nadie que
cuente), o el lenguaje culto con jergas de moda. En algún punto está la diferencia,
y encontrarla importa, porque es la que nos abre las puertas del mundo profundo.
Aquél en el que podemos encontrar sentido a lo que hacemos y a lo que no
hacemos, al pasado y quizás al futuro. El mundo de la cultura que nos haga hace
sentir y pensar, y que nos da la trascendencia que antes sólo ofrecían, no siempre
con promesa cumplida, las religiones.
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