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CULTURA - CREA - Universidad UNIACC

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Las palabras son hechizo, como lo son las cifras. El encantamiento contra los<br />

severos ancianos en el poema de Cátulo (x) evita la magia adversa a través de una<br />

repetición que haga imposible contar los besos.<br />

La palabra, la lengua, nos dan nuestra identidad, no hay pensamiento sin lengua,<br />

no hay cultura sin palabras. Si perdemos nuestra lengua perdemos nuestra cultura.<br />

El lenguaje nos crea la malla que nos permite ordenar nuestra cultura en un todo<br />

coherente. Precisamos de referencias claras para ordenar las comunicaciones que<br />

recibimos en nuestra vida diaria, y para utilizarlas. Cuando el lenguaje se trivializa, y<br />

cuando aceptamos como propia una cultura que no es la nuestra, distorsionamos<br />

nuestro propio ser. La cultura dominante nos invade a través del lenguaje y precisa<br />

de una larga elaboración para pasar al nuestro. Cuando asimilamos el lenguaje y<br />

lo sentimos como propio, hemos asimilado la cultura. Sin embargo a veces los<br />

conceptos de una cultura no admiten traducción directa a otra, y quedamos con<br />

una palabra que no responde a un concepto cultural que nos sea comprensible.<br />

Para continuar con esta utilización de la cultura como medio de separar y marcar<br />

distancias es interesante pensar en la lengua inglesa. Su doble origen es evidente,<br />

por una parte el lenguaje de los sajones, por otra el de los conquistadores<br />

normandos, de lengua francesa. Hastings, la batalla que comienza la nueva<br />

historia, y marca la nueva lengua-cultura, es una lucha entre dos reyes vikingos<br />

aculturados, Haroldo y Guillermo el Conquistador. Vence desde luego la lengua de<br />

este último, la historia la hacen los vencedores, para convertirla en mito. El inglés<br />

comienza entonces una espléndida travesía, con una cultura en que los vocablos<br />

germánicos indican la cultura de los vencidos, y los franceses, de origen latino, la<br />

de los vencedores.<br />

Lo referente a la crianza de animales domésticos es sajón, lo referente a su recepción<br />

en la mesa es francés. La cultura se va armando y enriqueciendo. Siendo finalmente<br />

el patrimonio de todos, fundidos en el tradicional crisol. Ivanhoe, héroe de nuestra<br />

preadolescencia, a menudo de nuestra madurez, nos entrega como novela un<br />

diálogo de deliciosa y amarga ironía entre el bufón, Wamba, y el porquerizo, Gurt,<br />

en lo es que una introducción magistral al uso de las palabras como barrera y<br />

realidad social. Ambos reflexionan sobre la diferencia entre “swine”, en inglés<br />

arcaico “swin”, restringido a los sajones, de origen germánico, y “pork”, del latín<br />

“porcus”, a través del francés “porc”. Los étimos pasan a indicar la separación<br />

social, en que los sajones crían al “swine”, que no llega a enriquecer sus mesas,<br />

mientras los normandos lo comen como “pork”. Los ejemplos relacionados con la<br />

mesa son muchos y tienen la misma característica, que es el lenguaje del estatus,<br />

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