CULTURA - CREA - Universidad UNIACC
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La crítica a Internet, y a la televisión, apunta siempre a lo mismo, se los acusa de<br />
rebajar el nivel cultural de los usuarios y las audiencias, sin mayor razón que la<br />
ganancia, poniendo intereses económicos por sobre los culturales. Más allá de la<br />
verdad o la justicia de la acusación está el reconocer que los medios funcionan<br />
dentro de una sociedad determinada, y responden a lo que les parecen ser sus<br />
necesidades o sus gustos. Es cierto que los gustos están en parte condicionados<br />
por los medios, pero no es menos cierto que una visión olímpica de las audiencias<br />
y de la cultura no responde a ninguna realidad, ni actual ni de siglos pasados.<br />
Antes de la televisión fueron la radio, los cómics, el cine, los libros llenos de<br />
sentimientos cursis o baratos. Todos fueron criticados por los apóstoles de la<br />
cultura alta. También fueron criticados los buenos libros, y los descubrimientos<br />
de la ciencia. Los críticos tenían entonces un poder que han perdido y los<br />
malhechores pagaban con multas, cárcel o la hoguera sus pecados contra las<br />
buenas costumbres de la cultura imperante.<br />
La cultura amparaba la moralidad de la época, que hacía llevar a la clandestinidad<br />
conductas que hoy nos aparecen como asuntos privados, que por lo tanto a la<br />
sociedad, o a la ley, no le conciernen. Los mismos que hoy protestan contra el mal<br />
gusto de la televisión rasgaron vestiduras a favor de la libertad de expresarse de<br />
todos los grupos, incluso los minoritarios.<br />
Si la alta cultura teme la contaminación de la cultura comercial, el remedio está<br />
en el apretar de un botón. Lo demás es lo peor que puede sucederle a cualquier<br />
manifestación humana, la censura, en la cual se comienza por el problema de<br />
decidir quién censura, para luego permitirle dictar lo que podemos ver y oír.<br />
La cultura a la que aspiramos, la que la <strong>Universidad</strong> entrega a través de la formación<br />
de los jóvenes, es la del buen gusto, la moderación en el pensar y en el actuar, la<br />
reflexión como base de la conducta y el justo medio como compromiso ético y<br />
estético. Se aprende a distinguir lo importante de lo efímero, y a apreciar valores<br />
humanistas y aceptados por la comunidad social.<br />
Estos parámetros suenan simplistas y antiguos, porque lo son, pero están a la<br />
base de un mundo en el cual olvidarlos es cada día más peligroso.<br />
Es un lugar común repetir que los medios de comunicación son exactamente lo<br />
contrario, y que envilecen a las masas. Aunque, como todo lugar común, tenga<br />
una base de verdad, debemos cuidarnos de las generalizaciones.<br />
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