REBELDIA 40.qxp - Indymedia Argentina
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<strong>REBELDIA</strong> <strong>40.qxp</strong> 21/04/2006 01:43 p.m. PÆgina 61<br />
del ferrocarril. Este incendio arrasó<br />
con la mitad del barrio cuyas casas<br />
eran, en su mayoría, de carrizo y<br />
techo de palma. Y aunque sólo hubo<br />
daños materiales, la gente afectada lo<br />
perdió todo. A pesar de que tenía las<br />
pruebas en su contra, la empresa<br />
ferroviaria no aceptó ninguna responsabilidad,<br />
y se negó a pagar los daños<br />
a la población afectada.<br />
Los sabotajes contra el ferrocarril<br />
ocurrieron de diferentes formas:<br />
descarrilamientos, incendios de tareas<br />
de leña y robo de durmientes. Los<br />
descarrilamientos de trenes —ya sea<br />
atravesando durmientes en la vía o<br />
clavando obstáculos (trozos de metal,<br />
madera o clavos) entre las empataduras<br />
de los rieles, preferentemente en<br />
las curvas— no proporcionaron ninguna<br />
ganancia material a sus autores.<br />
Lo mismo los incendios de las tareas<br />
de leña. Pero sí constituían un ajuste<br />
de cuentas de bajo perfil, como siempre<br />
sospecharon los conductores y<br />
supervisores del ferrocarril. El único<br />
método que proporcionó ganancias a<br />
sus autores fue el robo de durmientes,<br />
pero este tipo de atentados fueron<br />
escasos en comparación con los otros.<br />
Los conductores y supervisores<br />
del ferrocarril, como trabajadores de<br />
alta jerarquía del proyecto porfirista<br />
más importante y moderno de la<br />
región, tenían el poder suficiente para<br />
detener sin pruebas a los que consideraban<br />
“sospechosos” de realizar los<br />
atentados. De modo que ilegalmente<br />
se atribuían funciones de policía, y<br />
remitían a los que capturaban a las<br />
autoridades municipales o judiciales,<br />
en quienes siempre encontraban total<br />
respaldo. Por su parte, los señalados<br />
como sospechosos siempre fueron<br />
labradores zapotecos, quienes inermes<br />
enfrentaban los procesos judiciales<br />
y eran obligados a pagar fianzas<br />
para obtener su libertad.<br />
61<br />
Las pruebas esgrimidas por conductores y supervisores<br />
ferrocarrileros fueron generalmente suposiciones sin evidencias;<br />
sólo hubo un caso documentado con evidencias que<br />
implicaron a los responsables. Esas suposiciones se basaban<br />
en las intuiciones de los acusadores acerca del rechazo y los<br />
deseos de venganza de los campesinos zapotecos contra el<br />
ferrocarril. Por ello, los denunciantes sospechaban de ciertas<br />
actitudes y circunstancias, que según ellos eran prueba suficiente,<br />
como por ejemplo: estar viendo cómo se descarrila el<br />
tren, pasar cerca del lugar del descarrilamiento, ser dueño de<br />
una vaca recientemente arrollada por el ferrocarril, incluso<br />
vivir cerca del lugar del atentado.<br />
Pero además, los acusadores intuían que existían formas<br />
de complicidad clandestina entre los campesinos zapotecos,<br />
y buscaron quebrarlas al exigirles a los detenidos y a los<br />
vecinos del lugar de los atentados que señalaran a los culpables.<br />
Incluso se llegaron a catear casas de forma violenta. No<br />
obstante, existen evidencias de que ni los detenidos ni los<br />
vecinos acusaron a nadie, a pesar de que dijeron saber lo que<br />
había ocurrido. Con este tipo de acciones de intimidación, los<br />
acusadores buscaban asentar precedentes públicos muy claros<br />
de que dichos atentados serían ferozmente castigados y<br />
que el tren seguiría pasando, le pesara a quien le pesara. Estas<br />
acciones causaban, a su vez, mayor irritación entre la población<br />
zapoteca, quienes advertían también muy claramente,<br />
con los sabotajes, que el paso del ferrocarril no sería impune.<br />
En la mayoría de los juicios que documentan estos sabotajes<br />
no hubo sospechosos a la mano, lo que muestra los cálculos<br />
atinados de complicidad social y de controlar el riesgo de ser<br />
apresados.<br />
En el caso de robo de durmientes, se tiene documentado<br />
un caso de cuatro juchitecos sorprendidos con las “manos en<br />
la masa”, cuando quisieron venderle al supervisor del ferrocarril<br />
durmientes que habían robado previamente al propio<br />
ferrocarril. La forma de operar fue la siguiente: los supervisores<br />
del ferrocarril acostumbraban a comprarles a los campesinos<br />
zapotecos madera cortada y labrada para durmientes, y<br />
conforme los compraban los apilaban en determinados sitios.<br />
Los campesinos zapotecos esperaban a que el supervisor se<br />
fuera y entonces procedían a apilar los durmientes en otro<br />
sitio, para revenderlos a otros supervisores. Como los supervisores<br />
habían notado la estafa, acordaron marcar los durmientes.<br />
Estas marcas fueron advertidas a su vez por los<br />
campesinos, quienes las raspaban para borrarlas. En esta ocasión,<br />
los cuatro juchitecos fueron sorprendidos porque no las<br />
rasparon. De ellos, sólo uno fue aprehendido pues los otros<br />
tres, al tiempo que juraron que no era verdad tal acusación,<br />
lograron escapar. Según las declaraciones del detenido —que