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64 Virgilio Díaz Grullón<br />
comunicación más profunda entre la organización y el pueblo<br />
y un contacto mucho más real y humano que los que habían<br />
sido posibles hasta ahora.<br />
Conquistar esa etapa, sin embargo, no había sido fácil. y<br />
no porque el gobierno hubiese creado las principales dificultades,<br />
sino por los sectores oposicionistas que sustentaban el<br />
criterio de que sacar la organización a la luz pública era<br />
hacerle el juego a Trujillo y proporcionarle una fachada<br />
liberal a su régimen.<br />
La estrategia había sido discutida a todos los niveles,<br />
tanto en el consejo del frente interno que integraban las<br />
agrupaciones clandestinas existentes, como en el seno de cada<br />
comité institucional o barrial y de cada célula de la<br />
organización. Fue una labor paciente y ardua y Alberto, ya<br />
en su calidad de dirigente intermedio, se entregó a ella con<br />
gran entusiasmo. Cuando fmalmente la nueva estrategia fue<br />
aprobada, él, que había sido expulsado de la universidad<br />
estatal desde la época de su prisión, se dedicó por entero a las<br />
labores organizativas internas y a la preparación de concentraciones<br />
de masas en diversas localidades del país.<br />
Comenzaron entonces a respirarse aires de libertad,<br />
precarios sin duda, pero no por ello menos reconfortantes y<br />
eufóricos. Desde el lugar prominente que ahora ocupaba en la<br />
tribuna, Alberto se llenaba de ese aire los pulmones contemplando<br />
a los compañeros que se agolpaban en filas compactas<br />
junto a la tarima, a los miembros de las brigadas de orden con<br />
los brazaletes que los identificaban, a Rosina, algo atrás,<br />
mirándolo con los ojos del amor, y alos representantes de los<br />
sindicatos obreros que la organización había ayudado a<br />
formar, agitando sus rudimentarias pancartas con consignas<br />
revolucionarias escritas en el lenguaje sencillo y directo del<br />
pueblo.<br />
Más allá de las personas reunidas en la plaza, formando un<br />
círculo cerrado alrededor de la zona, Alberto observó algo<br />
que no había visto antes: unos doscientos agentes policiales<br />
de uniforme asumían la actitud de guardianes del orden<br />
prestos a intervenir ante cualquier incidente que pretendiese