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82 Virgilio Díaz Grullón<br />
locomotoras, vagones, rieles desarmables y casetas para los<br />
guardavías.<br />
Alberto desplegó frente a sí todas las piezas del sistema y<br />
luego se dedicó a armarlas pacientemente. Primero ensambló<br />
unas con otras las diferentes partes de los rieles formando a<br />
su alrededor una figura que remedaba la pista de un<br />
hipódromo y distribuyendo a lo largo de ella las casetas de los<br />
guardavías. Después unió la locomotora con uno de los<br />
vagones y los restantes entre sícolocando cuidadosamente el<br />
conjunto sobre la vía férrea. Se puso de pies para observar<br />
mejor el resultado. Ahora faltaba descubrir el mecanismo<br />
para pone!' en movimiento el ferrocarril porque en algún lugar<br />
de aquel complejo conjunto debía haber alguna palanquita<br />
escondida quesería capaz de operar el milagro.<br />
Pero Alberto no la encontró y, después de aigunas<br />
tentativas infructuosas, desvió su atención hacia el tambor.<br />
Tomó los palillos y produjo un torpe redoble sobre el círculo<br />
de latón que no le produjo placer alguno.<br />
En vista de ello abandonó el tambor y los palillos y se<br />
concentró en los soldaditos de plomo. Distribuyó las piezas<br />
en dos grupos asignando a cada uno igual número de soldados<br />
a pie y a caballo e idénticas piezas de artillería, así como del<br />
resto de las armas disponibles. De inmediato alineó ambos<br />
ejércitos, uno en frente del otro, poniendo a la vanguardia las<br />
respectivas caballerías, la infantería en el medio y los cañones<br />
en la retaguardia.<br />
Se imaginó entonces una batalla campal cuyo desarrollo<br />
indicó moviendo de uno a otro lado los diferentes componentes<br />
de los ejércitos y remedando con la voz el estampido<br />
de los disparos y el galope de los caballos, mientras tumbaba<br />
con el dedo algunos de los combatientes. Pero al cabo de<br />
pocos minutos perdió también interés en este juego. Barrió<br />
con las manos el equipo bélico y los supervivientes de la<br />
batalla, se incorporó y caminó hacia el pequeño armario que<br />
estaba en un rincón de la habitación, abrió la puerta y tomó<br />
del tramo inferior de éste una enorme caja de cartón.