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LOS ALGARROBOS TAMBIEN SUEÑAN 87<br />
lo veía por la ventana de su habitación cargando los enormes<br />
cubos llenos de agua, demasiado pesados para sus escasas<br />
fuerzas y que hacían bambolear cómicamente su escuálida<br />
figurilla durante sus caminatas a través del patio, en cuyo<br />
extremo el algarrobo rompía con su humildad plebeya la<br />
aristocrática monotonía de los flamboyanes. Después acompañaba<br />
a su madre al mercado y la ayudaba en el transporte<br />
de las grandes fundas que se almacenaban en la despensa de la<br />
casa. y todavía le tocaba hacer uno que otro recado antes de<br />
ir a la escuelita del barrio al tiempo que Alberto salía para el<br />
colegio católico.<br />
Cuando regresaba a la casa por las tardes encontraba a<br />
Luisito regando las flores, desyerbando el patio o haciendo<br />
algunas otras tareas en el jardín y sólo al anochecer tenían<br />
oportunidad los niños de jugar un rato juntos bajo el<br />
algarrobo. Nunca había visto Alberto a Luisito cometer una<br />
mala acción, ni ser desobediente, ni tener ningún otro signo<br />
de rebeldía. Por el contrario, siempre estaba de buen humor y<br />
dispuesto a cumplir con alegría cualquier cosa que le<br />
pidiesen. ¿Cómo era posible, entonces, que los Reyes no le<br />
hubiesen traído regalos cuando a él, que no había sido tan<br />
bueno con los demás, le habían obsequiado el tambor, los<br />
soldaditos y el ferrocarril?<br />
La única respuesta que se le ocurrió a esa pregunta fue la<br />
de que la desigualdad que su madre acababa de informarle<br />
que existía en el mundo no se limitaba a éste sino que se<br />
extendía también al cielo. Pero esta respuesta, a su vez, lo<br />
llevaba a hacerse otra pregunta, aún más difícil: ¿Cómo era<br />
posible que Dios dispusiera que en su propio reino hubiera<br />
injusticias?<br />
En verdad, no le era posible entender lo que pasaba, pero<br />
una firme decisión fue tomando forma dentro de él tan<br />
pronto reparó en que conservaba todavía en sus manos la caja<br />
de cartón que contenía el más maravilloso de sus tesoros. Sin<br />
medir la importancia de la acción que se proponía realizar,<br />
ajeno por completo a la idea de que aquel acto pueril<br />
marcaría para siempre la trayectoria de su vida y sería la raíz