o_19geu0op3145m3t6h9414e61mgoa.pdf
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
76 Virgilio Díaz Grullón<br />
En aquel momento pensó en huir, mas una fuerza<br />
irresistible parecía atenacearle la voluntad obligándole a<br />
mantener la marcha a igual distancia de su verdugo. Se sintió<br />
de pronto abrumado por la fatalidad, incapaz de reaccionar,<br />
vencido de antemano por su destino.<br />
Todavía tuvo tiempo de cerrar un instante los ojos y de<br />
compadecerse a sí mismo antes de agacharse para pasar<br />
dócilmente tras su guía bajo la rama de un cerezo y<br />
encontrarse de pronto en el patio de tierra apisonada que<br />
rodeaba una humilde casita de madera. La luz inesperada de<br />
una bombilla colocada sobre la puerta de la vivienda lo<br />
deslumbró por un segundo pero no le impidió ver, erguida en<br />
el umbral, la figura familiar de Víctor que le esperaba con<br />
una sonrisa en los labios y los brazos abiertos.<br />
Los camaradas se abrazaron estrechamente, pasaron al<br />
interior de la vivienda y ocuparon dos mecedoras en la<br />
pequeña estancia que servía de sala y comedor. El guía<br />
permaneció fuera, lo que estimuló a Alberto a confiarle a su<br />
compañero su reciente experiencia. Víctor se rió con estrépito.<br />
"Diego es una de las personas más confiables con que<br />
contamos", dijo. "Pertenece a la organizacion desde su<br />
constitución. Es valiente como nadie y de probada lealtad<br />
revolucionaria. No le contaré que lo confundiste con un<br />
guardia porque eso no lo haría nada feliz. "