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AL MOMENTO DE DISPARAR<br />
Al momento de disparar, el sargento Sención no tenía<br />
ninguna idea de cuál era su objetivo. Sólo había visto -o<br />
creído ver- un breve aleteo de hojas cerca de la copa del<br />
algarrobo que levantaba su imponente estructura hasta más<br />
allá del tope mismo del cerro a cuya ladera se había detenido<br />
brevemente la patrulla que comandaba. Sólo un minúsculo<br />
remezón en las hojas más altas, que sobrepasaban el borde de<br />
la planicie que remataba el cerro y que debía extenderse en<br />
terreno llano más allá del alcance de su visión. Un perfecto<br />
lugar, se dijo, para que algún francotirador enemigo pudiera<br />
convertirlo fácilmente en una trampa mortal.<br />
Pero no era él quien iba a dejarse coger desprevenido. No<br />
le pasaría lo que le sucedió a la docena de compañeros<br />
heridos o muertos que había visto con sus .propios ojos en el<br />
puesto de socorro improvisado en las afueras del pueblo,<br />
camino del campo de batalla. Tenía demasiado vivo el<br />
recuerdo de aquellos cuerpos ensangrentados y de aquellos<br />
ojos desorbitados por el terror para permitirse ninguna<br />
imprudente negligencia.<br />
"Estos comunistas parecen brujos", le había advertido la<br />
noche anterior un compañero de armas, el sargento Montero.<br />
"Ayer teníamos a un grupo completamente rodeado en un<br />
bajío, a la vera de una cañada. La aviaaión había saturado la