ObservacionessobrelasneurosispoliticesPorArthurKoestlerLa mayor parte <strong>de</strong> las teorías contemporáneas relativasa la conducta política se basan en una curiosaparadoja. Es opinión muy generalizada que las muchedumbrestien<strong>de</strong>n a conducirse <strong>de</strong> una manera irracional("histerismo <strong>de</strong> las masas", "obsesiones <strong>de</strong> las masas",etc.). También es <strong>de</strong>l dominio común que los individuosreaccionan <strong>de</strong> una manera irracional ante los problemassexuales y en sus relaciones con la familia , con lossuperiores y con los subordinados. Sin embargo, auncuando admitimos que las muchedumbres se conducenen la vida pública , como los neuróticos, y que los individuossufren complejos en la vida privada , seguimosaferrados a la extraña ilusión <strong>de</strong> que el ciudadano medio,cuando no forma parte <strong>de</strong> la muchedumbre, es unser racional en las cuestiones políticas . Todo nuestrosistema <strong>de</strong> gobierno <strong>de</strong>mocrático se funda en esta suposiciónimplícita. Esta creencia, dogmática e injustificable,en la racionalidad política <strong>de</strong>l individuo, es la razónprimordial <strong>de</strong> que las <strong>de</strong>mocracias se hallen siemprea la <strong>de</strong>fensiva contra sus adversarios totalitarios, no yasólo físicamente, sino también psicológicamente. No obstante,la evi<strong>de</strong>ncia nos <strong>de</strong>muestra que el hombre <strong>de</strong>lsiglo XX es un neurótico político.Los totalitarios, que son las fuerzas <strong>de</strong> la muerteque asaltan nuestra civilización, lo han comprendido así<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio; y la muerte, que se nutre <strong>de</strong> la enfermedad,tiene un diagnóstico seguro. De ahí que, parasobrevivir, nos será preciso también apren<strong>de</strong>r a diagnosticarcon acierto. Ahora bien, es imposible llegar a obtenerun diagnóstico exacto, si se parte <strong>de</strong>l supuesto <strong>de</strong>que el paciente está sano. Durante el "siglo <strong>de</strong> las luces",una serie <strong>de</strong> filósofos franceses, alemanes e ingleses:los enciclopedistas, los marxistas, los benthamistas,los owenistas y los progresistas <strong>de</strong> todas clases y maticesnos inculcaron la creencia en la cordura política<strong>de</strong>l individuo y en su racionalidad. Freud y sus sucesoreshan <strong>de</strong>molido una parte <strong>de</strong> esta fe optimista enel hombre, como ser racional ; y se acepta el hecho <strong>de</strong>que nuestra líbido sexual está <strong>de</strong>squiciada. Pero ha llegadola hora <strong>de</strong> reconocer que nuestra libido políticaestá tan cargada <strong>de</strong> complejos, tan reprimida y tan retorcida,si no más, que la otra.LA CORTINA DE HIERRO MENTALA primera vista pue<strong>de</strong> parecer que el hablar <strong>de</strong> una"libido política", <strong>de</strong> una "inconsciencia política" y <strong>de</strong> susrecuerdos "reprimidos", es tan sólo un nuevo pasatiempointelectual, un malabarismo con metáforas y analogías.Pero, si estudiamos <strong>de</strong> manera imparcial la escenacontemporánea, veremos que la maraña neurótica <strong>de</strong>linstinto político es tan real, y no menos profunda, quela <strong>de</strong>l instinto sexual.Un neurótico pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>finirse diciendo que es unapersona que tiene un contacto insuficiente con la realidad,y cuyos juicios se basan en sus <strong>de</strong>seos y sus temores,pero no en hechos firmes y comprobados. Loshechos capaces <strong>de</strong> contrariar el universo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>seosy <strong>de</strong> los temores <strong>de</strong>l paciente no son admitidos en laconsciencia, si antes no son "censurados", convirtiéndo-48/NORTE
se así en complejos reprimidos. Si se aplica este esquemasimplificado a la conducta política, se advertirá queabarca toda la escala <strong>de</strong> la patología política, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la"esquizofrenia controlada", <strong>de</strong> un Klaus Fuchs, pasandopor el mundo <strong>de</strong> los sueños y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l patrocinador<strong>de</strong> la campaña pacifista <strong>de</strong> Estocolmo, hasta la,evación <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong>l "neutralista". los clisés políticos,que sirven como argumentos racionalistas parasus temores inconscientes, son tan <strong>de</strong>satinados comolas razones que pudiera alegar un neurótico para nocomer pescado. Cuando, en 1941, Harold Laski escribióal Sr. Juez Frankfurter que "la U.R.S.S. está más profundamentearraigada en la opinión popular que cualquierotro sistema", este argumento había perdido sufuerza <strong>de</strong> penetración contra las extravagancias <strong>de</strong> lalíbido política, y este profesor pasó evi<strong>de</strong>ntemente a serun caso <strong>de</strong> estudio para el psiquiatra.En el universo <strong>de</strong>squiciado <strong>de</strong>l neurótico no tienenentrada los hechos que pudieran alterar su estabilidadinterna. Los argumentos no pue<strong>de</strong>n atravesar sus topes<strong>de</strong> casuística, sus parachoques semánticos, ni sus <strong>de</strong>fensasemocionales. El censor interior -en el verda<strong>de</strong>rosentido psiquiátrico <strong>de</strong> la palabra- que protege las ilusiones<strong>de</strong>l paciente contra la intrusión <strong>de</strong> la realidad, esincomparablemente más eficaz que ninguna censura <strong>de</strong>Estado totalitario. El neurótico político lleva su "cortina<strong>de</strong> hierro" particular <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su piel.Por consiguiente, los hechos <strong>de</strong>sagradables que elcensor interior ha rechazado, quedan reprimidos y seamontonan hasta formar los complejos. El subconscientepolítico tiene lógica, síntomas y símbolos propios.Alger. Hiss y Whittaker Chambers han llegado a ser estossímbolos para un espectáculo <strong>de</strong> títeres o para una concepcióncaprichosa, en que la culpabilidad se imputa,no ante la fuerza <strong>de</strong> la evi<strong>de</strong>ncia, sino <strong>de</strong> acuerdo conla lógica <strong>de</strong> los sueños <strong>de</strong>l inconsciente. Si se mencionanlos hechos "censurados" en presencia <strong>de</strong>l neurótico político,éste reaccionará sea con vehemencia o con una sonrisa<strong>de</strong> superioridad, sea francamente con improperioso con insidias tortuosas, según la naturaleza <strong>de</strong>l mecanismo<strong>de</strong>fensivo que le proteja contra su íntima incertidumbrey su temor inconsciente. Pues <strong>de</strong> lo contrarioper<strong>de</strong>ría el equilibrio precario <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> sussueños y quedaría in<strong>de</strong>fenso contra el mundo inflexible<strong>de</strong> la realidad, una realidad tan aterradora que ni siquieraun hombre cuerdo podría afrontarla sin sentirescalofrío.LA CULPABILIDAD REPRIMIDAEn las cámaras <strong>de</strong> gas <strong>de</strong> Auschwitz, <strong>de</strong> Belsen y<strong>de</strong> otros campos <strong>de</strong> exterminio, se dio muerte a unosseis millones <strong>de</strong> seres humanos durante la última fase<strong>de</strong> la segunda guerra mundial. Fue la mayor matanzaorganizada que registra la historia . En la época en queesto se produjo, la mayor parte <strong>de</strong>l pueblo alemán ignorabalo que sucedía. Después, los documentos oficiales,los libros y el cine han publicado estos hechos contal prolijidad, que es imposible que una persona cultapueda <strong>de</strong>sconocerlos. Y sin embargo, el alemán mediohace cuanto pue<strong>de</strong> por ignorarlos . La verdad no ha penetradoen la consciencia nacional y probablemente nopenetrará nunca , porque su visión es <strong>de</strong>masiado aterradora.Si se la admitiera en la consciencia, la culpabilidadpesaría.tanto que aplastaría el orgullo <strong>de</strong> la nación yfrustraría sus esfuerzos para levantarse <strong>de</strong> nuevo comogran potencia europea. Muchos alemanes inteligentes ybien intencionados, cuando oyen mencionar en su presenciaAuschwitz y Belsen, reaccionan con un silencio<strong>de</strong> piedra y la expresión dolorida <strong>de</strong> las damas <strong>de</strong> laépoca victoriana ante todo lo que les recordaba <strong>de</strong> maneraalgo ruda las cru<strong>de</strong>zas <strong>de</strong> la realidad. No cabe enla cabeza <strong>de</strong> estos alemanes que tales hechos sean efectivos;son sencillamente cosas que no <strong>de</strong>ben mencionarsey que carecen <strong>de</strong> significado para ellos. Otros <strong>de</strong>smentirántal vez estos hechos y los calificarán <strong>de</strong> enormementeexagerados, o presentarán, a renglón seguido,diversos argumentos contradictorios, sin darse cuenta <strong>de</strong>la contradicción en que incurren.El hecho notable, en lo que concierne a este tipo<strong>de</strong> reacción, es que revela un complejo <strong>de</strong> culpabilidadinconsciente incluso entre las personas que no participaronen las matanzas y que son la inmensa mayoría<strong>de</strong> los alemanes. Ante la ley, y hasta don<strong>de</strong> alcanza suconocimiento consciente <strong>de</strong> estos hechos, ellos son inocentes.Hacer, colectivamente, responsable a una nación<strong>de</strong> los actos <strong>de</strong> una minoría criminal es injusto, tantoen el aspecto legal como en el moral. Pero la subconscienciapolítica enfoca la cuestión <strong>de</strong> un modo distinto.Asume automáticamente una responsabilidad colectivacompartida, en cuanto atañe a los triunfos y a las <strong>de</strong>rrotas,al honor y a la culpabilidad <strong>de</strong> la nación. En realidad,la característica más <strong>de</strong>stacada <strong>de</strong> la líbido políticaes su ten<strong>de</strong>ncia a i<strong>de</strong>ntificar el "ego" con la nación,con la tribu, con la iglesia o con el.partido. La líbidopolítica pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>finirse como la necesidad <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarseparte integrante <strong>de</strong> una comunidad y <strong>de</strong> sentir lanecesidad apremiante <strong>de</strong> pertenencia.Ahora bien, cuando esta ten<strong>de</strong>ncia inconsciente ala i<strong>de</strong>ntificación produce resultados favorables, el "ego"consciente los admite <strong>de</strong> buena gana . Todo alemán sesiente orgulloso <strong>de</strong> "nuestro Goethe ", como si hubiese.participado en su creación ; todos los norte<strong>america</strong>nossienten satisfacción por su Guerra <strong>de</strong> In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, comosi hubiesen luchado en ella. Pero los resultadosmenos agradables <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia a la i<strong>de</strong>ntificaciónno ocupan ese puesto <strong>de</strong> honor en el "ego" consciente.Y aun los hay que pue<strong>de</strong>n actuar como un "shock"traumático, y que, por consiguiente, <strong>de</strong>ben olvidarse oreprimirse rápidamente. Nuestro Goethe, nuestro Beethoven,mi país constituyen la carne y el hueso <strong>de</strong>l "ego".Pero nuestro Auschwitz, nuestros niños asfixiados por elgas,. la guerra que nosotros iniciamos <strong>de</strong>ben hundirseen las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la mente.Los complejos políticos, lo mismo que los complejossexuales, cuando están reprimidos, tienen un efecto<strong>de</strong>sconcertante. Por muy doloroso que sea el proceso,únicamente pue<strong>de</strong> obtenerse una cura dura<strong>de</strong>ra retrotrayendoa la memoria el recuerdo reprimido. En lo queconcierne al pueblo alemán , esta operación <strong>de</strong> higieneNORTE/49