aproin26de los parados, se oponen con tal demantener subvencionadas sus organizacionesy a sus liberados al margende exigencia de productividad alguna yseguir así chupando del bote.En España son modificaciones profundaslas que hay que llevar a caboen el mundo laboral para confluir conEuropa y ser competitivos, palabraque nunca se ha entendido desde laAdministración, que siempre se hacreído ajena a tales exigencias y sobrequien el administrado no dispone delmás mínimo control, ni de sus funcionarios,ni menos de sus políticos. Nopuede ser que hace 40 años, entre 5técnicos fueran capaces de que seotorgasen 150 licencias de viviendacolectiva en un año, y actualmente,cerca de 25 técnicos no sean capacesde que salga ni una sola licencia. Rendimientosaparte, no existe jefe algunoque merezca tal calificativo, ni que segane el sueldo que le pagamos todoslos ciudadanos, si es mínimamenteresponsable de departamentos en losque ocurran ese tipo de cosas.Una auténtica tomadura de pelo aquienes ingenuamente creímos quecualquier tiempo futuro sería mejor, almenos en esta materia.A su juicio, ¿cuál ha sido la evolucióndel urbanismo vigués en losúltimos años?Vigo es una ciudad que en cuantoa población se encuentra entre las 15primeras de España, es la mayor deGalicia, no es capital de provincia y esmenos conocida en España (nos gusteo no) que La Coruña, e incluso queSantiago, que por cierto, está extraordinaria,lo que la convierte en un conglomeradode mensajes contrapuestosque no facilitan su comprensión comociudad, como fenómeno urbano.Al haber evitado el Plan Palacios, unregalo que sus regidores (1934) no supieronver y por tanto no merecían, Vigorenunció a codearse con las 5 principalesciudades españolas. Entonces,como hoy, el provincianismo, la falta deobjetivos generosos, los pequeños intereses,el servilismo, las envidias y unafalta de cultura urbanística que sigueentre nosotros, curiosamente en manosde los arquitectos que entonces, desdeel colegio y como principales opositores,mangoneaban en la ciudad (“…constituye una seria amenaza a los interesesde todos”), frustraron nuestrasenormes posibilidades de llegar a ser,como repetía Palacios, la Barcelona delAtlántico. Paradojas de la vida, añosmás tarde sería el propio colegio dearquitectos quien proyectaría, dondePalacios ubicaba lo mejor de la ciudad,el actual y anodino Ayuntamiento,ahora cuestionado por otro alcalde, unpersonaje fantasioso, que quiere demolerlopara levantar otro en su lugar,que ni siquiera contempla el Plan queacaba de aprobar, y que evidentementerequeriría una modificación de dichoPlan, y todo ello, al parecer, a costa desacrificar los dineros de las obras deseguridad que el actual Ayuntamientorequiere, al mismo tiempo que le deniegaal puerto de la ciudad, la posibilidadde llevar a cabo algo tan poco hiriente ya la vez deseable, reciclando unas antiguasinstalaciones ya obsoletas, comouna zona verde con una fuente, por ser,a su juicio, ilegal, cuando él se gastóun porrón de dinero de todos en encargarel edificio más alto de la ciudad ¡enmedio de la ría!, sin plan alguno que locontemplase, en una decisión de ilegalidadmanifiesta. El “mas difícil todavía”,la imagen de Vigo.Desde entonces el crecimiento deVigo ha sido bastante caótico.En 1956 se aprueba en España laprimera ley del suelo, la más avanzadade Europa en aquel momento, poniendocon ello las bases a los futuros desarrollosordenados de las ciudades. Vigotardó cerca de 15 años en abandonar suplan de alineaciones y aprobar su PlanGeneral, un Plan claramente desarrollista,únicamente preocupado por darsalida a la construcción de cientos deedificios que dieran cabida a la enormedemanda de expansión que entoncesapremiaba a la ciudad. Mi entrada en elAyuntamiento coincidió con el pleno desarrolloexpuesto. A los años que duróel Plan, los de mayor actividad, siguióla esperanza, otra vez rota, de llevar acabo un nuevo Plan con nuevos planteamientos.Desde entonces hasta hoy,la constante es la de no llevar a caboningún tipo de gestión urbanística desdeel propio ayuntamiento, de volver anuevos planteamientos sin contenidode fondo, sin objetivos, sin considerarpara nada las tendencias actuales en lamateria, primando únicamente el típicoplanteamiento provinciano y pueblerinode reparto de edificabilidades, y deutilizar el planeamiento como un instrumentopolítico al servicio de los partidosy de sus lideres, como campo de batalla,como arma para cosechar votosque les garantice el seguir convirtiendoa Vigo en un pueblo grande que, finalmente,responde a la maldición que yaen su día predijo Palacios: “Vigo serásiempre una gran aldea”.
Con referencia al Plan General, Vigo necesita de un nuevoPlan, pero con planteamientos radicalmente distintos, con objetivosmucho más amplios, con visiones de un ámbito muchomayor, algo para lo que la ciudad sigue sin estar preparadamientras estén al frente de la misma toda una serie de políticosdesconocedores del mundo actual y sus tendencias, conmentalidad puramente provinciana, que nada conocen sobre elparticular, que tampoco les preocupa demasiado y que pierdensu tiempo en utilizar el urbanismo para su particular demagogiay su juego de intereses, sin transmitir, ni a sus funcionarios, nia la ciudadanía la mínima motivación, ni objetivo competitivo alcanzable,ni lucha por captar inversiones, dispuestos, cada vezmas, en una pelea permanente, a ahuyentar todo tipo de interéspor el progreso real de Vigo. A mi entender, a corto y medioplazo, en esta materia, no existe la más mínima esperanza.En cuanto al ayuntamiento de Vigo, han pasado cosas querealmente superan de lejos cualquier planteamiento de ficciónque pudiera hacerse sobre algunos de sus hechos más significativos.Lo cierto es que con la cantidad de anécdotas, de todotipo, que uno recuerda, podrían escribirse varios libros, pero amodo de ejemplo voy a recordar una poco conocida:Eran los alrededores de 1980, y como la corporación de GarcíaPicher había tomado la decisión, aceptada desde Madrid,de que Vigo fuera sede de los mundiales de fútbol de 1982, letoco al nuevo alcalde, Manuel Soto, llevar adelante el asunto, loque suponía una importante reforma del estadio de Balaidos.En aquel momento, un equipo de técnicos municipales,compuesto por Enrique Acuña, Paulino Pampillón y por mi, llevábamosya un tiempo con abundantes trabajos preparatorios,en contacto con el equipo técnico de control de la organizacióndel mundial, al mando del arquitecto Cuadra Salcedo, coordinadospolíticamente por el conocido Antonio Nieto Figueroa“Leri”, quien a trabajo, ilusión y amor por el deporte, no le ganabanadie, al menos en el ayuntamiento.Como casi siempre, el Concello no tenía un duro, pero elnuevo alcalde estaba empeñado en que el proyecto lo llevasea cabo un arquitecto de su confianza y partido, que por hacerdicho proyecto pedía la nada despreciable cantidad, entonces,de 20 millones de pesetas, un dinero del que el Ayuntamientono disponía, cuando el equipo técnico municipal estaba dispuestoa hacerlo sin cobrar un duro, salvo las correspondienteshoras extras y el pago de los gastos que el proyecto representaba,en total unos 3 millones de las antiguas pesetas.Ante la imposibilidad de afrontar los 20 millones y con el correspondientecabreo de no poder ir adelante con los faroles,el alcalde impuso la condición de que si el proyecto debíanhacerlo los técnicos municipales, que fuera a costa de ellos,pues si él no podía gastarse 20 en traer al arquitecto que leapetecía, tampoco iba a gastarse 3, cantidad que ya se cobraríacuando empezase a llegar el dinero para la ampliacióny reforma del estadio. Ante tamaña ocurrencia, y en un másdifícil todavía, se acordó que los funcionarios, Enrique Acuña(arquitecto municipal), junto a Paulino Pampillón y Miguel Font(aparejadores municipales), fueran a Caixanova, donde Enri-