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educacióny Ciudad25poder del surrealismo, dadaísmo, situacionismo, fluxus, arteconceptual y feminista y de las prácticas globales o poscolonialescomo modificadores culturales y, por ende, neurobiológicos,son algunos ejemplos que refuerzan la consistenciade esas reclamaciones. Un proceso que, junto a sus efectos,he dado en llamar “redistribución de lo sensible” (Neidich,2009, p. 122).La cerebridad, por el contrario, llama a este ahora pueblo constituidoen red, a posibilitar la recuperación de la población neuronalindividual con ánimo de potenciarla y hacerla mucho mássofisticada que la red externa. En otras palabras, de producirsubjetividad desde un reconocimiento identitario en tanto dichaipseidad corre a contrapelo de una función identitaria rígida, higiénicay homogeneizante, en un escenario de conflicto por loidentitario, en el que Brea afirma:“En realidad, una lectura poco ingenua de las retóricas dela nueva publicidad reconocería rápidamente que lo que encasi la totalidad de sus juegos de imagen se vende no son los“productos” que ellas anuncian: sino la específica potenciade construcción de biografía que en su mismo espacio -fantasmático,imaginario- se pone en acto. No se trata entoncesde hacer deseable a lo lejos un tercer producto-mercancía,sino de conseguir que el propio dispositivo-anuncio -el sistemaimagen/música/texto que lo articula- se cargue depotenciales de identificación-deseo, capaces de concitar unefecto de re-conocimiento en el perceptor. La necesidad queéste siente de proveerse de materiales efectivos en esa cadavez más ardua tarea (por inocua e improductiva en el fondo)que es el construirse a sí mismo hará el resto, y la comprade la mercancía asociada -siempre que uno pueda pagarseel capricho crecientemente costoso de autohacerse- caerácomo por “efecto colateral”. Pero lo que se hace seductoren el anuncio, a lo que se dirige su efecto persuasivo, no esa mostrar las calidades propias del objeto tercero, sino, primariamente,a autoseñalar (sin que se dé demasiada cuentael anunciante, no vaya a ser que sospeche la verdad de lapublicidad contemporánea: que sólo se anuncia a sí misma)la cantidad directa de identidad -el coeficiente identitario, diríamos-que se impulsa desde su propio espacio, en el propiodispositivo simbólico” (Brea, 2003, p. 1).Así, la cerebridad, en contraste con la celebridad, ubica al sujetoen clave crítica frente a los contenidos que desbordan supropia capacidad interpretativa, dando lugar a un espacio de resistenciacomo figuración de una potencia para lo extraordinario,para la sofistificación del cerebro en tanto aparato mediático arcaicofundamental, como dispositivo de una arquitectura cognitivadiferente. Dice Sloterdijk al respecto:“Cada introspección sencilla nos deja en claro que nuestroscerebros siempre buscan el nivel homeostático máspróximo, es decir, un estado, en lo posible, cómodo yconservador en sus estructuras, que es vivenciado comoauto-satisfacción: ésta apoya la sensación de tener todala razón, prolonga la licencia de seguir adelante connuestros juegos de identidad. Todo el mundo sabe quelos hombres, en caso de necesidad, se vuelven inclusocreativos para evitar cambios de su auto-estado. Lamutación decisiva de la modernidad radica en el atrevimientode los cerebros humanos de más bien celebrarintegralmente las informaciones futuras, más que rechazarlas”(2008, p. 31).Como se nota, el juicio de valoración no está centrado en la calidadcomo tal, sino en lo que está ocurriendo con las audiencias,en sus búsquedas y gustos, pues es por lo menos inquietante queno sea la calidad del producto masivo lo que conduce a una acep-Escópica de videos confesionales en Youtube ¿Lugares de resistencia o Subjetividades en suspensión? - Édgar Giovanni Rodríguez Cuberos 59

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