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TEJIENDO VOCES Y CAMINOS<br />
PARA DEFENDER LA VIDA<br />
Fotografía de <strong>la</strong> Universidad Iberoamericana<br />
creación del hombre y <strong>la</strong> mujer. Al principio, de lodo<br />
hicieron <strong>la</strong> carne de <strong>la</strong> mujer y el hombre, pero era<br />
frágil. Tepeu y Gucumatz dispusieron deshacer esta<br />
creación. En el segundo intento hicieron muñecos<br />
<strong>la</strong>brados en madera. Se parecían al hombre, hab<strong>la</strong>ban<br />
como el hombre y pob<strong>la</strong>ron <strong>la</strong> superficie de <strong>la</strong><br />
Tierra. Existieron y se multiplicaron, pero no tenían<br />
alma ni entendimiento, caminaban sin rumbo. Enseguida<br />
fueron aniqui<strong>la</strong>dos. Cuentan <strong>la</strong>s abue<strong>la</strong>s y<br />
abuelos que algunos lograron escapar. Llegaron a<br />
un acuerdo de nuevo Tepeu y Gucumatz, y decidieron<br />
crear a <strong>la</strong> mujer y al hombre de maíz, de<br />
maíz b<strong>la</strong>nco y maíz amarillo hicieron sus huesos y<br />
su carne, sop<strong>la</strong>ron sobre ellos y nacieron y vieron<br />
el amanecer y agradecieron al formador y creador<br />
<strong>por</strong> haberles dado vida, así fue como <strong>la</strong>s mujeres y<br />
los hombres de maíz pob<strong>la</strong>ron <strong>la</strong> Tierra. Esto nos<br />
hace preguntarnos, ¿qué mujeres y hombres queremos<br />
ser en este mundo que nace?<br />
Uno de los fenómenos naturales que más se dan<br />
en <strong>la</strong> penínsu<strong>la</strong> de Yucatán son los huracanes; <strong>la</strong>s<br />
<strong>casa</strong>s mayas han logrado resistir a éstos. En una plática<br />
con un abuelo, decía que su <strong>casa</strong> tenía 40 años<br />
en ese entonces, que había resistido varios huracanes,<br />
que sólo le había hecho algunos remiendos al<br />
techo. Nos comentó que una de <strong>la</strong>s costumbres de<br />
los pueblos era que cuando alguien se <strong>casa</strong>ba, <strong>la</strong> comunidad<br />
se juntaba para ponerse de acuerdo sobre<br />
qué materiales requerían y a quién le tocaba <strong>la</strong> tarea<br />
de traerlos, <strong>la</strong> comunidad le construía su <strong>casa</strong> a los<br />
recién <strong>casa</strong>dos. Él decía que <strong>la</strong> resistencia de <strong>la</strong> <strong>casa</strong><br />
no sólo dependía de haber cortado <strong>la</strong>s maderas en<br />
luna llena o que los que ayudaron a <strong>la</strong> construcción<br />
de <strong>la</strong> <strong>casa</strong> eran mejores que los arquitectos. Con un<br />
susurro confesó: “El secreto está en los horcones”.<br />
Siguió con su re<strong>la</strong>to y dijo que los horcones están<br />
cargados de comunidad, de solidaridad, del trabajo<br />
colectivo y de dignidad. En estos días he escuchado<br />
a quienes nos han compartido su lucha y resistencia,<br />
que <strong>la</strong> <strong>casa</strong> <strong>común</strong> <strong>por</strong> <strong>la</strong> cual luchan tiene horcones<br />
parecidos a los de <strong>la</strong>s <strong>casa</strong>s mayas.<br />
La realidad de nuestros pueblos es de lucha:<br />
lucha <strong>por</strong> sobrevivir, lucha <strong>por</strong> <strong>la</strong> tierra, <strong>por</strong> el territorio,<br />
<strong>por</strong> el agua, <strong>por</strong> un cambio justo. Quienes<br />
nos sentimos convocadas y convocados <strong>por</strong> <strong>la</strong> iniciativa<br />
<strong>Tejiendo</strong> <strong>voces</strong> <strong>por</strong> <strong>la</strong> <strong>casa</strong> <strong>común</strong> creemos<br />
en el principio zapatista de hacer un mundo donde<br />
quepan muchos mundos. Nuestras abue<strong>la</strong>s y abuelos<br />
nos dicen que esta <strong>casa</strong> <strong>común</strong> que compartimos<br />
hay que cuidar<strong>la</strong>, respetar<strong>la</strong>, caminar<strong>la</strong>, construir<strong>la</strong>,<br />
respetando <strong>la</strong> diversidad, escuchando a <strong>la</strong>s abue<strong>la</strong>s<br />
y abuelos, recuperando nuestra manera de ver el<br />
mundo y entenderlo. Comprometernos a construirlo<br />
y ser responsables de lo que pase en el<strong>la</strong>.<br />
En este mundo que nace escuchamos <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra<br />
de <strong>la</strong>s mujeres, pa<strong>la</strong>bras cargadas de vida, de esperanza.<br />
Munir Fasheh dice: “La lucha palestina no<br />
hubiera sido sin <strong>la</strong> lucha de <strong>la</strong>s mujeres, de <strong>la</strong>s madres”.<br />
Las luchas en todo México tampoco hubieran<br />
sido sin <strong>la</strong> lucha de <strong>la</strong>s mujeres <strong>por</strong> defender <strong>la</strong> vida.<br />
Desde Palestina hasta México y muchas otras partes<br />
del mundo, <strong>la</strong>s mujeres son quienes caminan este<br />
nuevo amanecer. El mundo nuevo que nace debe ir<br />
más allá del patriarcado, <strong>la</strong> espina dorsal del capitalismo.<br />
La nueva forma de existencia debe estar basado<br />
en el cuidado de <strong>la</strong> vida, no en <strong>la</strong> muerte. ❧<br />
Catherine Walsh<br />
Universidad Andina Simón Bolívar.<br />
Quiero pedir permiso a los pueblos y ancestros de<br />
esta territorialidad, también a los colectivos con los<br />
que hemos venido trabajando en estos días y desde<br />
hace algún tiempo.<br />
Nuestra conversación va a tener cuatro ejes de<br />
intercambio. Expondremos quiénes somos y desde<br />
dónde estamos hab<strong>la</strong>ndo, del dolor y del mal olor<br />
del contexto actual, de <strong>la</strong> noción de <strong>la</strong> Casa Común<br />
y de los horizontes de lucha.<br />
¿Desde dónde hab<strong>la</strong>mos? Soy una des-aprendiz.<br />
Intento desaprender para volver a aprender de otra<br />
manera. Soy inmigrante del norte al sur, desde hace<br />
casi 25 años. Vivo en Ecuador. Abya Ya<strong>la</strong> es el lugar<br />
en donde pienso, donde vivo, donde actúo. No soy<br />
académica, aunque trabajo en <strong>la</strong> academia. Tampoco<br />
soy izquierda-par<strong>la</strong>nte ni cerebro-dirigente. Hablo<br />
desde mi lugar, el de desaprender, pero también<br />
desde mi trabajar con colectivos, comunidades y diversas<br />
organizaciones en distintos lugares de Abya<br />
Ya<strong>la</strong> y del mundo, y desde procesos y organizaciones<br />
definidos de distinta manera, pues “desde abajo” no<br />
es un espacio homogéneo, sino diverso, distinto.<br />
Me ha marcado, especialmente, mi trabajo con<br />
pueblos afrodescendientes. Un día, hace más de 15<br />
años, apareció buscándome el abuelo Juan García,<br />
para decirme que me han estado observando desde<br />
muchos años atrás y que van a darme unas tareas.<br />
“Si tú cumples, te vamos a dar más; ésta no es una<br />
re<strong>la</strong>ción de un tiempito, sino que va <strong>por</strong> el resto de<br />
<strong>la</strong> vida <strong>por</strong>que son proyectos de vida”. Esta conexión<br />
es <strong>la</strong> que im<strong>por</strong>ta. Uno camina con esos procesos.<br />
No se reduce a hab<strong>la</strong>r o escribir sobre ellos.<br />
Menos aún toma parte en el nuevo extractivismo<br />
que practica <strong>la</strong> academia. Los académicos extraen<br />
conocimientos y hasta <strong>la</strong> indignación y rabia que viven<br />
los pueblos y lo traen a discusión en eventos y<br />
seminarios. Desde mi lugar de lucha no puedo dejar<br />
de mencionar este proyecto de despojo, de muerte<br />
no so<strong>la</strong>mente de cuerpos, sino también de saberes,<br />
de territorios y territorialidades, de cosmologías y<br />
espiritualidades y de <strong>la</strong> vida propia.<br />
Las distintas cabezas y caras de <strong>la</strong> hidra capitalista<br />
que nos han venido enseñando los zapatistas<br />
están cada vez más presentes y difíciles de nombrar,<br />
y tal vez ésa es una de <strong>la</strong>s tareas im<strong>por</strong>tantes de este<br />
evento: empezar a nombrar<strong>la</strong>s. Están presentes en<br />
<strong>la</strong>s universidades. Las alianzas empresariales son<br />
una nueva forma de cor<strong>por</strong>ativizar <strong>la</strong> universidad,<br />
pero también lo es deshumanizar <strong>la</strong> universidad, eliminar<br />
<strong>la</strong>s ciencias sociales.<br />
La hidra también tiene cara progresista, como<br />
<strong>la</strong> que adopta en los l<strong>la</strong>mados gobiernos progresistas<br />
de América Latina, como en Bolivia, Venezue<strong>la</strong><br />
y Ecuador.<br />
Todo eso para mí produce un nivel de dolor,<br />
pero también mal olor: huele, y huele feo. Los<br />
zapatistas nos dicen que <strong>la</strong> tormenta se está acercando,<br />
ya <strong>la</strong> estamos sintiendo en el cuerpo. Pero<br />
los centine<strong>la</strong>s del pensamiento crítico académico<br />
no nos dicen nada. Tal vez no sientan <strong>la</strong> tormenta.<br />
¿Quiénes sentimos el dolor y cómo lo sentimos?<br />
Muchos académicos hab<strong>la</strong>n de <strong>la</strong> crisis. Pero <strong>la</strong><br />
pa<strong>la</strong>bra, como dice Nina Pacari, no tiene sentido,<br />
carece de sentimiento, no <strong>la</strong> sentimos. Además, no<br />
tiene memoria. En <strong>la</strong> crisis de hoy se olvida <strong>la</strong> memoria<br />
colectiva de todos esos procesos y <strong>la</strong>s luchas<br />
atrás. Para el<strong>la</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra crisis es peligrosa. Propicia<br />
<strong>la</strong> lógica lineal de Occidente y niega <strong>la</strong>s luchas<br />
desde abajo y su nivel de historicidad.<br />
Debemos mencionar también <strong>la</strong> violencia dirigida<br />
a jóvenes y mujeres. El eje actual, el b<strong>la</strong>nco de<br />
muerte, es el futuro. Cada cuatro días en Bolivia<br />
matan a una mujer, cada 31 horas en Argentina, 15<br />
<strong>por</strong> día en Brasil, 54 <strong>por</strong> mes en Honduras y en México<br />
casi dos mil re<strong>por</strong>tadas el año pasado. En el pacífico<br />
Colombiano, en Buenaventura, tenemos uno<br />
de los ejemplos más espeluznantes de esa violencia:<br />
cortan a <strong>la</strong>s mujeres en pedazos y dejan sus pedazos<br />
regados en el suelo, en el río, en el mar…<br />
Frente a todo eso, frente a esta hidra con su<br />
cara patriarcal, frente a <strong>la</strong> violencia y los proyectos<br />
del mal vivir, tenemos que hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> forma en<br />
que los Estados vacían de significado <strong>la</strong> idea del<br />
bien vivir y hab<strong>la</strong>r, también del mal olor que despiden<br />
esos proyectos de mal vivir que son parte de<br />
<strong>la</strong>s exigencias y codicias del capital. Algo que huele<br />
muy mal son <strong>la</strong>s complicidades con esos proyectos,<br />
<strong>la</strong>s formas de conspiración.<br />
El sentido del mal olor hace doler el cuerpo. Hay<br />
quien se guarda esos sentires y se enferma de espanto.<br />
Pero también está el mal de ojo de <strong>la</strong> hidra capitalista.<br />
Y una enfermedad que tiene niveles de epidemia:<br />
<strong>la</strong> indiferencia, el silencio, lo que el compañero<br />
venezo<strong>la</strong>no Edgardo Lander l<strong>la</strong>ma “el sonambulismo<br />
político-intelectual”, que quizás está presente en<br />
este mismo auditorio. Huele mal <strong>la</strong> presión de complicidades.<br />
Junto al síndrome del centine<strong>la</strong>, del que<br />
hab<strong>la</strong>n el Sub Galeano y el Sub Moisés, está el síndro-<br />
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