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Tejiendo voces por la casa común

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LA PUESTA EN MARCHA<br />

2<br />

CÓMO ENTENDER EL TEJIDO<br />

MULTIVARIADO DE LA CASA COMÚN<br />

Estamos reunidos aquí <strong>por</strong> una preocupación <strong>común</strong>,<br />

que es <strong>la</strong> dramática situación económica y<br />

social del país y <strong>la</strong> incapacidad demostrada del<br />

Estado para hacer frente a los grandes problemas<br />

nacionales.<br />

La sociedad mexicana está hoy más fragmentada<br />

que nunca (para no decir despedazada), y lo<br />

que debiera ser una conversación civilizada y respetuosa<br />

entre los distintos sectores nacionales se<br />

ha vuelto un diálogo de sordos, cuando no una<br />

serie de pleitos acompañados de descalificaciones<br />

mutuas, desconfianza recíproca y destemp<strong>la</strong>nzas<br />

impertinentes. De allí <strong>la</strong> ingente necesidad de rehacer<br />

el tejido nacional y reconstruir <strong>la</strong> <strong>casa</strong> <strong>común</strong><br />

que nos alberga a todas y todos.<br />

Las fracturas que recorren <strong>la</strong> geografía social y<br />

económica del país tienen múltiples raíces y sólo<br />

podrán ser sanadas con un esfuerzo colectivo en<br />

que todos jalen parejo. Por desgracia, éste no es el<br />

caso actualmente.<br />

El concepto que tradicionalmente esgrimen<br />

analistas, políticos e ideólogos para enfrentar <strong>la</strong><br />

compleja problemática de sociedades fragmentadas<br />

y fracturadas es el de “unidad nacional”,<br />

que puede referirse a diversos procesos y objetivos.<br />

Una y otra vez, en <strong>la</strong> historia del país, se<br />

ha p<strong>la</strong>nteado <strong>la</strong> necesidad de conseguir<strong>la</strong>. Invocar<br />

<strong>la</strong> unidad nacional contra tres invasores externos<br />

durante el siglo fue, sin duda, una hazaña política<br />

para todos los protagonistas de <strong>la</strong> época, que<br />

influyó en <strong>la</strong> conformación de <strong>la</strong> emergente identidad<br />

nacional mexicana. Nuevamente se oye hab<strong>la</strong>r<br />

de <strong>la</strong> unidad nacional en <strong>la</strong>s postrimerías de<br />

<strong>la</strong> Revolución mexicana, cuando <strong>la</strong>s distintas fuerzas<br />

militares y políticas enfrentadas acaban <strong>por</strong><br />

unirse para construir al México moderno. Ahora,<br />

<strong>la</strong> unidad nacional se transformará en ideología<br />

política hegemónica ejercida <strong>por</strong> el poder del Estado,<br />

manipu<strong>la</strong>do durante más de 75 años <strong>por</strong> un<br />

solo partido político en el poder.<br />

*<br />

Rector de El Colegio de México.<br />

Rodolfo Stavenhagen *<br />

Aunque ha cumplido algunas funciones positivas,<br />

el concepto de unidad nacional ha servido<br />

también a otros propósitos. Me refiero sobre todo<br />

a <strong>la</strong> gran diversidad étnico-cultural de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción<br />

mexicana, resultado de <strong>la</strong> convivencia de<br />

pueblos de origen distinto.<br />

Desde <strong>la</strong> segunda mitad del siglo XIX <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses<br />

dominantes comenzaron a preocuparse <strong>por</strong> <strong>la</strong> falta<br />

de “integración nacional” en el país, que atribuían<br />

a <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indígena (en aquel<br />

entonces abiertamente mayoritaria). Después de <strong>la</strong><br />

Revolución, el Estado asumió <strong>la</strong> tarea de “incor<strong>por</strong>ar”<br />

a <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indígena a <strong>la</strong> nación, tarea<br />

que le fue encomendada a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> rural mexicana<br />

desde <strong>la</strong> década de 1920 y, posteriormente, a <strong>la</strong><br />

política indigenista, que no condujo al bienestar de<br />

los pueblos indígenas.<br />

Pueblos indígenas de varios países se hicieron<br />

presentes en diferentes foros y encabezaron un<br />

movimiento <strong>por</strong> el reconocimiento de sus derechos,<br />

que finalmente se p<strong>la</strong>ntearon en el Convenio<br />

169 de <strong>la</strong> OIT en 1989 y en <strong>la</strong> Dec<strong>la</strong>ración de<br />

<strong>la</strong>s Naciones Unidas sobre los Derechos de los<br />

Pueblos Indígenas en 2007. A consecuencia de<br />

estos eventos, pero sobre todo como respuesta a<br />

<strong>la</strong>s demandas enarbo<strong>la</strong>das <strong>por</strong> el Ejército Zapatista<br />

de Liberación Nacional a partir de su levantamiento<br />

en Chiapas en 1994, fueron modificados<br />

<strong>por</strong> el Congreso de <strong>la</strong> Unión varios artículos de<br />

<strong>la</strong> Constitución Política de los Estados Unidos<br />

Mexicanos.<br />

Las situaciones, sin embargo, no cambian <strong>por</strong><br />

<strong>la</strong> simple expedición de leyes. En México, como<br />

en otros países, hay profundas brechas en <strong>la</strong> implementación<br />

de <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción.<br />

La realización del principio de <strong>la</strong> diversidad<br />

cultural en el país enfrenta numerosos problemas<br />

en términos de su ejercicio efectivo en <strong>la</strong> vida cotidiana.<br />

El reconocimiento de <strong>la</strong> diversidad cultural,<br />

como parte de una realidad nacional hasta<br />

ahora ignorada o incluso (a veces) reprimida,<br />

requiere adecuadas políticas sociales y culturales.<br />

Fotografía de Prensa UAEM<br />

Para este fin se requieren, entre otras cuestiones,<br />

el respeto a <strong>la</strong> diferencia, <strong>la</strong> aceptación de <strong>la</strong><br />

diversidad lingüística, el uso de <strong>la</strong>s lenguas indígenas<br />

en procesos judiciales, <strong>la</strong> educación bilingüe<br />

e intercultural, el reconocimiento del “derecho indígena”<br />

(usos y costumbres) y <strong>la</strong>s formas propias<br />

de impartir justicia y de mantener <strong>la</strong> seguridad<br />

comunitaria (policías comunitarias, autodefensas),<br />

el tratamiento especial de comunidades campesinas-indígenas<br />

(respetar <strong>la</strong> ecología, asegurar<br />

territorios indígenas, expulsar los monopolios<br />

genéticos destructores de <strong>la</strong> biodiversidad, <strong>la</strong>s tierras<br />

comunales, <strong>la</strong> lucha contra mineras, eólicas,<br />

hiperurbanización, etcétera), el respeto a <strong>la</strong>s autoridades<br />

comunitarias indígenas, <strong>la</strong> conservación<br />

del patrimonio cultural inmaterial...<br />

Lo preocupante es que hay sectores de opinión<br />

que no están convencidos de <strong>la</strong>s bondades de <strong>la</strong><br />

multiculturalidad y sus variantes; incluso, hay<br />

quienes vociferan que representa un peligro para<br />

<strong>la</strong> “unidad nacional” y que su defensa conduciría<br />

a debilitar <strong>la</strong> nación mexicana.<br />

¿Conduce inevitablemente <strong>la</strong> multiculturalidad<br />

a <strong>la</strong> desintegración de los Estados nacionales?<br />

Y si así fuera, ¿sería eso bueno o malo para los<br />

derechos humanos de los pueblos minoritarios,<br />

de los indígenas, de <strong>la</strong>s regiones históricamente<br />

sometidas a poderes políticos centralizados y<br />

autoritarios? ¿Tendría nuestra modesta multiculturalidad<br />

algo que ver con esos dramas humanos<br />

que estamos observando, <strong>por</strong> ejemplo, en Medio<br />

Oriente? Desde luego que no. El respeto a <strong>la</strong> diversidad<br />

étnico-cultural de una pob<strong>la</strong>ción enc<strong>la</strong>vada<br />

en un Estado nacional constituido históricamente<br />

es una respuesta positiva a demandas<br />

negadas durante <strong>la</strong>rgo tiempo.<br />

México ha emprendido cuidadosamente el camino<br />

hacia el reconocimiento y respeto a los derechos<br />

de los pueblos indígenas y, <strong>por</strong> lo tanto,<br />

a <strong>la</strong> multiculturalidad de su identidad nacional.<br />

Debemos recordar, sin embargo, que <strong>la</strong> base de<br />

esta desigualdad histórica se encuentra en <strong>la</strong> distribución<br />

de <strong>la</strong> propiedad, principalmente de <strong>la</strong><br />

tierra. El despojo de sus tierras ha sido <strong>la</strong> raíz de<br />

<strong>la</strong>s luchas de los pueblos indígenas y campesinos<br />

<strong>por</strong> sus derechos. Uno de los resultados de <strong>la</strong><br />

Revolución mexicana fue <strong>la</strong> reforma agraria, que<br />

benefició en gran medida a muchas comunidades<br />

indígenas del país (pero no a todas).<br />

La destrucción de <strong>la</strong> economía tradicional de<br />

los campesinos indígenas va acompañada de un<br />

proceso multivariado de ecocidio. Según Víctor<br />

Toledo, existen nueve causas de ecocidio: 1) extracción<br />

minera; 2) extracción de petróleo, gas,<br />

carbón y uranio; 3) proyectos hidro y termoeléctricos;<br />

4) parques eólicos; 5) proyectos megaturísticos;<br />

6) urbanización desbocada; 7) cultivos<br />

transgénicos (maíz, soya y algodón); 8) contaminación<br />

<strong>por</strong> residuos tóxicos industriales y urbanos,<br />

y 9) destrucción de bosques, selvas, matorrales<br />

y otras formas de vegetación.<br />

Ante los retos actuales, el enfoque netamente<br />

culturalista que se popu<strong>la</strong>rizó en los últimos<br />

30 años es insuficiente. Tras <strong>la</strong> etapa indigenista<br />

de <strong>la</strong> incor<strong>por</strong>ación, surgió <strong>la</strong> reacción multiculturalista<br />

que enfatizó <strong>la</strong> diversidad cultural y <strong>la</strong><br />

necesidad del respeto a <strong>la</strong> diferencia y <strong>la</strong> diversidad<br />

en México. Muy pronto, sin embargo, los<br />

propios indígenas seña<strong>la</strong>ron que el respeto a <strong>la</strong><br />

diferencia no constituía un esquema suficiente<br />

para comprender <strong>la</strong> situación de desigualdad<br />

que seguía aquejando <strong>la</strong> vida de los pueblos indígenas<br />

en el país.<br />

Para integrar este rompecabezas, nos hace falta<br />

echar mano de los conceptos de autonomía y<br />

libre determinación (o autodeterminación), que<br />

después de muchos años de luchas y negociaciones<br />

es reconocido <strong>por</strong> <strong>la</strong> Constitución como un<br />

derecho de los pueblos indígenas.<br />

El hecho de que se haya reconocido no significa<br />

que el Estado esté respetando ese derecho<br />

de los pueblos indígenas, y tampoco que éstos lo<br />

estén ejerciendo libre y democráticamente en sus<br />

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