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secu<strong>la</strong>res <strong>la</strong>zos entre México y Cuba a través de<br />
pescadores, de<strong>por</strong>tistas, intercambios de artistas<br />
e intelectuales, beldades rumberas, lo mismo que<br />
<strong>la</strong> resonancia histórica de los exiliados políticos<br />
de Cuba en México, empezando <strong>por</strong> José Martí,<br />
y de México en Cuba, así como <strong>la</strong> hermandad<br />
histórica: todo eso, en fin, hacía que <strong>la</strong> barbarie<br />
de <strong>la</strong> tiranía batistiana hiriera más que otras el<br />
corazón de los mexicanos.<br />
En este ámbito arranqué como fotógrafo de<br />
prensa y, entre tantas noticias, llegó a finales<br />
de 1956 <strong>la</strong> que daba cuenta del desembarco de 82<br />
cubanos rebeldes en una p<strong>la</strong>ya del oriente cubano.<br />
Estaban dispuestos a derrocar a Fulgencio Batista<br />
y a <strong>la</strong>s oligarquías azucareras que lo apoyaban. Las<br />
subsiguientes noticias, breves y extraviadas, anunciaban<br />
el exterminio de los insurrectos y el aumento<br />
de <strong>la</strong> represión en Cuba. Pero <strong>la</strong>s notas no eran<br />
exactas <strong>por</strong>que de los 82 hombres habían sobrevivido<br />
12 que, en una hazaña más allá de cualquier<br />
guión cinematográfico o nove<strong>la</strong> de aventuras, se internaron<br />
en <strong>la</strong>s montañas del oriente cubano y dieron<br />
inicio a <strong>la</strong> primera guerra de guerril<strong>la</strong>s victoriosa<br />
en <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga historia de insurrecciones fallidas en<br />
el continente. Entre esos hombres sobrevivientes<br />
estaban Fidel Castro y su jovencísimo hermano<br />
Raúl, el argentino Ernesto “Che” Guevara, Camilo<br />
Cienfuegos y otros que ya entraron en <strong>la</strong> historia,<br />
no sólo <strong>por</strong> vencer en tres años a un ejército abastecido<br />
y asesorado desde los Estados Unidos, sino<br />
también <strong>por</strong> tomar el poder, enfrentarse a Estados<br />
Unidos y establecer el primer Estado socialista en<br />
América, el cual ha resistido durante más de medio<br />
siglo un cerco económico asfixiante y una perversa<br />
campaña mediática de dimensión universal y carácter<br />
crónico que aún perduran.<br />
Mientras tanto, en México <strong>la</strong> prensa se preocupaba<br />
primordialmente de difundir elogiosamente<br />
<strong>la</strong>s actividades del Estado mexicano. Los fotógrafos<br />
ilustraban los elogios, los actos, el desarrollo<br />
del país paralelo a <strong>la</strong> expansión de <strong>la</strong> economía<br />
neocolonial estadounidense. Los que no estaban<br />
en este juego, o participaban en él tangencialmente,<br />
podían tomar fotos del otro México, pero<br />
no ver<strong>la</strong>s publicadas. Estar fuera de <strong>la</strong>s nóminas<br />
secretas era estar fuera de <strong>la</strong>s páginas de diarios<br />
y revistas. Como dijo un ingenioso diplomático<br />
mexicano: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en<br />
el error”. Las imágenes podían describir lo pintoresco,<br />
lo exótico, lo ingenioso, <strong>la</strong> entraña poética<br />
de <strong>la</strong> mexicanidad, pero nunca lo real inaceptable:<br />
<strong>la</strong> pobreza límite, <strong>la</strong> creciente disparidad entre los<br />
habitantes de un país que aún se creía rico; ser<br />
fotógrafo de prensa y no estar en ese medio enmascarado,<br />
era imposible.<br />
Una represión silenciosa se dio primero en el<br />
campo, en apartadas estaciones ferrocarrileras y en<br />
locales sindicales, pero luego se desbordó contra<br />
<strong>la</strong>s manifestaciones callejeras en plena capital. La<br />
intervención brutal de soldados y granaderos fue<br />
un espectáculo oprobioso en <strong>la</strong>s calles céntricas de<br />
<strong>la</strong> ciudad. La persecución secreta y selectiva, como<br />
práctica <strong>común</strong> contra cualquier forma de oposición,<br />
se hizo pública y masiva. No había manera<br />
de ocultar<strong>la</strong>, con todo y <strong>la</strong> buena disposición de <strong>la</strong><br />
prensa a pasar <strong>por</strong> alto lo que sucedía. La huelga<br />
ferrocarrilera fue cercenada con el encarce<strong>la</strong>miento<br />
de los dirigentes sindicales, encabezados <strong>por</strong> Demetrio<br />
Vallejo, y después del dirigente del magisterio,<br />
Othón Sa<strong>la</strong>zar; así se puso fin al primer gran<br />
movimiento obrero posrrevolucionario de mediados<br />
del siglo XX, pero <strong>la</strong>s consecuencias tendrían<br />
efectos hasta <strong>la</strong> fecha, particu<strong>la</strong>rmente en <strong>la</strong> cooptación<br />
de los líderes sindicales y en el control de <strong>la</strong>s<br />
bases mediante <strong>la</strong> corrupción.<br />
Los fotógrafos de prensa trataron aquellos<br />
problemas desde <strong>la</strong> óptica del poder, siempre al<br />
<strong>la</strong>do de los agentes federales y el Ejército, puede<br />
decirse que protegidos <strong>por</strong> ellos. Las fotos de <strong>la</strong><br />
detención del líder sindical Vallejo son <strong>la</strong>s mismas<br />
en todos los diarios y revistas. Incluso, gran<br />
parte de los re<strong>por</strong>teros gráficos llegaron al lugar<br />
del hecho acompañando a <strong>la</strong> fuerza pública. Fotografiaban<br />
lo que los medios necesitaban, y éstos<br />
publicaban lo que indicaba <strong>la</strong> Secretaría de Gobernación.<br />
El punto de vista seguía siendo unánime y<br />
contro<strong>la</strong>do, así se tratara de sucesos violentos que<br />
conmocionaban al país. “¡Prensa vendida, prensa<br />
vendida!”, fue durante los años siguientes <strong>la</strong> consigna<br />
popu<strong>la</strong>r con <strong>la</strong> que se recibía a re<strong>por</strong>teros y<br />
fotógrafos en actos conflictivos.<br />
La verdadera historia rodaba desnuda <strong>por</strong> <strong>la</strong>s<br />
calles céntricas de México, y no había forma de tapar<strong>la</strong>,<br />
de no ver<strong>la</strong>, de no fotografiar<strong>la</strong>, de no lograr<br />
de vez en cuando un documento que con su so<strong>la</strong><br />
publicación seña<strong>la</strong>ra los cambios dramáticos en<br />
<strong>la</strong>s fuerzas sociales. Pero los fotógrafos de prensa<br />
no podían ni tenían <strong>la</strong> capacidad para defender un<br />
punto de vista o imponer una imagen. La elección<br />
de <strong>la</strong>s fotos era asunto del director, al margen de<br />
<strong>la</strong> opinión de sus autores, acostumbrados a no<br />
participar en esa faceta de su trabajo. Y aun así,<br />
si una imagen mostraba <strong>la</strong> crudeza de los hechos,<br />
se anu<strong>la</strong>ba su contenido con textos y pies de foto<br />
tendenciosos.<br />
En <strong>la</strong> esquina de Avenida Juárez y Bucareli, <strong>por</strong><br />
<strong>la</strong>s calles de Rosales y Ejido, a pocos metros del<br />
corazón periodístico de México, miles de maestros,<br />
telegrafistas y descontentos de todas <strong>la</strong>s pobrezas<br />
se manifestaron con toda intención cerca de<br />
Rodrigo Moya. Fotografía de Susan F<strong>la</strong>herty<br />
<strong>la</strong>s sedes informativas. Las calles aledañas fueron<br />
ocupadas <strong>por</strong> el Ejército, elementos de <strong>la</strong> Policía<br />
Federal de Seguridad, infiltrados y granaderos ansiosos<br />
de entrar en combate. El humo de <strong>la</strong>s bombas<br />
<strong>la</strong>crimógenas cubrieron de una bruma amaril<strong>la</strong><br />
y asfixiante el centro de <strong>la</strong> ciudad. Piedras contra<br />
garrotes y <strong>la</strong>nza-granadas, estampidas y contraataques,<br />
heridos, ambu<strong>la</strong>ncias, palizas aquí y allá,<br />
detenidos arrastrados a los autos celu<strong>la</strong>res donde<br />
los aguardaban los puños de los “guaruras”. Los<br />
ambu<strong>la</strong>ntes de <strong>la</strong> Cruz Roja rescataban heridos de<br />
<strong>la</strong> saña policiaca. Los fotógrafos se daban gusto,<br />
pero siempre al <strong>la</strong>do de los agentes, p<strong>la</strong>ticando con<br />
ellos, protegidos de <strong>la</strong>s pedrizas o de <strong>la</strong>s embestidas<br />
de los indignados, que desde el movimiento<br />
ferrocarrilero y magisterial rechazaban e incluso<br />
agredían a <strong>la</strong> prensa, en particu<strong>la</strong>r a los fotógrafos.<br />
Y tenían razón: en aquel<strong>la</strong>s batal<strong>la</strong>s campales de<br />
1957 a 1961, <strong>la</strong> prensa fue unánime una vez más:<br />
los descontentos eran agitadores comunistas y <strong>la</strong>s<br />
fotografías, con sus adecuados pies de grabado,<br />
así lo demostraban. Eran también los años de <strong>la</strong><br />
Guerra fría y de <strong>la</strong>s dictaduras militares en el resto<br />
de América Latina. Los sectores más alertas de <strong>la</strong><br />
juventud tomaban conciencia del mundo injusto y<br />
salvaje que imponía el capitalismo.<br />
Esto sucedía a mediados del siglo pasado, al<br />
margen de <strong>la</strong>s luchas y conclusión de <strong>la</strong> revolución<br />
de 1910, donde <strong>la</strong> traición y el crimen fueron<br />
<strong>la</strong>s constantes para eliminar cualquier oposición<br />
o disidencia que pusiera en riesgo al poder dominante,<br />
enfi<strong>la</strong>do ya desde entonces –a pesar de<br />
<strong>la</strong>s reformas trascendentes que hoy retroceden<br />
día tras día– hacia un sistema sociopolítico más<br />
preocupado <strong>por</strong> integrarse a <strong>la</strong>s directivas expansionistas<br />
y predatorias de Washington, que a establecer<br />
el equilibrio social y <strong>la</strong> justa distribución<br />
de <strong>la</strong> riqueza.<br />
Los resultados están a <strong>la</strong> vista: <strong>la</strong> creciente represión,<br />
<strong>la</strong>s desapariciones forzadas como un suceso<br />
cotidiano a lo <strong>la</strong>rgo y ancho del país; <strong>la</strong> tortura<br />
como el medio de “investigación” más usual, los<br />
medios informativos, con el poder de <strong>la</strong> televisión<br />
desinformativa a <strong>la</strong> cabeza, rendidos como nunca<br />
al poder; <strong>la</strong> entrega de los recursos naturales, <strong>la</strong><br />
rectificación degradante de <strong>la</strong> Constitución. Y en<br />
fin, <strong>la</strong> corrupción y su hermana geme<strong>la</strong> <strong>la</strong> impunidad,<br />
originadas en <strong>la</strong>s más altas esferas del poder<br />
político, contaminando hasta los últimos rincones<br />
de <strong>la</strong> vida pública de una nación que no tiene más<br />
voz que <strong>la</strong>s marchas ruidosas o silenciosas, <strong>la</strong> obstrucción<br />
de carreteras y vías públicas, y los millones<br />
de pancartas y consignas que los gobernantes<br />
ignoran, imbuidos en su avidez de riquezas y en <strong>la</strong>s<br />
tramas para mantenerse en <strong>la</strong> esfera del poder que<br />
nos rige sin cortapisas ni ética alguna. ❧<br />
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