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Tejiendo voces por la casa común

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VOCES<br />

DE LA COMUNIDAD<br />

ta Susan Sontag en sus ensayos sobre <strong>la</strong> fotografía.<br />

Y para que <strong>la</strong>s sutilidades del discurso no se escapen,<br />

reaparece <strong>la</strong> voz en off del fotógrafo. Frente<br />

a <strong>la</strong> imagen, Salgado completa el re<strong>la</strong>to, su experiencia,<br />

lo acontecido y <strong>la</strong>s sensaciones obtenidas<br />

en el momento. El recuerdo. Hay una mistificación<br />

de <strong>la</strong> imagen: primero Salgado hab<strong>la</strong>, después <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong> enmarca, se edita y crea <strong>la</strong> sensación de<br />

veracidad. No es una biopic, no hay dramatización<br />

espectacu<strong>la</strong>r, rehúye a <strong>la</strong> sensiblería, pero anc<strong>la</strong> su<br />

objetivo en <strong>la</strong> figura del creador y <strong>la</strong>s lecturas que<br />

comparte sobre su trabajo. La primera secuencia<br />

de <strong>la</strong> mina deve<strong>la</strong> <strong>la</strong> intención del documental: fotografías<br />

equivalentes a los sacos de tierra y oro<br />

se han seleccionado de entre <strong>la</strong>s pepitas que serán<br />

expuestas en el metraje; además, cada una esconde<br />

un secreto, en el que el fotógrafo hab<strong>la</strong> de cómo<br />

puso el cuerpo antes que <strong>la</strong> cámara, direccionando<br />

<strong>la</strong>s posibles lecturas del trabajo.<br />

En este aspecto, el documental no se tambalea ni<br />

<strong>por</strong> un instante, no duda, pero tampoco se apega a <strong>la</strong><br />

fórmu<strong>la</strong> del National Geographic o Discovery Channel.<br />

Estas resoluciones estéticas, al igual que en <strong>la</strong><br />

biopic, son mero espectáculo, fetiche occidental para<br />

el fácil asombro en los programas informativos. El<br />

fetiche se desluce una vez que deve<strong>la</strong> <strong>la</strong> vulgaridad de<br />

su referente (el espectáculo televisivo); a Wenders,<br />

<strong>por</strong> el contrario, le atrae <strong>la</strong> efigie y el tótem; para<br />

Pina y Salgado, respectivamente, el recuerdo sacro<br />

y <strong>la</strong> deidad en vida. Con estos intereses no rompe<br />

ninguna reg<strong>la</strong> (quizá nunca estuvo interesado en hacerlo),<br />

es respetuoso, no reinventa <strong>la</strong> galería audiovisual,<br />

aun cuando <strong>la</strong>s imágenes que muestra una y<br />

otra vez son difíciles de ver <strong>por</strong> <strong>la</strong> devastación y los<br />

horrores que re<strong>la</strong>tan. Ya sea en Brasil, México, Indonesia,<br />

Etiopía, Tanzania, Yugos<strong>la</strong>via o <strong>la</strong> guerra del<br />

Golfo en Kuwait, <strong>la</strong>s fotografías impactan, pero cumplen<br />

mejor su cometido <strong>por</strong> separado y sin el ritmo<br />

sedante del documental. La devastación adquiere un<br />

grado de belleza que atrae y escandaliza, ya no <strong>por</strong><br />

lo que retrata, sino <strong>por</strong> <strong>la</strong> parsimonia con <strong>la</strong> que el<br />

público asimi<strong>la</strong> el dolor de los demás. Las desgracias<br />

se acumu<strong>la</strong>n, pierden rigor. El papel del testigo como<br />

fotógrafo y espectador se torna cuestionable: ¿hacia<br />

dónde vamos con todo esto?<br />

En el ensayo “El heroísmo de <strong>la</strong> visión”, Susan<br />

Sontag escribe sobre el atractivo y los peligros de<br />

una imagen considerada como algo bello: “La cámara<br />

ha tenido tanto éxito en su función de embellecer el<br />

mundo, que <strong>la</strong>s fotografías, más que el mundo, se<br />

han convertido en medida de lo bello”. El acontecimiento<br />

hecho imagen puede sustituir a <strong>la</strong> realidad<br />

e, incluso, embellecer<strong>la</strong>. El mundo se cuantifica en<br />

postales del recuerdo, efectos conso<strong>la</strong>torios, ap<strong>la</strong>namiento<br />

de <strong>la</strong> desgracia o documentos que guardan<br />

alguna sorpresa en su contexto sociopolítico. Lo<br />

desconocido nos arroba, pero también inmoviliza<br />

ante <strong>la</strong> imposibilidad de una acción certera. La fotografía<br />

de Salgado conmueve, escandaliza, pero <strong>la</strong><br />

pelícu<strong>la</strong> de Wenders y el hijo del fotógrafo, Juliano<br />

Ribeiro (quien es codirector del documental), amortigua<br />

<strong>la</strong> caída. Es el peligro de lo atractivo, pues embelesa<br />

y reconforta, aspecto que no sería posible si <strong>la</strong><br />

fotografía de Salgado no apuntara hacia <strong>la</strong> armonía<br />

visual, pues pocas imágenes en el documental procuran<br />

salir del concepto hegemónico de lo bello. Un<br />

niño en Etiopía muriendo en brazos de su padre, una<br />

mujer ciega en Malí, un arado en México, los exiliados<br />

de Yugos<strong>la</strong>via, el terrorismo en <strong>la</strong> guerra del Golfo<br />

Pérsico, todo se asemeja en <strong>la</strong> bel<strong>la</strong> composición<br />

del b<strong>la</strong>nco y negro. Ahí se encuentra <strong>la</strong> trampa.<br />

Lo que condiciona al documental es <strong>la</strong> intención<br />

de no transgredir <strong>la</strong> estructura narrativa, <strong>la</strong> selección<br />

de <strong>la</strong>s imágenes y el montaje de <strong>la</strong> historia; es<br />

necesario ac<strong>la</strong>rar que tampoco todas <strong>la</strong>s fotografías<br />

de Sebastião Salgado van sobre tragedias sociales.<br />

El interés del artista siempre han sido <strong>la</strong>s personas.<br />

El título de <strong>la</strong> pelícu<strong>la</strong> enmarca <strong>la</strong> inquietud<br />

<strong>por</strong> demostrar que <strong>la</strong> especie humana es <strong>la</strong> que dinamita<br />

al mundo. Pero en una ironía, el documental<br />

pierde el sentido de <strong>la</strong> dosificación; si <strong>la</strong> sal sazona<br />

y conserva, es necesario saber emplear<strong>la</strong>. Menor<br />

material en exposición y más síntesis en el metraje,<br />

habrían provocado mayor impacto en el público, sin<br />

necesidad de caer en el so<strong>por</strong> o el espectáculo. Si<br />

algo evidencia el trabajo de Salgado, es que lo contemp<strong>la</strong>tivo<br />

también duele. Tomar una fotografía es<br />

permanecer estático e impasible ante lo que se podría<br />

modificar; el fotógrafo no siempre interviene<br />

de modo fáctico, sino que inmortaliza y mediatiza<br />

<strong>la</strong> información.<br />

Al final, para bien o para mal, el trabajo de<br />

los realizadores cree en <strong>la</strong> especie humana como<br />

factor de cambio, así lo evidencian los últimos<br />

proyectos de Salgado y Lélia Wanick, su esposa.<br />

El Instituto Terra es <strong>la</strong> reforestación de <strong>la</strong> <strong>casa</strong><br />

paterna en Brasil, un tributo al p<strong>la</strong>neta después del<br />

desencanto provocado <strong>por</strong> <strong>la</strong> sociedad. El suspiro<br />

se desprende del espectador al ver <strong>la</strong>s zonas áridas<br />

vueltas a <strong>la</strong> vida. El fotógrafo no sólo concientiza,<br />

sino que también actúa, aunque no siempre en re<strong>la</strong>ción<br />

con <strong>la</strong> imagen. Los dos últimos proyectos,<br />

el Instituto Terra y <strong>la</strong> serie Génesis, se enfocan en <strong>la</strong><br />

naturaleza y el paisaje, así como en <strong>la</strong> investigación<br />

para reconstruir <strong>la</strong> mata atlántica. Consue<strong>la</strong>, pero<br />

no sólo en lo estético. Ir más allá de <strong>la</strong> imagen debería<br />

ser <strong>la</strong> tarea de muchos artistas. En ocasiones,<br />

al hab<strong>la</strong>r de imágenes sólo se describen síntomas,<br />

<strong>por</strong> lo cual es necesario bucear en los abismos de <strong>la</strong><br />

estructura social y no únicamente en <strong>la</strong> superficie.<br />

El último trabajo de Wenders y Juliano Ribeiro chapotea<br />

<strong>por</strong> lo alto, se disfruta pero <strong>por</strong> momentos<br />

aburre. Al final, el escándalo puede acosarnos al<br />

descubrir <strong>la</strong> imagen ante <strong>la</strong> que cabeceamos. ❧<br />

CAMPOS DE ALYSSUM<br />

CLARA JANÉS<br />

I<br />

Suspensa ante el prodigio, <strong>la</strong> pequeña C<strong>la</strong>ra<br />

de cuatro años fue tocada <strong>por</strong> <strong>la</strong> belleza. Fue en el<br />

instante numinoso cuando ese campo nevado de diminutas<br />

flores b<strong>la</strong>ncas se regaló a sus ojos, previo<br />

acontecimiento incluso al de que <strong>la</strong>s manos de su<br />

deseo se allegaran francamente a <strong>la</strong> intensa y apasionada<br />

re<strong>la</strong>ción que lleva hasta <strong>la</strong> fecha, con los<br />

volúmenes que entonces pob<strong>la</strong>ban <strong>la</strong> abundante<br />

biblioteca de su padre, el editor y poeta, Josep Janés.<br />

Sin embargo, hubo un primer acontecimiento,<br />

cuando casi al año de edad, acunada en los brazos<br />

de una de sus tías, percibió con apertura inaudita <strong>la</strong><br />

música de Bach y reveló su conciencia con pa<strong>la</strong>bras<br />

para decirse que hab<strong>la</strong>ría de ello, de esa luminosa<br />

sensación que <strong>la</strong> sobrecogía cuando esto le fuera<br />

posible, y lo hizo.<br />

De tal manera cedida a <strong>la</strong>s letras, C<strong>la</strong>ra Janés, que<br />

haciéndose el<strong>la</strong>s mismas sus cómplices y aliadas, el<br />

7 de mayo de 2015, no obstando <strong>la</strong> difícil decisión<br />

<strong>por</strong> quienes con <strong>la</strong> poeta, narradora, ensayista y traductora<br />

estaban postu<strong>la</strong>dos, le otorgan en digna reciprocidad<br />

una f<strong>la</strong>mante “U” mayúscu<strong>la</strong>, como asiento<br />

en <strong>la</strong> Real Academia de <strong>la</strong> Lengua Españo<strong>la</strong> (RAE),<br />

convirtiéndo<strong>la</strong> en <strong>la</strong> décima mujer que ha ocupado<br />

un sitio en <strong>la</strong> RAE, en los tres siglos de su fundación.<br />

Letras, canto, música, <strong>la</strong> poseía de C<strong>la</strong>ra Janés<br />

encarna en <strong>la</strong> curiosidad y <strong>la</strong> conciencia, en el sentido<br />

de <strong>la</strong> vida que es aliento y que es voz y que ha<br />

dado al mundo cuantiosos frutos, varios de ellos ga<strong>la</strong>rdonados:<br />

en 1972, el Premio Ciudad de Barcelona<br />

de Ensayo, con La vida cal<strong>la</strong>da de Federico Monpou;<br />

en 1983, también el Ciudad de Barcelona, con Vivir;<br />

en 1997, el Premio Nacional de Traducción, <strong>por</strong> el<br />

conjunto de su obra; en 2007, X Premio de <strong>la</strong>s Letras<br />

Españo<strong>la</strong>s Teresa de Ávi<strong>la</strong>, <strong>por</strong> el conjunto de<br />

su obra, <strong>por</strong> mencionar sólo algunos.<br />

II<br />

La tarde llueve, <strong>la</strong> voz poética de C<strong>la</strong>ra Janés es gota<br />

que se adhiere a <strong>la</strong> ventana y <strong>la</strong> hace vibrar con un<br />

recato de rayo apaciguado, pero revestido de su natural<br />

potencia. Como <strong>la</strong> voz del muecín que surca<br />

Alejandra Ata<strong>la</strong><br />

el espacio sin romperlo, su escritura toma textura<br />

de luz recién bañada, de mirada sin despojo, de a<strong>la</strong>s<br />

suspendidas en el aroma que es l<strong>la</strong>ma y que es helor<br />

de daga que toca <strong>la</strong> vida sin rozar<strong>la</strong> para reve<strong>la</strong>r<strong>la</strong>.<br />

El frío acrecienta el silencio,<br />

<strong>la</strong> savia se encoge en <strong>la</strong>s ramas<br />

hasta <strong>la</strong> grieta<br />

abierta a <strong>la</strong> oscuridad;<br />

<strong>la</strong> he<strong>la</strong>da luz<br />

arrasa los campos,<br />

pero en su red queda suspensa<br />

<strong>la</strong> belleza.<br />

Alguien canta<br />

en un lugar de <strong>la</strong> fantasía,<br />

alguien susurra <strong>la</strong> fe… 1<br />

Es el canto, <strong>la</strong> fe expresada de C<strong>la</strong>ra Janés, vibración<br />

y eco, <strong>la</strong>tido de a<strong>la</strong>s que va habitándose a<br />

sí mismo en cada paso para verterse en cada letra,<br />

en cada ritmo de conciencia, en <strong>la</strong> que vacía de sí<br />

y en contemp<strong>la</strong>ción. C<strong>la</strong>ra inha<strong>la</strong> el instante para<br />

hacerse con él una, en esa eternidad b<strong>la</strong>nca que no<br />

juega a los años, pero sí a los números, no a los segundos,<br />

pero sí al pentagrama que no tiene asunto<br />

pendiente con Cronos y que, en cambio, a fuerza de<br />

escucharlo en el silencio de sí misma, se le ofrece<br />

en <strong>la</strong> realidad de <strong>la</strong> nocturna desnudez.<br />

no es sueño el dormir<br />

son ondas<br />

que cruzan<br />

espacios tiempos<br />

y tras<strong>la</strong>dan olvido y memoria<br />

al lugar del ahora<br />

sin bordes<br />

de <strong>la</strong> presente-ausente<br />

intocada naturaleza<br />

que ofrece huel<strong>la</strong>s<br />

perceptibles<br />

al amanecer 2 .<br />

1<br />

Huel<strong>la</strong>s sobre una corteza, C<strong>la</strong>ra Janés, Fundación Jorge Guillén,<br />

Val<strong>la</strong>dolid, 2005.<br />

2<br />

Orbes del sueño, C<strong>la</strong>ra Janés, Vaso Roto Ediciones, Madrid-México,<br />

2013.<br />

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