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Metáfora de <strong>la</strong> tierra 18<br />
VISIONES<br />
LA MEMORIA<br />
AL NATURAL<br />
APROXIMACIONES A LA<br />
OBRA DE LIZETTE ARDITTI<br />
Pura López Colomé<br />
“Lizette habita, al pintar, una especie de duermeve<strong>la</strong> fuera de foco, el espacio de una Memoria con mayúscu<strong>la</strong>s<br />
donde, al distinguir c<strong>la</strong>ves interpretativas, se distingue”, escribe <strong>la</strong> poeta Pura López Colomé sobre Arditti,<br />
una artista que frente al lienzo no sólo es receptiva con <strong>la</strong> naturaleza que <strong>la</strong> rodea en Tepoztlán, donde radica<br />
desde hace 35 años, sino también con el dolor humano y todo aquello que le da <strong>la</strong> posibilidad de crear imágenes<br />
inexistentes en <strong>la</strong>s que <strong>la</strong> textura, <strong>la</strong> composición y el color se sincronizan para hacer de <strong>la</strong> abstracción un<br />
elemento vivo, tangible, que se nos reve<strong>la</strong> a través del diálogo de estas dos artistas.<br />
En <strong>la</strong>s conclusiones a uno de sus extraordinarios<br />
libros en torno a <strong>la</strong> trayectoria del arte occidental,<br />
Sir Kenneth C<strong>la</strong>rk, después de reconocer entre<br />
líneas que <strong>la</strong> historia somos nosotros, nos define<br />
como “parte de un gran todo, al que <strong>por</strong> conveniencia<br />
l<strong>la</strong>mamos naturaleza”. Le damos ese nombre a <strong>la</strong><br />
enormidad amada y temida que nos rebasa, nuestro<br />
principio y fin, a <strong>la</strong> que deberíamos respetar y<br />
rendir constante homenaje pendu<strong>la</strong>r, valorando el<br />
orden y el caos, <strong>la</strong> construcción y <strong>la</strong> destrucción,<br />
abriéndonos paso con una conciencia-linterna encendida<br />
que explicara de golpe tales osci<strong>la</strong>ciones.<br />
El arte resulta el único medio de expresión humana<br />
que nos pone de<strong>la</strong>nte estos contrastes, puntas del<br />
mismo hilo, zonas distintas, necesarias una para <strong>la</strong><br />
otra, de <strong>la</strong> misma unidad, el estanque cuyas ondas<br />
se mueven del centro a <strong>la</strong> periferia y viceversa, y<br />
coinciden con lo que Mathew Arnold afirmaba de <strong>la</strong><br />
poesía: es <strong>la</strong> crítica de <strong>la</strong> vida, entendiendo crítica<br />
–agrego– como función del espíritu.<br />
El coto artístico<br />
Desde que conocí <strong>la</strong>s primeras muestras de <strong>la</strong> obra<br />
de Lizette, me percaté de que eran parte de algo<br />
en constante movimiento, un camino trazado y<br />
trazable que, sin autocomp<strong>la</strong>cencias, aspiraba a <strong>la</strong><br />
evolución que sólo puede darse con una franca y<br />
casi devota disciplina de trabajo, y el aprendizaje<br />
cotidiano que esto implica; con el despojo de todo<br />
aquello que hue<strong>la</strong> a <strong>la</strong> arrogancia de quien se cree genial<br />
o iluminado, y sí va ofreciendo, de manera cada<br />
vez más acusada, en cambio, una congruencia entre<br />
lo individual de un quehacer para el que se nació y<br />
lo que obliga a éste, <strong>por</strong> fuerza ya, a insertarse en un<br />
mundo colectivo, tanto pequeño e inmediato como<br />
enorme y, en apariencia, muy distante.<br />
En este universo actual de insta<strong>la</strong>ciones e intervenciones,<br />
de franca virtualidad artística, siempre<br />
<strong>la</strong> he ubicado como hija excéntrica y anacrónica de <strong>la</strong><br />
tradición de Turner y Constable; entre ambos, acaso.<br />
Tras los pasos del segundo, sobre todo, en re<strong>la</strong>ción<br />
íntima con el mundo terrenal, vegetal, reconoció,<br />
supongo desde muy temprano, que, tal como apunta<br />
C<strong>la</strong>rk acerca del movimiento romántico paisajista,<br />
“el arte debe basarse en una so<strong>la</strong> idea dominante,<br />
y un artista prueba su valía persiguiendo esta idea<br />
hasta el final, enriqueciéndo<strong>la</strong>, ampliándo<strong>la</strong>, pero<br />
sin perder<strong>la</strong> nunca de vista, y no incluyendo ningún<br />
incidente, <strong>por</strong> seductor que sea en sí mismo, que no<br />
esté subordinado como fin último a este primer concepto<br />
principal”. Así, a lo <strong>la</strong>rgo de casi 40 años de<br />
convivencia con <strong>la</strong> cadena montañosa del Tepozteco,<br />
Lizette ha dialogado con el<strong>la</strong> de muchas maneras,<br />
entre óleos, grabados y acuare<strong>la</strong>s, sobre todo, concentrándose<br />
a fondo en ese micro y macrocosmos,<br />
su muy peculiar y mexicano equivalente del Mont<br />
Sainte-Victoire, de Cézanne.<br />
A pregunta expresa de mi parte acerca de su<br />
peculiar coto artístico y de su tema central, responde<br />
que después de aprender una gran cantidad<br />
de técnicas y pasar <strong>por</strong> c<strong>la</strong>ses de todo tipo, verdaderos<br />
<strong>la</strong>boratorios experimentales, “empecé el acopio<br />
del lenguaje necesario para expresarme”, siempre<br />
en re<strong>la</strong>ción “con el misterio de <strong>la</strong> existencia, con lo<br />
natural, lo orgánico, lo vivo, lo cíclico”. De ahí que,<br />
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