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en nuestras vidas y nuestros cuerpos de <strong>la</strong> misma<br />
forma y con <strong>la</strong> misma intensidad?<br />
¿Cómo le hacemos para conversar entre todos,<br />
todas y todoas sobre <strong>la</strong> necesidad de crear comunidades<br />
en resistencias plurales a <strong>la</strong>s opresiones<br />
múltiples que violentan nuestras vidas y cuerpos,<br />
nuestros territorios, estilos de vida y memorias?<br />
¿Cómo entretejernos de tal manera que juntas,<br />
juntos, juntoas, resistamos estas opresiones?<br />
¿Cómo darnos cuenta de que <strong>la</strong> insistencia académica<br />
y/o activista de jerarquizar una de <strong>la</strong>s opresiones<br />
<strong>por</strong> encima de <strong>la</strong>s otras es hacer de nuestras<br />
luchas plurales, con todo su potencial para entretejernos,<br />
el deshi<strong>la</strong>cho que el poder pretende?<br />
¿Cómo mirarnos en <strong>la</strong> pluralidad que somos<br />
al resistir estas opresiones múltiples <strong>por</strong> género,<br />
raza, c<strong>la</strong>se, orientación sexual y <strong>la</strong> fuerza liberadora<br />
que esto tiene?<br />
Empecemos, propongo, <strong>por</strong> atrevernos a considerar<br />
que <strong>la</strong> patriarquía no es una totalidad histórica,<br />
ni universal, ni <strong>común</strong> a todas <strong>la</strong>s culturas<br />
ni una condición humana. Pensar de otra manera<br />
sería reducir el ancho presente que habitamos a <strong>la</strong><br />
historia del pensamiento b<strong>la</strong>nco occidental moderno<br />
y, con ello, de algunos feminismos.<br />
Escuchemos <strong>la</strong> propuesta del feminismo comunitario<br />
que nos a<strong>por</strong>ta <strong>la</strong> compañera aymara<br />
boliviana feminista comunitaria, Julieta Paredes,<br />
y <strong>la</strong> noción del “entronque de los patriarcados”.<br />
En c<strong>la</strong>ra diferencia con <strong>la</strong> propuesta de María Lugones,<br />
Julieta Paredes nos comenta que en el encuentro<br />
colonial se da el encuentro de patriarcados<br />
indígenas o amerindios y europeos, y de esta<br />
manera <strong>la</strong>s culturas locales son tan patriarcales<br />
como <strong>la</strong>s europeas. Sin duda, éste es un punto de<br />
conversación y debate crítico que se ha dado entre<br />
feministas comprometidas con el co<strong>la</strong>pso de <strong>la</strong> violencia<br />
patriarcal. De manera personal, considero<br />
que <strong>la</strong> fuerza que a<strong>por</strong>ta el feminismo comunitario<br />
y <strong>la</strong> noción de “entronque de los patriarcados” es<br />
<strong>la</strong> de recordarnos <strong>la</strong> resistencia constante de nuestras<br />
madres y abue<strong>la</strong>s frente a <strong>la</strong> discriminación<br />
y violencia contra el<strong>la</strong>s <strong>por</strong> no ser hombres y que<br />
queda invisibilizada en <strong>la</strong>s historias hegemónicas<br />
del feminismo b<strong>la</strong>nco occidental como si <strong>la</strong> resistencia<br />
de <strong>la</strong>s mujeres hubiera empezado en Europa<br />
en el siglo XIX. Aquí radica, desde mi punto de vista,<br />
uno de sus a<strong>por</strong>tes más valiosos.<br />
Sin embargo, también me pregunto: ¿qué es lo<br />
que perdemos, qué es lo que queda invisibilizado<br />
al nombrar todo lo que había antes como patriarcal<br />
también? ¿Qué pluralidad de formas de sociabilidad<br />
que no tienen como raíz profunda una representación<br />
dimorfa de opuestos macho-hembra de<br />
los cuerpos, de <strong>la</strong> sexualidad y de <strong>la</strong> espiritualidad<br />
quedan sepultadas bajo <strong>la</strong> categoría patriarquía?<br />
Pero sigamos y hagámonos preguntas difíciles:<br />
si <strong>la</strong> patriarquía no es universal ni <strong>común</strong> a todas<br />
<strong>la</strong>s culturas, si no existía antes, ¿cómo le hacemos<br />
para mostrar los límites de su violencia sin negar<br />
su existencia concreta actual?<br />
Negar <strong>la</strong> violencia patriarcal sería un grave insulto<br />
en el México del feminicidio impune y a <strong>la</strong>s<br />
miles de madres que siguen buscando a sus hijas.<br />
La patriarquía es real, violenta, y tiene una <strong>la</strong>rga<br />
historia en nuestro país y en muchos otros. Pero<br />
no podemos ni debemos establecernos en este dolor,<br />
en esa impunidad, en esa <strong>la</strong>rga historia pensando<br />
que es toda <strong>la</strong> realidad.<br />
Podríamos, quizá, comenzar <strong>por</strong> pensar que si<br />
esta violencia está co<strong>la</strong>psando, tuvo un principio. Si<br />
tuvo un principio en el tiempo, significaría que hubo<br />
y hay mundos y otras prácticas que no son ni han<br />
sido nunca patriarcales, pero tampoco su “opuesto”,<br />
es decir, matriarcales. Por ejemplo, como nos lo<br />
p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> socióloga feminista Oyèrónkẹ́ Oyěwùmí,<br />
en el caso de <strong>la</strong>s comunidades yoruba, en Nigeria,<br />
no estaban organizadas en c<strong>la</strong>ve de género ni anc<strong>la</strong>das<br />
en lo visible del cuerpo y que, de acuerdo con<br />
esta académica, es un trazo particu<strong>la</strong>rmente fuerte<br />
de <strong>la</strong> cultura occidental obsesionada con lo que se ve.<br />
En el caso de <strong>la</strong>s culturas mesoamericanas, el<br />
estudio etnohistórico de <strong>la</strong> feminista Silvia Marcos,<br />
nos a<strong>por</strong>ta <strong>la</strong> noción “fluidez de género” como una<br />
opción para contrastar <strong>la</strong>s interpretaciones dominantes<br />
que se hacen de estas culturas, donde <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />
entre lo masculino y femenino es representada<br />
sólo como opuesta. Para Marcos, esta re<strong>la</strong>ción es,<br />
de hecho, una “de opuestos, pero también fluida,<br />
abierta y en un incesante y cambiante equilibrio,<br />
donde se hacían y rehacían a sí mismos sin llegar<br />
nunca a una estratificación jerárquica fija”.<br />
Me gustaría compartir que mi aprendizaje sobre<br />
el origen, sobre <strong>la</strong> posibilidad de pensar y contribuir<br />
al co<strong>la</strong>pso de <strong>la</strong> violencia patriarcal como algo que<br />
necesariamente está ligado al co<strong>la</strong>pso del capitalismo,<br />
de <strong>la</strong> raza y de <strong>la</strong> heteronormatividad, y no necesariamente<br />
como su sustitución <strong>por</strong> su opuesto “el<br />
matriarcado” o el fin a <strong>la</strong> negación de este último<br />
(Werholf, 2007), está profundamente ligado a <strong>la</strong> enseñanza<br />
compartida <strong>por</strong> una compañera maestra de<br />
<strong>la</strong> Escue<strong>la</strong> Zapatista, quien nos dijo lo siguiente:<br />
…les voy a compartir un poco <strong>la</strong> marginación que<br />
desde nuestras abue<strong>la</strong>s han venido viviendo…<br />
Nuestras abue<strong>la</strong>s fueron maltratadas <strong>por</strong> los mismos<br />
patrones y capataces… Cuando el<strong>la</strong>s estaban<br />
viviendo con los patrones cuentan el<strong>la</strong>s que no valían<br />
para ellos, no eran tomadas en cuenta… Algunas<br />
de nuestras abue<strong>la</strong>s fueron incluso vio<strong>la</strong>das <strong>por</strong><br />
los patrones… Después nuestros abuelos vieron<br />
que ya era mucho <strong>la</strong> marginación y ellos se rebe<strong>la</strong>ron<br />
y tuvieron que ir a buscar tierras a donde vivir<br />
para que ya ahí empezaran a formar una familia y no<br />
pudieran vivir maltratados… Pero <strong>la</strong>s mujeres eran<br />
maltratadas, seguía el maltrato, <strong>por</strong>que nuestros<br />
abuelos ya traían esa ma<strong>la</strong> idea de los patrones y<br />
capataces que no respetaban a <strong>la</strong>s mujeres…<br />
Comparto el testimonio de <strong>la</strong> compañera maestra<br />
zapatista como una manera de cuestionar lo<br />
que hemos estado haciendo <strong>la</strong>s feministas urbanas<br />
mestizas/b<strong>la</strong>ncas durante <strong>la</strong>rgo tiempo: hemos leído<br />
mundos, re<strong>la</strong>ciones con el cuerpo, <strong>la</strong> sexualidad<br />
y con <strong>la</strong> vida desde el filtro de <strong>la</strong> monocultura dominante<br />
b<strong>la</strong>nca masculina y occidental.<br />
La compañera maestra zapatista nos comparte<br />
<strong>la</strong> historia de vulnerabilidad, de deshumanización<br />
de los cuerpos no b<strong>la</strong>ncos y no masculinos. Y desde<br />
ahí nos invita a pensar sobre que “nuestros abuelos<br />
ya traían esa ma<strong>la</strong> idea de los patrones y capataces<br />
que no respetaba a <strong>la</strong>s mujeres”, como un desafío<br />
intercultural muy serio para pensar en el diseño<br />
global de ese entronque no so<strong>la</strong>mente de violencias<br />
patriarcales, sino también capitalistas, racistas y heteronormativas<br />
en su manifestación histórica local.<br />
A pesar de <strong>la</strong>s diferencias im<strong>por</strong>tantes entre <strong>la</strong>s<br />
distintas propuestas de los feminismos comprometidos<br />
con el co<strong>la</strong>pso de <strong>la</strong> violencia patriarcal que<br />
he compartido aquí, creo que lo que valdría <strong>la</strong> pena<br />
enfatizar de éstos es que parten de <strong>la</strong>s historias de<br />
cuerpos excluidos y vulnerables como experiencia<br />
histórica concreta, pero también como conocimiento<br />
vivo que nos permite cuestionar <strong>la</strong> noción<br />
patriarquía como punto de partida y sin historia<br />
local. El co<strong>la</strong>pso tendría, entonces, que ir reve<strong>la</strong>ndo<br />
<strong>la</strong> pluralidad de experiencias y tem<strong>por</strong>alidades<br />
de su dominación, entre muchas otras cuestiones.<br />
La sociedad pospatriarcal. Fotografía de Prensa UAEM<br />
EL CAMBIO RADICAL Y<br />
SUS ENEMIGOS<br />
Ro<strong>la</strong>ndo Vázquez<br />
Universidad de Utrecht, Países Bajos<br />
El título de esta sesión se presenta como un espacio<br />
de reflexión que reside entre <strong>la</strong> necesidad de <strong>la</strong><br />
crítica a <strong>la</strong>s formas de opresión y <strong>la</strong> esperanza de<br />
liberación. Quiero comenzar <strong>por</strong> invitarnos a pensar<br />
el cambio radical como aquél que desde <strong>la</strong> raíz<br />
es capaz de transformar el orden de <strong>la</strong> realidad histórica<br />
que nos acosa. No me refiero so<strong>la</strong>mente a<br />
<strong>la</strong> realidad histórica del neoliberalismo o a <strong>la</strong> hidra<br />
capitalista, sino también a los 500 años de imposición<br />
del orden moderno/colonial, los 500 años de<br />
formación e implementación del modelo de civilización<br />
eurocentrista, que hoy l<strong>la</strong>mamos modernidad.<br />
Hoy, gracias al pensamiento que proviene de<br />
<strong>la</strong>s filosofías de los pueblos originarios y <strong>la</strong> de <strong>la</strong>s<br />
experiencias de lucha, <strong>la</strong> modernidad ya no se nos<br />
presenta como el proyecto único de desarrollo,<br />
como <strong>la</strong> única ruta al progreso y a <strong>la</strong> salvación de<br />
<strong>la</strong> humanidad. Los “otros saberes”, los saberes no<br />
eurocentristas, han desbordado <strong>la</strong>s críticas internas<br />
de <strong>la</strong> modernidad (el marxismo, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> de<br />
Frankfurt, el postestructuralismo, etc.), y nos han<br />
otorgado una visión exógena de <strong>la</strong> modernidad,<br />
una visión que <strong>por</strong> primera vez es capaz de ver <strong>la</strong><br />
modernidad desde afuera, precisamente como el<br />
proyecto de civilización eurocentrado. La moder-<br />
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