Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
micrófonos, Susana... Me parece todo <strong>de</strong> culebrón. Tampoco puedo pedir<br />
<strong>de</strong>masiado. Estoy en un prostíbulo, al fin y al cabo. Y en el fondo, eso mismo me<br />
hace subir la adrenalina. Por <strong>una</strong> vez <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho tiempo está pasando<br />
algo en mi vida que he elegido yo. Y eso es lo más bonito <strong>de</strong> todo.<br />
Abro la puerta <strong>de</strong> la habitación con sumo cuidado para no <strong>de</strong>spertar a Cindy. Pero<br />
ella sigue en la misma posición, <strong>de</strong> costado, roncando como un bebé. Creo que<br />
nada la pue<strong>de</strong> sacar <strong>de</strong> su sueño. Me acuesto nuevamente y logro dormir, hasta<br />
que Angelika entra <strong>de</strong> nuevo en la habitación. Encien<strong>de</strong> la luz, como ha hecho la<br />
primera vez, y me <strong>de</strong>spierta.<br />
—¡Oye! ¿Hablas bien inglés? —me pregunta, sacudiéndome el hombro.<br />
—Sí, muy bien.<br />
—Pues levántate. Tengo a un cliente en el Juan Carlos que quiere a <strong>una</strong> europea<br />
que hable inglés.<br />
¡Otra vez levantarse! ¡Me muero! Pero lo peor <strong>de</strong> todo es prepararse. ¿Cómo me<br />
lo voy a montar para borrar estos signos <strong>de</strong> sueño <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los ojos? Esto ya no<br />
me parece divertido. Y es la primera noche que estoy durmiendo en la casa.<br />
—Te llamo un taxi, venga, ¡date prisa! —insiste Angelika—. ¡Toma! Son los datos<br />
<strong>de</strong>l cliente. Sam, habitación trescientos quince. Paga sesenta mil pesetas por <strong>una</strong><br />
hora.<br />
Cindy levanta ligeramente la cabeza al oír el precio, y cuando ve que me estoy<br />
preparando, me suelta un «¡Buena suerte!» y se vuelve a dormir. Ya he<br />
<strong>de</strong>scubierto lo que saca a Cindy <strong>de</strong> su letargo. El dinero. A su lado está acostada<br />
Estefanía. Ni siquiera la he oído entrar en la habitación. Está dormida ya y ni se<br />
inmuta. ¿Cuántas cabemos en esta cama? Más a<strong>de</strong>lante, llegamos a dormir cinco<br />
chicas en esta misma cama, ¡cinco chicas!, ¡un récord!<br />
Son las cinco <strong>de</strong> la mañana y pienso que el cliente que me ha tocado esta noche<br />
<strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar realmente hambriento para llamar a estas horas.<br />
Bajo las escaleras sin hacer ruido, y constato con rabia que el taxista todavía no<br />
ha llegado. Abajo <strong>de</strong>l edificio, algunos clientes <strong>de</strong> un local <strong>de</strong> striptease salen<br />
borrachos. Hacen un intento para captar mi atención pero no les hago caso. Entre<br />
ellos y yo hay un mundo <strong>de</strong> distancia. Me siento importante. Voy a tener sexo con<br />
un señor que paga 60.000 pesetas, y en un hotel <strong>de</strong> lujo. Un cinco estrellas. Y, con<br />
un poco <strong>de</strong> suerte, me lo voy a pasar bien. Cuando me sorprendo pensando eso,<br />
me siento ridicula. Es sólo <strong>una</strong> cuestión <strong>de</strong> precio.<br />
www.LeerLibrosOnline.net