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—Sí, y es verdad. Estoy loco por <strong>una</strong> mujer. —Ya veo —digo, perdiéndole un poco<br />
el respeto—. Estás enamorado y vas ligando por ahí. Se pone a reír a carcajadas.<br />
—¡Qué tonta eres! —exclama con cariño—. ¡No entien<strong>de</strong>s nada!<br />
—Pues no. No te entiendo. Eres como todos. Tienes a <strong>una</strong> mujer, <strong>de</strong> la cual estás<br />
enamorado, y sigues mirando a las <strong>de</strong>más. No te entiendo.<br />
Me da igual lo que piense <strong>de</strong> mí. Después <strong>de</strong> esa conversación, he <strong>de</strong>cidido que<br />
nunca lo volveré a ver en la vida. Es un presumido <strong>de</strong> mucho cuidado. Jaime se<br />
pone <strong>de</strong> repente serio, llama al camarero y pi<strong>de</strong> otra botella <strong>de</strong> champán. No abre<br />
la boca hasta que están nuevamente llenas nuestras dos copas. Levanta la suya y<br />
anuncia: —Brindo por ti, Val, la mujer <strong>de</strong> la cual estoy enamoradísimo. Mira mi<br />
copa y espera que yo la levante también para acompañarle en el brindis. Pero<br />
estoy paralizada y me he quedado sin habla. No me esperaba nada <strong>de</strong> eso y soy<br />
la primera sorprendida. Me invita nuevamente a coger la copa y brindar, lo que<br />
hago al final <strong>de</strong> manera automática.<br />
—Es lo que te quería <strong>de</strong>cir. Por eso te invité a cenar. Estoy loco por ti —murmura<br />
estirando el cuello, para acercarse a mi rostro—. Tú eres la mujer <strong>de</strong> quien estoy<br />
enamorado.<br />
Me estoy quedando boquiabierta, mientras él se bebe la copa entera. Yo, en<br />
cambio, no puedo tragar nada.<br />
—¡Ya está! —dice aliviado—. Ya lo he soltado. Tenías razón. Debía hablar<br />
contigo. Me acabo <strong>de</strong> quitar un gran peso <strong>de</strong> encima.<br />
No consigo creer lo que estoy escuchando y me quedo con la copa llena en la<br />
mano, medio temblando, mirando las burbujas subiendo hasta la superficie.<br />
Jaime se pone triste <strong>de</strong> repente y comenta:<br />
—Lo siento. No quería que te sintieras incómoda. Lo siento <strong>de</strong> verdad.<br />
Pi<strong>de</strong> inmediatamente la cuenta. Me siento rara porque no estoy acostumbrada a<br />
que alguien, casi un <strong>de</strong>sconocido, me <strong>de</strong>clare su amor <strong>de</strong> esta manera. Paga y<br />
salimos en silencio.<br />
—Te acompaño a tu casa. Espero que no te moleste. Cuando salgo con <strong>una</strong><br />
persona, siempre me gusta acompañarla a su casa.<br />
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