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—Y ahora, ¡corre! Haz la maleta, y vete al aeropuerto. Tu vuelo sale a las cinco <strong>de</strong><br />
la tar<strong>de</strong>. Marta tiene los billetes. Mándame un lax cuando llegues. ¡Buena suerte,<br />
hijita!<br />
Tomo un taxi por los pelos al salir <strong>de</strong> la oficina, y me <strong>de</strong>ja en la puerta <strong>de</strong> mi casa.<br />
Hay gente amontonada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong>l edificio y para po<strong>de</strong>r hacerme<br />
paso, tengo que pedir permiso varias veces a la docena <strong>de</strong> personas que<br />
aguardan <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las escaleras.<br />
—¿Qué está pasando aquí? —pregunto a <strong>una</strong> rubia teñida, con un pendiente en la<br />
nariz y un pintalabios color fucsia, quien parece formar parte <strong>de</strong>l grupo.<br />
—Estamos esperando a Felipe, <strong>de</strong>l local A. Pero todavía no ha llegado, así que<br />
tenemos que esperarle aquí en la calle.<br />
Felipe es uno <strong>de</strong> mis vecinos. No puedo <strong>de</strong>cir con exactitud a qué se <strong>de</strong>dica, pero<br />
el local es don<strong>de</strong> tiene montada su empresa. Le he visto en varias ocasiones, pero<br />
sólo nos hemos saludado. Después <strong>de</strong> subir <strong>de</strong> cuatro en cuatro las escaleras,<br />
abro rápidamente la puerta <strong>de</strong> mi casa y me pongo a hacer la maleta. ¡Cómo odio<br />
eso! A pesar <strong>de</strong> saber <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace un mes que voy a viajar, no sé todavía lo que<br />
me voy a llevar. Revuelvo todos mis trajes y en la cómoda voy contando los pares<br />
<strong>de</strong> tangas y sostenes que necesito llevarme. A la vez, marco el teléfono <strong>de</strong> Taxi<br />
Merce<strong>de</strong>s para que me vengan a recoger <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mi casa, la cual se<br />
transforma inmediatamente en <strong>una</strong> tienda <strong>de</strong> ropa <strong>de</strong> marca, mal organizada. Odio<br />
preparar un viaje en el último minuto. Y para colmo, para po<strong>de</strong>r cerrar mi maleta,<br />
tengo que sentarme varias veces encima. ¿Y la combinación secreta? ¿Cuál es la<br />
combinación <strong>de</strong> la cerradura? ¡No me acuerdo! Al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sfallecimiento, y<br />
con el taxista llamando al interfono, saco toda la ropa <strong>de</strong> la maleta. No tengo otro<br />
remedio que coger otra, porque no me acuerdo <strong>de</strong> la maldita combinación. Me<br />
odio por ello. Soy un <strong>de</strong>sastre para estas cosas, y siempre tiene que pasarme<br />
cuando más prisa tengo.<br />
Reventada por los nervios, me pongo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l espejo <strong>de</strong>l baño y con mi cara <strong>de</strong><br />
pequeño Buda poco inspirado voy haciendo unos ejercicios <strong>de</strong> respiración<br />
abdominal que, se supone, tendrían que relajarme en el acto. Siempre suele<br />
funcionar. Mientras busco unos preservativos para meterlos en la maleta, me<br />
encuentro un fax <strong>de</strong> mi amiga Sonia que no he tenido tiempo <strong>de</strong> leer hasta ahora.<br />
Lo haré en el avión. Bajo por el ascensor; subir las escaleras es bueno para<br />
trabajar los glúteos, pero bajarlas no tiene ningún sentido. Me tropiezo <strong>de</strong> nuevo<br />
con el grupo <strong>de</strong> antes que sigue reunido <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la puerta. Mientras el taxista<br />
está poniendo mis cosas en el maletero, no puedo evitar preguntarle a la misma<br />
rubia:<br />
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