Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Me dijo que mi Señor podría demorar, que la ciudad tenía piqueteros, personas<br />
que, a modo de protesta, cortaban las calles, pero que a mi caballero muchos lo<br />
conocían, y como sabían que era soñador lo dejan pasar. Pero no siempre.<br />
Pero ahora el problema soy yo. Observé que las mujeres de este siglo son muy<br />
diferentes. Sus senos son siete veces más grandes que los míos, y sus ropas son tan<br />
pequeñas como las que le ponía a mis muñecas. Y ni que hablar de sus labios. ¿Qué<br />
pensará mi caballero cuando me vea? ¿Me seguirá amando como lo hacía en aquellos<br />
tiempos?<br />
Ahora estoy aquí esperando. Veo llegar un hombre y creo que es él.<br />
Se acerca, vislumbro un rostro feliz. No hay dudas, es mi Hidalgo Don Quijote de la<br />
Mancha. Me tiemblan las manos y me palpita el corazón.<br />
Se mueve lentamente hacia mí y me ordena: —Linda subí a mi auto y sentiremos<br />
que el tiempo no ha pasado. A lo cual le respondo: —“Pues señor Don Quijote, quedo<br />
rendida por saberme objeto de sus intereses tan galantes. Se inclina reverente<br />
antes usted y sube a su falso caballo de cuatro patas rodantes, ésta, que su merced<br />
ha dado en llamar Dulcinea”.<br />
Podrán juzgarme por parecer “mujer de mal vivir”, ¿pero quién puede resistirse a<br />
los encantos de un noble caballero? que no es ni vago, ni héroe, tan solo un “sex<br />
simbol”, que será por siempre mi loco y amado soñador.<br />
Mariela De gregorio<br />
Escritora