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REVISTA MUNDO PLURAL NRO 9

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Deportes<br />

Hubo un tiempo que fue hermoso<br />

Aunque hoy nos parezca increíble, hubo un tiempo que fue hermoso, y el<br />

simpatizante de fútbol era libre de verdad.<br />

Fue una época en donde en un mismo estadio había hinchas de los dos<br />

equipos que disputaban el partido. Y usted me dirá que eso no fue hace mucho<br />

tiempo, y tiene razón. Pero inclusive puedo asegurarle que los que querían<br />

que gane un equipo y los que optaban por el otro, estaban juntos. Sí,<br />

juntos uno al lado del otro en una misma tribuna, y cuando había un gol,<br />

unos gritaban y festejaban… otros se lamentaban por el tanto recibido. Pero<br />

el partido se seguía jugando.<br />

Si usted era hincha de un equipo y quería ir a ver a otro del cual no era simpatizante,<br />

no había ningún problema. Quizá alguno de sus amigos eran seguidores<br />

de un club que jugaba bien al fútbol y a usted le interesaba ir a verlo<br />

a la cancha por el simple hecho de acompañar a su amigo y de ver buen<br />

juego.<br />

Después de un tiempo ya no era tan simple mantener a toda esta masa de<br />

gente junta porque siempre había alguna pelea, entonces se permitía la<br />

“comunión de los colores”, pero solamente en la platea. Las populares eran<br />

una para cada “parcialidad”.<br />

Claramente se suponía que, como la entrada a la platea tiene un costo más<br />

elevado, asistiría gente de un “nivel más elevado” que no se iba a andar agarrando<br />

a golpes de puño…<br />

Pero no pasó mucho tiempo hasta que esto no pudo hacerse más. No se<br />

sabe bien si empezó a bajar el “nivel” de los plateístas que asistían a la cancha<br />

o a aumentar la pasión desmedida y exagerada.<br />

Es más probable lo segundo. Los simpatizantes de los equipos siempre tuvieron<br />

la costumbre de cantar y llevar banderas en nuestro fútbol para alentar<br />

a sus clubes, pero por alguna extraña razón empezó a ser más importante<br />

cantar en contra del equipo rival que a favor del propio.<br />

Empezó a exagerarse esta famosa frase que asegura que el fútbol es una<br />

pasión y se agrandó demasiado el amor incondicional por los colores del<br />

club. Y los simpatizantes de fútbol comenzaron a ser “hinchas caracterizados”.<br />

Y aunque parezca raro, es uno de los pocos ejemplos en donde el exceso de<br />

pasión es perjudicial para el desarrollo normal de la actividad.

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