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Deportes<br />
Hubo un tiempo que fue hermoso<br />
Aunque hoy nos parezca increíble, hubo un tiempo que fue hermoso, y el<br />
simpatizante de fútbol era libre de verdad.<br />
Fue una época en donde en un mismo estadio había hinchas de los dos<br />
equipos que disputaban el partido. Y usted me dirá que eso no fue hace mucho<br />
tiempo, y tiene razón. Pero inclusive puedo asegurarle que los que querían<br />
que gane un equipo y los que optaban por el otro, estaban juntos. Sí,<br />
juntos uno al lado del otro en una misma tribuna, y cuando había un gol,<br />
unos gritaban y festejaban… otros se lamentaban por el tanto recibido. Pero<br />
el partido se seguía jugando.<br />
Si usted era hincha de un equipo y quería ir a ver a otro del cual no era simpatizante,<br />
no había ningún problema. Quizá alguno de sus amigos eran seguidores<br />
de un club que jugaba bien al fútbol y a usted le interesaba ir a verlo<br />
a la cancha por el simple hecho de acompañar a su amigo y de ver buen<br />
juego.<br />
Después de un tiempo ya no era tan simple mantener a toda esta masa de<br />
gente junta porque siempre había alguna pelea, entonces se permitía la<br />
“comunión de los colores”, pero solamente en la platea. Las populares eran<br />
una para cada “parcialidad”.<br />
Claramente se suponía que, como la entrada a la platea tiene un costo más<br />
elevado, asistiría gente de un “nivel más elevado” que no se iba a andar agarrando<br />
a golpes de puño…<br />
Pero no pasó mucho tiempo hasta que esto no pudo hacerse más. No se<br />
sabe bien si empezó a bajar el “nivel” de los plateístas que asistían a la cancha<br />
o a aumentar la pasión desmedida y exagerada.<br />
Es más probable lo segundo. Los simpatizantes de los equipos siempre tuvieron<br />
la costumbre de cantar y llevar banderas en nuestro fútbol para alentar<br />
a sus clubes, pero por alguna extraña razón empezó a ser más importante<br />
cantar en contra del equipo rival que a favor del propio.<br />
Empezó a exagerarse esta famosa frase que asegura que el fútbol es una<br />
pasión y se agrandó demasiado el amor incondicional por los colores del<br />
club. Y los simpatizantes de fútbol comenzaron a ser “hinchas caracterizados”.<br />
Y aunque parezca raro, es uno de los pocos ejemplos en donde el exceso de<br />
pasión es perjudicial para el desarrollo normal de la actividad.