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REVISTA MUNDO PLURAL NRO 9

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El tango nuestro de cada día<br />

Desde aquellos cafés que eran prostíbulos disfrazados, en los que algunos clientes<br />

mataban la espera improvisando movimientos y contorsiones simulando los provocados<br />

por el candombe – así se asegura que el Tango comenzó como danza en los<br />

barrios periféricos de Buenos Aires – hasta los escenarios nacionales y extranjeros<br />

donde nuestros Juan Carlos Copes, Nora Godoy; Milena Pleb, Miguel Angel Soto y<br />

tantos otros cultores del tango como danza, exhiben sus figuras atrayentes – han<br />

pasado muchas expresiones tangueras populares, masivas unas, más intimistas<br />

otras. Aquellas mostrando en las décadas de los años 1940/1950 los famosos<br />

“bailes de carnaval” que atrapaban a miles y miles de “bailarines” en reuniones que<br />

se publicaban como “7 grandes bailes7” en Clubes como Centro Lucense (hoy Centro<br />

Galicia); Comunicaciones; San Lorenzo de Almagro; River Plate; Atlanta, por<br />

citar los más convocantes de nuestra Ciudad de Buenos Aires, cruzándose con información<br />

proveniente desde Rosario donde el Club Provincial alcanzaba cifras records<br />

de recaudación en esos festejos. Las más intimistas, volcando a “pistas” hogareñas<br />

o en reuniones juveniles llamadas “asaltos” o en salones de fiestas o en clubes barriales<br />

a concurrentes que se transformaban en “bailarines de tango” respetando<br />

códigos como lo eran “el cabeceo” – con el que el hombre invitaba a “sacar” a la<br />

mujer - la “ojeada” para conocer como bailaba quien agradaba o el “no aceptar” la<br />

mujer la invitación del hombre si antes le había negado el baile a otro.<br />

También sufrió una evolución la letrística del<br />

tango. En sus comienzos y amparándose en<br />

la ambientación que enfrentaba, se manifestaban<br />

con carácter obsceno algunos títulos<br />

de la época: Dame la lata (aludía a la contraseña<br />

que acreditaba el pago que debían entregar<br />

los clientes a las pupilas), ¡Que polvo<br />

con tanto viento!, Sacudime la persiana, y<br />

otros títulos aún mas ofensivos al pudor. En<br />

la denominada época de oro del tango surgían<br />

letras más románticas algunas y más<br />

“festivas” otras: Bailemos; Fuimos; Gricel;<br />

Mimi Pinsón; Nada; Rubí entre las primeras y<br />

Dímelo al oído; Tortazo; El descolado; Justo<br />

el 31, como parte de un extenso ramillete<br />

las últimas.

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