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Antología concurso Ángel Ganivet 2018

Primera Edición: febrero 2019 Textos: Hugo Gastón Irigaray, Francisco J. Jariego, José Ignacio Ceberio Sainz de Rozas, Adriana Silvia Vaninetti, Pablo Loperena López, William Antonio Argüello Bernal, Jesús Carlos Ruiz Suárez, Javier Álvarez, Adolfo Eloy Villafuerte Caicedo, Mercedes Duarte Alvarado, Benito Pastoriza Iyodo, Mar Correa , José Manuel Fernández Argüelles, Anahí Almasia, Mariana Sández, Eduardo Fernán-López, Juan Ángel Cabaleiro, Jorge Rafael Castagna, Cintia Mannocchi, Estefanía Bernabé Sánchez y Salomé Guadalupe Ingelmo.

Primera Edición: febrero 2019

Textos:
Hugo Gastón Irigaray, Francisco J. Jariego, José Ignacio Ceberio Sainz de Rozas, Adriana Silvia Vaninetti, Pablo Loperena López, William Antonio Argüello Bernal, Jesús Carlos Ruiz Suárez, Javier Álvarez, Adolfo Eloy Villafuerte Caicedo, Mercedes Duarte Alvarado, Benito Pastoriza Iyodo, Mar Correa , José Manuel Fernández Argüelles, Anahí Almasia, Mariana Sández, Eduardo Fernán-López, Juan Ángel Cabaleiro, Jorge Rafael Castagna, Cintia Mannocchi, Estefanía Bernabé Sánchez y Salomé Guadalupe Ingelmo.

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Eterno retorno<br />

Mercedes Duarte Alvarado (Venezuela)<br />

Hay algo escondido dentro de nosotros: nuestra propia muerte.<br />

Pero algo más está oculto, al acecho […]: el olvido de la muerte<br />

[…] Es habitual hablar de la lucha de la vida contra la muerte,<br />

pero hay un peligro inverso. Y tenemos que luchar contra<br />

la posibilidad de que no muramos... Ciegamente soñamos con<br />

vencer la muerte a través de la inmortalidad, cuando la inmortalidad<br />

es siempre el más terrible de los posibles destinos.<br />

Jean Baudrillard. La ilusión vital<br />

Todo acontecía en la oscuridad. El clarín de fuga había interrumpido las<br />

silenciosas sombras diurnas y el rumor de la noche empezó a esparcirse como migas.<br />

Hacía mucho que nadie dormía. El día y la noche transitaban erráticos por las calles<br />

iluminadas con la precariedad de unos bombillos apolillados que, ridículos, empujaban<br />

algo invisible que se les oponía y les impedía seguir alumbrando. El cambio fue sutil.<br />

Las gradaciones imperceptibles, mudas, enervaron la ciudad hasta que, apenas un día,<br />

casi por descuido, solo unos pocos se dieron cuenta de la pesadilla. Pero no pudieron<br />

hacer nada para impedirlo, y las cosas se fueron dando como si aquello no fuese un<br />

despropósito; como si no hubiera sido un desafío a la cordura. Todo se volvió ceguera y<br />

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