Un personaje de mi barrio
Colección de crónicas del Cabildo Nacional de la Crónica de la Ciudad de México. María Elena Solórzano Carbajal (Compiladora), Jaime A. Valverde Arciniega (Presidente), José A. Carbajal Cortés, Hugo Arturo Cardoso Vargas, Ana María Castro Velasco, Héctor Castañón Basaldúa, Manuel Garcés Jiménez, Verónica Müller, Jaime Orozco Barbosa, Marisol Reséndiz Pizarro, Miguel Ángel Salgado Meyer, Antonio Sevilla Tapia, Arturo Villanueva Bazán, Juan Rafael Zimbrón Romero y Edith Padilla Zimbrón. México, 2019.
Colección de crónicas del Cabildo Nacional de la Crónica de la Ciudad de México. María Elena Solórzano Carbajal (Compiladora), Jaime A. Valverde Arciniega (Presidente), José A. Carbajal Cortés, Hugo Arturo Cardoso Vargas, Ana María Castro Velasco, Héctor Castañón Basaldúa, Manuel Garcés Jiménez, Verónica Müller, Jaime Orozco Barbosa, Marisol Reséndiz Pizarro, Miguel Ángel Salgado Meyer, Antonio Sevilla Tapia, Arturo Villanueva Bazán, Juan Rafael Zimbrón Romero y Edith Padilla Zimbrón. México, 2019.
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La antigua librería Navarro
La librería Navarro fue fundada por los hermanos Daniel y
Enrique Navarro Orejel quienes eran oriundos de Ocotlán,
Jalisco. Enrique celebró nupcias con doña Manuela Zimbrón,
originaria de Singuilucan, Hidalgo. El acervo inicial de la
librería se formó con la adquisición de dos bibliotecas, por lo
que se puede decir que el negocio inició con la compra-venta de
libros usados, allá en la lejana segunda década del siglo veinte.
Su ubicación era el extinto mercado de “El Volador”, predio
que hoy ocupa la Suprema Corte de Justicia. Luego, en la
siguiente década, se trasladaría a la calle de Seminario número
12.
Manuela tuvo dos hermanos, Juan y Petra. Mi padre, de
nombre Rafael, convivió mucho con el tío Juan, tanto, que yo
llevo el nombre de mi padre y del tío.
Juan Zimbrón estuvo casado con Inés García. Su hogar lo
formaron cinco hijos. Su casa se localiza en la colonia Vallejo.
Ahí precisamente se encontraba una bodega donde se
guardaban linotipos y papel, que luego se llevarían a la
imprenta para armar los libros de la editorial Navarro y Fuente
Cultural.
Otra bodega se encontraba en la colonia Álamos. Ambos
locales albergaban textos comunistas y de historia que no
agradaban al gobierno de la época post revolucionaria. El
recinto céntrico sirvió en algún momento de guarida de algún
líder político que sufriera el acoso del gobierno y como centro
de reunión entre el dueño de la empresa y líderes comunistas
tanto nacionales como de América Latina. Había un
intercambio muy estrecho entre soviéticos y líderes mexicanos
quienes de cierta manera financiaban la publicación de
volúmenes que luego se venderían entre los círculos
intelectuales y obreros del país y más adelante en el extranjero.
Estas acciones furtivas se diluían con la producción de
volúmenes, sobre todo de historia, que servían como textos
escolares universitarios.
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