Guerras de los Ángeles
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />
Hacia las nueve y media <strong>de</strong> la noche, procuré darme vuelta y comprobé que todo dolor<br />
había <strong>de</strong>saparecido. Al darme vuelta <strong>de</strong> un lado a otro y al mover las manos,<br />
experimentaba una ligereza y libertad extraordinarias, in<strong>de</strong>scriptibles. El cuarto estaba<br />
inundado <strong>de</strong> luz, una luz maravil<strong>los</strong>a, suave, azulada; me parecía estar en <strong>los</strong> brazos <strong>de</strong><br />
seres celestiales. {VAAn 264.1}<br />
Había ya disfrutado <strong>de</strong> esta luz en momentos particularmente ben<strong>de</strong>cidos; pero esta vez<br />
era más distinta, más impresionante, y sentía una paz tan perfecta y abundante que las<br />
palabras me faltan para expresarla. Me senté y me vi ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> una nube brillante, blanca<br />
como la nieve, cuyos bor<strong>de</strong>s tenían un pronunciado color rosado. La música más<br />
arrobadora llenaba el aire y conocí en ella el canto <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles. Luego una voz me dijo:<br />
“Nada temas: yo soy tu Salvador. Los santos ángeles te ro<strong>de</strong>an”.—Joyas <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
Testimonios 3:315-316. {VAAn 264.2}<br />
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