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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Daniel... no podía mirar el rostro <strong>de</strong>l ángel sin per<strong>de</strong>r su fuerza y <strong>de</strong>sfallecer. El ángel<br />

se acercó y lo puso sobre sus pies, pero otra vez perdió su vigor. Finalmente el ángel se<br />

acercó en apariencia humana para que Daniel pudiera soportar su presencia.—Manuscript<br />

Releases 2:348. {VAAn 148.4}<br />

Se obtuvo finalmente la victoria, y las fuerzas <strong>de</strong>l enemigo fueron mantenidas en jaque<br />

todos <strong>los</strong> días <strong>de</strong> Ciro, quien reinó por siete años, y todos <strong>los</strong> días <strong>de</strong> su hijo Cambises,<br />

quien reinó unos siete años y medio.—The Review and Herald, 5 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1907.<br />

{VAAn 149.1}<br />

El segundo templo<br />

El segundo templo no igualaba al primero en magnificencia, ni fue santificado por las<br />

manifestaciones visibles <strong>de</strong> la presencia divina que se vieron al ser inaugurado el primer<br />

templo. No hubo manifestación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r sobrenatural para señalar su <strong>de</strong>dicación. No se<br />

vio que una nube <strong>de</strong> gloria llenase el santuario recién erigido. Ningún fuego <strong>de</strong>scendió <strong>de</strong>l<br />

cielo para consumir el sacrificio sobre el altar. La shekina, o presencia <strong>de</strong> Dios, no moraba<br />

más entre <strong>los</strong> querubines <strong>de</strong>l lugar santísimo; el arca, el propiciatorio y las tablas <strong>de</strong>l<br />

testimonio no se encontraban allí. Ninguna señal <strong>de</strong>l cielo daba a conocer la voluntad <strong>de</strong><br />

Jehová al sacerdote inquiridor.—La Historia <strong>de</strong> Profetas y Reyes, 438-439. {VAAn<br />

149.2} Esdras<br />

Los hijos <strong>de</strong>l cautiverio que habían regresado con Esdras “ofrecieron... holocaustos a<br />

Jehová” (Esdras 3:3), en ofrenda por el pecado y en prueba <strong>de</strong> su gratitud por la protección<br />

que les habían dado <strong>los</strong> santos ángeles durante su viaje.—La Historia <strong>de</strong> Profetas y Reyes,<br />

456. {VAAn 149.3}<br />

Nehemías<br />

Durante cuatro meses Nehemías aguardó una oportunidad favorable para presentar su<br />

petición al rey. Mientras tanto, aunque su corazón estaba apesadumbrado, se esforzó por<br />

conducirse animosamente en la presencia real. En aquellas salas adornadas con lujo y<br />

esplendor, todos <strong>de</strong>bían aparentar alegría y felicidad. La angustia no <strong>de</strong>bía echar una<br />

sombra sobre el rostro <strong>de</strong> ningún acompañante <strong>de</strong> la realeza. Pero mientras Nehemías se<br />

hallaba retraído, oculto <strong>de</strong> <strong>los</strong> ojos humanos, muchas eran las oraciones, las confesiones<br />

y las lágrimas que Dios y <strong>los</strong> ángeles oían y veían.—La Historia <strong>de</strong> Profetas y Reyes, 465.<br />

{VAAn 149.4}<br />

Las visiones <strong>de</strong> Zacarías<br />

“Alcé <strong>de</strong>spués mis ojos y miré”—dice Zacarías—, “y he aquí un varón que tenía en su<br />

mano un cor<strong>de</strong>l <strong>de</strong> medir. Y le dije: ¿A dón<strong>de</strong> vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén,<br />

para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que<br />

hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven,<br />

diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa <strong>de</strong> la multitud <strong>de</strong> hombres y <strong>de</strong><br />

ganado en medio <strong>de</strong> ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro <strong>de</strong> fuego en <strong>de</strong>rredor, y para<br />

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