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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

Ezequiel<br />

A orillas <strong>de</strong>l río Quebar, Ezequiel contempló un torbellino que parecía venir <strong>de</strong>l norte,<br />

“una gran nube, con un fuego envolvente, y alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> él un resplandor, y en medio <strong>de</strong>l<br />

fuego algo que parecía como bronce refulgente”. Cierto número <strong>de</strong> ruedas entrelazadas<br />

unas con otras eran movidas por cuatro seres vivientes. Muy alto, por encima <strong>de</strong> éstos “se<br />

veía la figura <strong>de</strong> un trono que parecía <strong>de</strong> piedra <strong>de</strong> zafiro; y sobre la figura <strong>de</strong>l trono había<br />

una semejanza que parecía <strong>de</strong> hombre sentado sobre él”. “Y apareció en <strong>los</strong> querubines la<br />

figura <strong>de</strong> una mano <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sus alas”. Ezequiel 1:4, 26; 10:8. {VAAn 142.1}<br />

Las ruedas eran tan complicadas en su or<strong>de</strong>namiento, que a primera vista parecían<br />

confusas; y sin embargo se movían en armonía perfecta. Seres celestiales, sostenidos y<br />

guiados por la mano que había <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las alas <strong>de</strong> <strong>los</strong> querubines, impelían aquellas<br />

ruedas; sobre el<strong>los</strong>, en el trono <strong>de</strong> zafiro, estaba el Eterno; y en <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong>l trono, había<br />

un arco iris, emblema <strong>de</strong> la misericordia divina. {VAAn 142.2}<br />

Como las complicaciones semejantes a ruedas eran dirigidas por la mano que había<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las alas <strong>de</strong> <strong>los</strong> querubines, el complicado juego <strong>de</strong> <strong>los</strong> acontecimientos humanos<br />

se halla bajo control divino. En medio <strong>de</strong> las disensiones y el tumulto <strong>de</strong> las naciones, el<br />

que está sentado más arriba que <strong>los</strong> querubines sigue guiando <strong>los</strong> asuntos <strong>de</strong> esta tierra.—<br />

La Historia <strong>de</strong> Profetas y Reyes, 393. {VAAn 142.3}<br />

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