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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

13... {VAAn 89.3}<br />

En esta visión, el plan <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción le fue revelado a Jacob... La escalera representa a<br />

Jesús, el medio señalado para comunicarnos con el cielo. Si no hubiese salvado por sus<br />

méritos el abismo producido por el pecado, <strong>los</strong> ángeles ministradores no habrían podido<br />

tratar con el hombre caído... {VAAn 90.1}<br />

Con nueva y dura<strong>de</strong>ra fe en las promesas divinas, y seguro <strong>de</strong> la presencia y protección<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles celestiales, prosiguió Jacob su jornada “a la tierra <strong>de</strong> <strong>los</strong> orientales”.—<br />

Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 176-186. {VAAn 90.2}<br />

Aunque Jacob había <strong>de</strong>jado a Padan-aram en obediencia a la instrucción divina, no<br />

volvió sin muchos temores por el mismo camino por don<strong>de</strong> había pasado como fugitivo<br />

veinte años antes. Recordaba siempre el pecado que había cometido al engañar a su<br />

padre... A medida que se acercaba al fin <strong>de</strong> su viaje, el recuerdo <strong>de</strong> Esaú le traía muchos<br />

presentimientos aflictivos... Nuevamente el Señor dio a Jacob otra señal <strong>de</strong>l amparo<br />

divino.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> Patriarcas y Profetas, 194. {VAAn 90.3}<br />

Cuando Jacob continuó su viaje, <strong>los</strong> ángeles se presentaron. Al ver<strong>los</strong>, dijo:<br />

“Campamento <strong>de</strong> Dios es este”. Génesis 32:2. En un sueño vio a <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong> Dios<br />

acampando alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> él.—Spiritual Gifts 3:127. {VAAn 90.4}<br />

Directamente <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, como si estuvieran mostrando el camino, Jacob vio dos<br />

compañías <strong>de</strong> ángeles, guiándolo y protegiéndolo. Al ver<strong>los</strong>, brotaron <strong>de</strong> sus labios<br />

palabras <strong>de</strong> alabanza y exclamó: “Campamento <strong>de</strong> Dios es este”. Y llamó el nombre <strong>de</strong><br />

aquel lugar Mahanaim, que significa dos huestes o compañías.—The Signs of the Times,<br />

20 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1879. {VAAn 90.5}<br />

Sin embargo, Jacob creyó que <strong>de</strong>bía hacer algo en favor <strong>de</strong> su propia seguridad. Mandó,<br />

pues, mensajeros a su hermano con un saludo conciliatorio... Pero <strong>los</strong> siervos volvieron<br />

con la noticia <strong>de</strong> que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, y que no había dado<br />

contestación al mensaje amistoso... “Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió”...<br />

Dividió [a su familia y sus siervos] en dos grupos, <strong>de</strong> modo que si uno fuese atacado, el<br />

otro tuviera ocasión <strong>de</strong> huir... {VAAn 91.1}<br />

Había llegado ahora al río Jaboc, y cuando vino la noche Jacob mandó a su familia<br />

cruzar el vado al otro lado <strong>de</strong>l río, quedándose él solo atrás. Había <strong>de</strong>cidido pasar la noche<br />

en oración y <strong>de</strong>seaba estar solo con Dios... {VAAn 91.2}<br />

De pronto sintió una mano fuerte sobre él. Creyó que un enemigo atentaba contra su<br />

vida, y trató <strong>de</strong> librarse <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> su agresor. En las tinieblas <strong>los</strong> dos lucharon por<br />

predominar. No se pronunció una sola palabra, pero Jacob <strong>de</strong>splegó todas sus energías y<br />

ni un momento cejó en sus esfuerzos. Mientras así luchaba por su vida, el sentimiento <strong>de</strong><br />

su culpa pesaba sobre su alma; sus pecados surgieron ante él, para alejarlo <strong>de</strong> Dios. Pero<br />

en su terrible aflicción recordaba las promesas <strong>de</strong>l Señor, y su corazón exhalaba súplicas<br />

<strong>de</strong> misericordia. {VAAn 91.3}<br />

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