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Guerras de los Ángeles

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.

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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />

que nacieran. Cuando él contestó la oración <strong>de</strong> Rebeca, le anunció que tendría dos hijos y<br />

le reveló su historia futura, diciéndole que cada uno sería jefe <strong>de</strong> una nación po<strong>de</strong>rosa,<br />

pero que uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> sería más gran<strong>de</strong> que el otro, y que el menor tendría la<br />

preeminencia... {VAAn 88.1}<br />

Isaac... indicó claramente que Esaú, por ser el mayor, tenía <strong>de</strong>recho a la primogenitura.<br />

Pero Esaú no amaba la <strong>de</strong>voción, ni tenía inclinación hacia la vida religiosa... Rebeca<br />

recordaba las palabras <strong>de</strong>l ángel y, con percepción más clara que la <strong>de</strong> su esposo,<br />

comprendía el carácter <strong>de</strong> sus hijos. Estaba convencida <strong>de</strong> que Jacob estaba <strong>de</strong>stinado a<br />

heredar la promesa divina. Repitió a Isaac las palabras <strong>de</strong>l ángel; pero <strong>los</strong> afectos <strong>de</strong>l padre<br />

se concentraban en su hijo mayor, y se mantuvo firme en su propósito.—Historia <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

Patriarcas y Profetas, 175-176. {VAAn 88.2}<br />

Jacob había oído a su madre referirse a la indicación divina <strong>de</strong> que él recibiría la<br />

primogenitura, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces tuvo un <strong>de</strong>seo in<strong>de</strong>cible <strong>de</strong> alcanzar <strong>los</strong> privilegios que<br />

ésta confería. No era la riqueza <strong>de</strong>l padre lo que ansiaba; el objeto <strong>de</strong> sus anhe<strong>los</strong> era la<br />

primogenitura espiritual... {VAAn 88.3}<br />

Cuando Esaú, al volver un día <strong>de</strong> la caza, cansado y <strong>de</strong>sfallecido, le pidió a Jacob la<br />

comida que estaba preparando, este último... aprovechó la oportunidad y ofreció saciar el<br />

hambre <strong>de</strong> su hermano a cambio <strong>de</strong> la primogenitura. “He aquí yo me voy a morir—<br />

exclamó el temerario y <strong>de</strong>senfrenado cazador—; ¿para qué, pues, me servirá la<br />

primogenitura?” Génesis 25:32. Y por un plato <strong>de</strong> lentejas se <strong>de</strong>shizo <strong>de</strong> su<br />

primogenitura... {VAAn 88.4}<br />

Jacob y Rebeca triunfaron en su propósito, pero por su engaño no se granjearon más<br />

que tristeza y aflicción. Dios había <strong>de</strong>clarado que Jacob <strong>de</strong>bía recibir la primogenitura y<br />

si hubiesen esperado con confianza hasta que Dios obrara en su favor, la promesa se habría<br />

cumplido a su <strong>de</strong>bido tiempo... {VAAn 89.1}<br />

Amenazado <strong>de</strong> muerte por la ira <strong>de</strong> Esaú, Jacob salió fugitivo <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> su padre...<br />

La noche <strong>de</strong>l segundo día le encontró lejos <strong>de</strong> las tiendas <strong>de</strong> su padre. Se sentía <strong>de</strong>sechado,<br />

y sabía que toda esta tribulación había venido sobre él por su propio proce<strong>de</strong>r erróneo. Las<br />

tinieblas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación oprimían su alma, y apenas se atrevía a orar. Sin embargo,<br />

estaba tan completamente solo que sentía como nunca antes la necesidad <strong>de</strong> la protección<br />

<strong>de</strong> Dios. Llorando y con profunda humildad, confesó su pecado, y pidió que se le diera<br />

alguna evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que no estaba completamente abandonado... {VAAn 89.2}<br />

Pero Dios no abandonó a Jacob... Compasivamente el Señor reveló a Jacob<br />

precisamente lo que necesitaba: un Salvador... Cansado <strong>de</strong> su viaje, el peregrino se acostó<br />

en el suelo, con una piedra por cabecera. Mientras dormía vio una escalera, clara y<br />

reluciente, “que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo”. Por esta<br />

escalera subían y bajaban ángeles. En lo alto <strong>de</strong> ella estaba el Señor <strong>de</strong> la gloria, y su voz<br />

se oyó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong>: “Yo soy Jehová, el Dios <strong>de</strong> Abraham tu padre, y el Dios <strong>de</strong> Isaac”.<br />

Génesis 28:12-<br />

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