Guerras de los Ángeles
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
Hay una contienda entre las fuerzas del bien y las del mal, entre los ángeles leales y los infieles. Cristo y Satanás no concuerdan y jamás podrán hacerlo. En cada época la verdadera iglesia de Dios ha librado una lucha contra las agencias del mal. Y esta pugna, entre los ángeles malignos y las personas malvadas, por un lado, contra los ángeles del cielo y los verdaderos creyentes, por el otro; ha de continuar hasta el fin del conflicto. Esta violenta batalla incrementará su fiereza a medida que se acerque el fin. A los que se han unido a los agentes satánicos, el Señor los ha designado como hijos de las tinieblas. No existe, ni podrá existir, enemistad natural entre los ángeles caídos y los seres humanos caídos. Ambos son malvados. Por causa de la apostasía ambos abrigan malos sentimientos. Los ángeles malvados y los impíos se han asociado en una confederación desesperada en contra del bien. Satanás sabía que si podía inducir a la raza humana a unirse con él y su rebelión, como lo había hecho con los ángeles, conformaría una poderosa fuerza con la cual podría llevar adelante su rebelión. En medio de las huestes del mal reina la irritación y las rencillas, sin embargo, todos están firmemente aliados en la lucha contra el Cielo.
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<strong>Guerras</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>Ángeles</strong><br />
millares <strong>de</strong> millares <strong>de</strong> voces se unirán para engrosar el potente coro <strong>de</strong> alabanza. {VAAn<br />
303.1}<br />
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la tierra, y en el<br />
mar, y a todas las cosas que en el<strong>los</strong> hay, oí <strong>de</strong>cir: Al que está sentado en el trono, y al<br />
Cor<strong>de</strong>ro, sea la alabanza, la honra, la gloria y el po<strong>de</strong>r, por <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> sig<strong>los</strong>”.<br />
Apocalipsis 5:13. {VAAn 303.2}<br />
El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo<br />
está purificado. La misma pulsación <strong>de</strong> armonía y <strong>de</strong> gozo late en toda la creación. De<br />
Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión <strong>de</strong>l espacio<br />
infinito. Des<strong>de</strong> el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas<br />
animadas e inanimadas, <strong>de</strong>claran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios<br />
es amor.—Seguridad y Paz en el Conflicto <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong>, 736-737. {VAAn 303.3}<br />
Epílogo<br />
El tema <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción es uno en el cual “anhelan mirar <strong>los</strong> ángeles”. Será la ciencia y<br />
canción <strong>de</strong> <strong>los</strong> redimidos por <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> sin fin <strong>de</strong> la eternidad. ¿Acaso no merece ser<br />
estudiado y meditado cuidadosamente ahora?—Bible Echo, 1 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1888. {VAAn<br />
303.4}<br />
Teniendo la Palabra <strong>de</strong> Dios en la mano, todo ser humano, cualquiera sea su suerte en<br />
la vida, pue<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong>l compañerismo que escoja. Por medio <strong>de</strong> sus páginas pue<strong>de</strong> tener<br />
comunión con lo mejor y más noble <strong>de</strong> la especie humana, y escuchar la voz <strong>de</strong>l Eterno<br />
que habla con <strong>los</strong> hombres. Al estudiar y meditar en <strong>los</strong> temas que “anhelan mirar <strong>los</strong><br />
ángeles” (1 Pedro 1:12), pue<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong> su compañía. Pue<strong>de</strong> seguir las pisadas <strong>de</strong>l Maestro<br />
celestial y escuchar sus palabras como cuando él las enseñaba en la montaña, la llanura y<br />
el mar. Pue<strong>de</strong> morar en esta tierra en la atmósfera <strong>de</strong>l cielo, e impartir a <strong>los</strong> afligidos y<br />
tentados <strong>de</strong> la tierra pensamientos <strong>de</strong> esperanza y anhe<strong>los</strong> <strong>de</strong> santidad; pue<strong>de</strong> hacer cada<br />
vez más íntimo su compañerismo con el Invisible, como aquel que antaño anduvo con<br />
Dios, acercándose cada vez más al umbral <strong>de</strong>l mundo eterno, hasta que <strong>los</strong> portales se<br />
abran y pueda entrar. No se sentirá como un extraño. Lo saludarán las voces <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos<br />
que, invisibles, eran sus compañeros en la tierra, voces que él aprendió a distinguir y amar<br />
aquí. El que por medio <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios ha vivido en compañerismo con el cielo, se<br />
sentirá como en su casa en medio <strong>de</strong> la compañía celestial.—La Educación, 123. {VAAn<br />
304.1}<br />
El Señor aguzará nuestras percepciones a fin <strong>de</strong> que comprendamos que estos seres<br />
po<strong>de</strong>rosos que visitan nuestro mundo <strong>de</strong>sempeñan una parte activa en toda tarea que<br />
nosotros consi<strong>de</strong>ramos como nuestra. Esos seres son ángeles ministradores que<br />
frecuentemente se presentan bajo la forma <strong>de</strong> seres humanos. Como si fueran extraños,<br />
conversan con quienes están ocupados en la obra <strong>de</strong> Dios. En lugares solitarios han sido<br />
<strong>los</strong> compañeros <strong>de</strong> un viajero en peligro. En barcos sacudidos por la tempestad, ángeles<br />
bajo la forma humana han dirigido palabras <strong>de</strong> ánimo para disipar el temor e inspirar<br />
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